Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCION
Cada vez más, la relación Nayib Bukele - Estados Unidos: conviene analizarla a partir de quienes, en
su Gobierno, rodean a Bukele y, de la posición geopolítica de El Salvador,
dentro del marco de unas elecciones, que corren su etapa final.
Sin un análisis ideológico, enmarcar a Bukele, dentro
de la Izquierda o la Derecha, es un error: depende su posición, de a quienes se
dirige. Mercantilista, si es a su círculo familiar y allegados políticos,
incluyendo a parte, del alto empresariado; Asistencialista, si es a la masa
informe y carente de recursos, que le apoya (al menos en promesas) y,
Socialista radical, para el empresariado, que no depende de su relación con el
Gobierno o, para cualquier ciudadano que vive de su trabajo, a quien pretende
aplicarle la supresión de la mayoría de las libertades, con la obligación de
una tributación confiscatoria.
Siendo incompatible esta forma de Gobierno, con el
mundo globalizado y, con la mayoría de las tendencias de Occidente (mundo libre),
se derivan, para Bukele y sus funcionarios, numerosas exigencias de
transparencia y de Buen Gobierno, no obstante, que ya se han gastado el dinero
de préstamos, cuyo origen fue la cooperación internacional y, los fondos
privados de inversores extranjeros, todo lo cual, tendrá que ser pagado, tarde
o temprano.
Ofrece muchas ventajas la estructura dolarizada del
país, pero también conlleva responsabilidades y, la primera, es que no sirva de
plataforma de lavado de dinero para el crimen organizad: varios allegados al
Gobierno, son agentes de ALBA PETROLEOS o las FARC, cuyas relaciones se
extienden, al narcotráfico y pandillas. La exigencia de Estados Unidos, de
terminar con esa relación, crea para Bukele, un problema, pues su estructura
partidaria y de campaña, depende de dicha relación.
Al empleo de material militar en la campaña
oficialista, se deben las advertencias y disminución de cooperación de Estados
Unidos a la Fuerza Armada, acrecentando la tendencia anti militarista, ya
existente, pues viola su función constitucional, adoptando una política.
La posición geopolítica de El Salvador si bien
privilegiada, es compartida con el resto de Centroamérica; en consecuencia,
cualquier proyecto de tren, canal seco u, otra estructura, debe ser acordada
por lo menos, por dos o tres países. De allí, la importancia del Triángulo
Norte y su aprovechamiento por el narcotráfico, que representa un peligro, para
la seguridad del área, pues crea canales de tráfico clandestino, que pueden ser
usados por el terrorismo internacional.
Es legítima, por lo tanto y no, antojadiza o basada en
posiciones ideológicas, la preocupación de Estados Unidos. Además, la
corrupción generada por el presente Gobierno salvadoreño, utiliza el dólar como
moneda, ejecutando con ella, su lavado de dinero.
La Cancillería salvadoreña, gestiona ahora, que cada consulado,
se vuelva agencia de “colocación” para los salvadoreños y que así, éstos puedan
emigrar y a cambio, que envíen remesas. Indica esto, que el Ejecutivo está
claro de que las condiciones de desarrollo del país, son imposibles y que ve en
la emigración, un medio de “subsidiar” a los nacionales. Esta forma de pensar,
también daña los intereses de Estados Unidos, que pretende evitar la emigración
desde Centroamérica.
Bukele está esparciendo, entre sus defensores, la voz,
de que habrá fraude electoral y que quieren destituirlo, y por esta razón “hay
que destituir a los diputados en forma democrática”. En estas palabras hay “deconstrucción”,
pues actualmente, no hay mandato revocatorio ni destitución, simplemente el
final de un mandato y el inicio de otro, según el voto soberano. Por todo este
proceso, Bukele es un riesgo, para la estabilidad del área y, por ende, de los
Estados Unidos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario