Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCION
El anuncio de que
el Ejecutivo está preparando, además del espectro cubierto por sus troles, un
sistema comunicacional de televisión, radio y medio escrito, refleja un cambio
en la estructura social, que afectará la política, no en su dimensión
electoral, sino conceptual y, las recientes modificaciones al reglamento de la Ley
de Adquisiciones y Contrataciones de la Administración Pública, junto a las
declaraciones del Ministro de Hacienda, prueban que este cambio, será realmente
estructural y terminará afectando los preceptos constitucionales que rigen al
Estado salvadoreño.
La libertad de
expresión, garantizada en el Art. 6 de la Constitución protege, en su dimensión
política, la libertad de discusión y exposición, sobre todo tema atañendo a la
colectividad o a un sector de la misma. El inicio de la “tendencia política”, nace
del ejercicio de dicho derecho. Toda interferencia, en el conocimiento de los
hechos, distorsiona la opinión política y por eso, todas las asociaciones de
prensa o relacionadas, insisten en la imparcialidad y veracidad de las noticias,
a fin que el ciudadano, en base a tales hechos, pueda formarse opinión política.
El Gobierno, al
competir con los medios privados, se propone crear una realidad alterna, sobre
hechos que la audiencia no ha experimentado directamente, aunque son de su interés.
Para apreciar los efectos de esta manipulación, basta observar el acoso y las
sanciones que sufrieron los medios en Venezuela, hasta que todos fueron
adquiridos por el Estado o, aceptaron su línea de opinión. Otro ejemplo: la
propaganda que Joseph Goebbels, mantuvo en la Alemania nazi, hasta que la
realidad supero la propaganda (el triunfo de los Aliados).
El cambio que
Bukele parece estar dando a la estructura y funcionamiento del Estado, se refleja
también en el reglamento de la LACAP (decretado por el Ejecutivo) y que
contradice la misma LACAP. Es situación que tendrá que ser dirimida en la Sala
de lo Constitucional; pero mientras tanto, permite que se realicen compras
estatales, sin la transparencia que exige el gasto público.
Otro rasgo de este
cambio, es el anuncio del Ministro de Hacienda de no ir a la Asamblea
Legislativa a explicar la razón de que no se ha pagado a los veteranos,
habiendo una ley que lo manda y está dicho pago, contemplado en el presupuesto.
Dicha negativa, rebaja a la Asamblea Legislativa a un Órgano de segundo orden,
supeditado a las necesidades del Ejecutivo, que recurre a él, sólo cuando lo
necesita (autorización de préstamos y supresión de garantías constitucionales) y
no, como el Órgano que representa a la totalidad de los ciudadanos, autorizada
constitucionalmente, para solicitar explicaciones sobre cualquier tema.
La pretensión del
Ejecutivo, de dominar las comunicaciones, una competencia desleal hacia las no
gubernamentales, pues el Estado ya domina e impone las reglas a los espectros
radiales y pretende controlar la internet, mediante los proveedores locales;
podría entonces, acallar cualquier disidencia de opinión o, evitar que se
difunda la noticia que viene del exterior. Será un aparato más, que tendrá que
ser sostenido con fondos públicos, hasta que haya acaparado los espacios
publicitarios privados para luego, desaparecidos estos, ejercer un mayor
control sobre la economía y la política: controlando la publicidad de lo
comerciable y, manipulando los hechos.
La libertad de
expresión en los medios, se mantiene en un balance natural, basado en la libre
oferta y demanda. Se logra la imparcialidad, dando cobertura a todo aquello que
genera algún interés a la sociedad, pero si el pensamiento es inducido por el
Estado, mediante la saturación comunicacional, la realidad será deformada,
hasta que la verdad sea inocultable para el país, dolorosamente muy tarde.
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