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jueves, 11 de febrero de 2021

NAYIB BUKELE Y ESTADOS UNIDOS

 

Por      

Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra

Editor de PUBLICACIÓN ACCION 

 

Cada vez más, la relación Nayib Bukele - Estados Unidos:  conviene analizarla a partir de quienes, en su Gobierno, rodean a Bukele y, de la posición geopolítica de El Salvador, dentro del marco de unas elecciones, que corren su etapa final.

 

Sin un análisis ideológico, enmarcar a Bukele, dentro de la Izquierda o la Derecha, es un error: depende su posición, de a quienes se dirige. Mercantilista, si es a su círculo familiar y allegados políticos, incluyendo a parte, del alto empresariado; Asistencialista, si es a la masa informe y carente de recursos, que le apoya (al menos en promesas) y, Socialista radical, para el empresariado, que no depende de su relación con el Gobierno o, para cualquier ciudadano que vive de su trabajo, a quien pretende aplicarle la supresión de la mayoría de las libertades, con la obligación de una tributación confiscatoria.

 

Siendo incompatible esta forma de Gobierno, con el mundo globalizado y, con la mayoría de las tendencias de Occidente (mundo libre), se derivan, para Bukele y sus funcionarios, numerosas exigencias de transparencia y de Buen Gobierno, no obstante, que ya se han gastado el dinero de préstamos, cuyo origen fue la cooperación internacional y, los fondos privados de inversores extranjeros, todo lo cual, tendrá que ser pagado, tarde o temprano.

 

Ofrece muchas ventajas la estructura dolarizada del país, pero también conlleva responsabilidades y, la primera, es que no sirva de plataforma de lavado de dinero para el crimen organizad: varios allegados al Gobierno, son agentes de ALBA PETROLEOS o las FARC, cuyas relaciones se extienden, al narcotráfico y pandillas. La exigencia de Estados Unidos, de terminar con esa relación, crea para Bukele, un problema, pues su estructura partidaria y de campaña, depende de dicha relación.

 

Al empleo de material militar en la campaña oficialista, se deben las advertencias y disminución de cooperación de Estados Unidos a la Fuerza Armada, acrecentando la tendencia anti militarista, ya existente, pues viola su función constitucional, adoptando una política.

 

La posición geopolítica de El Salvador si bien privilegiada, es compartida con el resto de Centroamérica; en consecuencia, cualquier proyecto de tren, canal seco u, otra estructura, debe ser acordada por lo menos, por dos o tres países. De allí, la importancia del Triángulo Norte y su aprovechamiento por el narcotráfico, que representa un peligro, para la seguridad del área, pues crea canales de tráfico clandestino, que pueden ser usados por el terrorismo internacional.

 

Es legítima, por lo tanto y no, antojadiza o basada en posiciones ideológicas, la preocupación de Estados Unidos. Además, la corrupción generada por el presente Gobierno salvadoreño, utiliza el dólar como moneda, ejecutando con ella, su lavado de dinero.

 

La Cancillería salvadoreña, gestiona ahora, que cada consulado, se vuelva agencia de “colocación” para los salvadoreños y que así, éstos puedan emigrar y a cambio, que envíen remesas. Indica esto, que el Ejecutivo está claro de que las condiciones de desarrollo del país, son imposibles y que ve en la emigración, un medio de “subsidiar” a los nacionales. Esta forma de pensar, también daña los intereses de Estados Unidos, que pretende evitar la emigración desde Centroamérica.

 

Bukele está esparciendo, entre sus defensores, la voz, de que habrá fraude electoral y que quieren destituirlo, y por esta razón “hay que destituir a los diputados en forma democrática”. En estas palabras hay “deconstrucción”, pues actualmente, no hay mandato revocatorio ni destitución, simplemente el final de un mandato y el inicio de otro, según el voto soberano. Por todo este proceso, Bukele es un riesgo, para la estabilidad del área y, por ende, de los Estados Unidos.

 

 

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