Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCION
En la revista “Proceso”, del 19/02/21, de la
Universidad Católica (UCA) aparece el artículo “El fraude ya se dio”, en el
cual, se exponen los tres tipos de fraude electoral, manifestando que, en El
Salvador, ya se dio el llamado “fraude mediático”, el más extenso y elaborado
de los tres, sin que las autoridades, hayan hecho nada por evitarlo, por lo que
nos preguntamos ¿Quién verdaderamente, posee el poder en la sociedad?
Al ser manipulada la corriente de opinión, se induce a
un proceso contrario a la realidad; tal es la tesis expuesta en el fraude
mediático, pero tal manipulación, no altera el funcionamiento de la sociedad,
sólo induce a un espejismo en el cual, la “mayoría quiere”, o da la impresión de
que es la voluntad de todos, pero no es así.
La fuerza de la nación está en su actividad, capacidad
de generación de riqueza e influencia que ésta, la riqueza, puede crear; el
poder no está en el número de la población; ésta, sólo asiente o reprueba, está
en la clase media, pues es su actividad, la que suple las necesidades de los
ciudadanos, les da empleo y, crea las estructuras humanitarias que han dado
origen a la subsidiariedad del Estado.
El millonario debe su bienestar, a la estructura de su
empresa, a los servicios y bienes que elabora y traslada al extranjero o,
sirven en el país, de tal manera que la estructura de que depende, es la clase
media: los profesionales, artesanos y empleados, unidos bajo una dirección, se
desarrollan, sin perder su naturaleza de clase media. Esta estructura se ha
manifestado desde el aparecimiento del sistema democrático moderno.
La deformación sufrida mediáticamente, pretende que el
poder recaiga en el conjunto de individuos manipulables, haciendo prevalecer
esta opinión, para legitimar las acciones políticas y el Gobierno, poder formal
del Estado. Aprovechando la pasividad natural de la clase media, que sólo busca
la tranquilidad, para poder dedicarse a la producción, de la cual proviene su
bienestar.
ARENA nació de la clase media, con sus siete sectores
que la representan; y el FMLN, abandonando gran número de su militancia
guerrillera, la cambia por la clase media, hasta obtener dos triunfos
presidenciales. El descenso electoral de ambos partidos, débese a la decepción
que causaron en la clase media, hasta el grado de volverla apática, a las
estructuras partidarias.
La cúpula del FMLN, sufrió un cambio: usó el dinero
venezolano, para crear una estructura revolucionaria desde el poder, en su
propio beneficio económico; estas situaciones, las ha explotado Nayib Bukele,
en contra del FMLN; mientras que ARENA sufre su incomprensión, de los procesos
políticos implementados en el país, por Bukele y los teóricos revolucionarios.
Si Bukele, no obtiene triunfo aplastante, como el
vaticinado por él, se alegará fraude: la
imposición de sus pretensiones, se hará por la fuerza, rompiendo el Estado de
Derecho. Una imposición de este tipo, irá contra los intereses de la clase
media, pues mientras menos libertad exista, habrá menos desarrollo: será el
momento en que deberá manifestarse la verdadera fuerza de la clase media.
En la actualidad, uno de los problemas, es la falta de
un liderazgo nacido de la conciencia de los intereses comunes, como sucedió
cuando Duarte o D’Aubuisson; el liderazgo existente, depende de la estructura
que lo promueve o, del cargo ostentado. Pero en crisis, es cuando surgen los
liderazgos.
La fuerza de la clase media debe prevalecer; si se
limitan sus libertades, habrá menos desarrollo social y el objetivo de la clase
media, es el progreso social, en armonía total de la población.
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