Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCION
Vive El Salvador, guerra de opinión pública,
deformando los hechos políticos, con la clara intención de engañar al ciudadano
y, obtener favorable opinión pública, con vista a las elecciones, a final de
mes.
El viaje de Nayib Bukele a Estados Unidos, tuvo el
propósito de que se comprobase el apoyo incondicional hacia su persona,
contrarrestando así, los efectos de “la Lista Engel” pero el resultado fue negativo:
seguramente, ni la Canciller salvadoreña, ni la Embajadora en ese país, le advirtieron
las consecuencias negativas, de un viaje oficial, encubierto de privado, sin
los debidos protocolos diplomáticos, con la esperanza de forzar situaciones muy
complejas, que ofreciesen oportunidad para obtener una foto, que sería usada
publicitariamente, en El Salvador.
Ante el fracaso en Estados Unidos y, pretendiendo
mantener su imagen ante sus seguidores, convoca al Cuerpo Diplomático
acreditado en el país, ante el cual, expone la “conspiración de Golpe de Estado
en su contra”, sin explicar el motivo de la pieza de correspondencia a la
Asamblea Legislativa, solicitando de él, su evaluación mental, velando por la
estabilidad nacional, frente a los desvaríos e incongruencias, del Presidente
de la República.
La propuesta del Diputado Velásquez Parker, con apoyo
de la bancada del FMLN, es perfectamente legítima, pero su rechazo, por otros
diputados opositores, pone en entredicho la unidad de la oposición, dando
aliento a Bukele, para señalar un Golpe de Estado. Las acusaciones de Mauricio
Funes desde Nicaragua, rompen su condición de asilado político, pero manifiestan
que el país, necesita actuaciones razonables y coherentes.
Si durante la pandemia, se prohibía el ingreso de salvadoreños
desde el exterior, se capturaba a ciudadanos, que por necesidad salían, siendo
llevados a centros de “contención” (canceles disfrazadas), sin atender los
Habeas Corpus en su favor, pero Nayib Bukele, según se reveló recientemente, en
un programa vespertino de opinión, viajaba libremente a los Estados Unidos; corroborase
también, el reciente viaje a Estados Unidos, sin haber sido recibido
oficialmente, negándolo ahora: denota la
falta de coherencia y, la veracidad de las declaraciones de un Presidente,
dejando en claro, que debe de ser substituido por el Vicepresidente quien,
hasta la fecha, siempre ha dado visos de realismo y coherencia, en sus acciones
y planteamientos.
La presencia y apoyo del Cuerpo Diplomático, es al
país, a su institucionalidad y a sus representantes (al Gobierno en su
integralidad y no, en exclusividad al Ejecutivo) pero la presidencia lo ha
interpretado, como apoyo incondicional a Nayib Bukele, en su persona, siendo el
respaldo al Estado de Derecho del país, basándose en el principio de
autodeterminación de los pueblos.
Si Bukele no actúa, en contra de las personas que ha
señalado como golpistas, quedará ante sus seguidores, como mentiroso, carente
de poder; si lo hace, será un dictador. Hasta el momento, la Fiscalía General
de la República, tiene investigación por los hechos del 9 de febrero de 2020 y
el Ejecutivo, no ha entregado a la Fiscalía, pruebas del Golpe de Estado
explicado por Bukele. La Fiscalía es la única que puede determinar la
existencia de un delito, en base al Artículo 193, Inc. 2° Cn: “Promover de
oficio o a petición de parte la acción de la justicia en defensa de la
legalidad y de los derechos humanos tutelados por la ley”.
La manipulación de la percepción de la opinión
pública, está siendo más nociva que los mismos hechos: es necesario que exista desde
el Ejecutivo, coherencia y responsabilidad, pues la situación financiera
nacional, se ve afectada por cada acción que realiza el Presidente, poniéndose en
riesgo la estabilidad nacional y nuestras relaciones internacionales.
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