Por
Lic. Fernán Camilo
Álvarez Consuegra
San Salvador, 18 de
mayo de 2013.
Raúl Mijango, uno de
los gestores de la tregua entre las pandillas, al ser consultado sobre la
Sentencia de Inconstitucionalidad que pesa sobre los nombramientos del Ministro
de Seguridad Pública, General David Munguía Payés y el Director General de la
PNC, General Francisco Salinas, dijo que
esperaba que los líderes de las pandillas, tuviesen la madurez suficiente para entender tal situación porque
ya se había evaluado su posibilidad, pero sus palabras dan a entender que
podría haber por parte de dichas pandillas, alguna reacción violenta por parte
de ellos, si veían afecto el proceso de negociación. Hay que aclarar que el
papel del General Munguía Payes, sí ha sido relevante en el proceso de
negociación con las pandillas, pero éste proceso en nada sufrirá, puesto que es
política de Casa Presidencial, por lo
que tendrá definitivamente que ser
ejecutada por su sucesor. En cuanto al General Salinas, su criterio personal,
siempre ha sido combatir a las pandillas con toda la fuerza y eficacia posible,
lo cual ha sido en realidad, muy poco,
por las limitaciones de logística, inteligencia y limitaciones legales.
Parece que, la visión sobre la
peligrosidad de las pandillas, expresada por el Fiscal General de la República,
es compartida por el General Salinas.
Lo anteriormente
explicado, nos lleva a ver un poco más allá sobre el sentimentalismo con que
quieren rodear a las pandillas, o el que puedan expresar los deudos de sus
víctimas que, al verlos llorando ante el asesinato, muchas veces de sus menores
hijos, que perecieron por haber sido
testigos de un crimen y, frente al horror de leer los mensajes de los pandilleros,
en los que dan a conocer que sus sueños, son: MATAR POLICÍAS Y DECAPITAR
PERSONAS; y, más grave aún, es que estos sueños lo hacen desde sus
celdas en las cárceles, en las cuales se
supone que el Estado, va no sólo a contenerlos, sino, además a reeducarlos para que puedan otra vez
vivir dentro de la sociedad honesta.
La imagen que presenta
sobre las pandillas DESTINY´S CHILDREN
en su página web y que dice: “La mayoría de los miembros originales de la
Mara Salvatrucha eran jóvenes inmigrantes de El Salvador. Algunos tenían
experiencia como niños soldados reclutados forzosamente por el ejército
salvadoreño o por haberse unido a parientes que formaban parte de la guerrilla.
Los que no habían sido “soldados profesionales” tenían memorias horribles y
traumáticas de las violaciones a los derechos humanos. Muchos habían
presenciado este tipo de abusos y la pandilla era una hermandad con la que
compartían los problemas emocionales y el sufrimiento”. No es más que
una forma de presentar a las pandillas como constituidas por individuos a
quienes hay que compadecer, proteger y ayudar, sin que importe la razón de su origen, debemos ver
objetivamente, sus efectos actuales en la sociedad.
Para apreciar tales
efectos en la sociedad, cito tres
estudios serios sobre el problema; el uno, es informe emitido por la Oficina de
las Naciones Unidas Contra el Delito y la Droga (UNDOC) “A Transnational Organized Crime Threat Assessment”, en la que se
advierte sobre el crecimiento de las actividades de las organizaciones
delictivas, vinculadas al territorio que ocupan los espacios físicos, ante la
ausencia policial, e imponen sus propias reglas, para poder operar y en la que,
la que la Mara Salvatrucha y la Mara 18 son las más relevantes de la región. El
segundo es: “Situación de maras y
pandillas en Honduras”, que fue
presentado, por el Programa Nacional de Prevención, Rehabilitación y Reinserción
Social (PNPRRS) con el apoyo de UNICEF, para conocer la realidad de estos
grupos y, su conclusión es que, son un grupo paralelo a la sociedad, viviendo
dentro de la misma, con una degradación cultural de género, en el cual las
mujeres, son consideradas como objeto sexual y, para realizar operaciones
encubiertas, con un fuerte arraigo y dependencia del territorio que controlan y
que tienen muy limitadas expectativas, de una vida fuera de la pandilla. Por
último, citaré el informe: “PANDILLAS: ANÁLICIS DE LA PRESENCIA EN TERRITORIO NACIONAL”
de la Subsecretaría de Prevención y Participación Ciudadana, de la Dirección General de Prevención del
Delito y Participación Ciudadana, del Gobierno Federal mexicano, del cual he
extraído, un párrafo estadístico: “Un estudio a nivel nacional revela que 41%
de los jóvenes con estudios de bachillerato han visto que sus compañeros llevan
armas; 63% dice estudiar entre pandillas y 28% que se venden drogas en torno a
la escuela.” Se concluye sobre la peligrosidad del control territorial
que ejercen las pandillas y, dicho control es afirmado por el uso de armas.
Sobre el aspecto
anímico de las pandillas en su control territorial, WORDPRESS publica: “Actualmente,
la violencia psíquica y física tienen un papel central en las maras, muchos
mareros cometen actos ilegales y no se preocupan por las leyes. “La mayoría de
ellos poseen razones para estar en las maras que van mas allá del simple
interés en involucrarse en situaciones delictivas”…. “En un estudio realizado
en el Salvador, el sociólogo José Miguel Cruz habla de una “cultura de la
violencia”. La entiende como “la creación de valores y normas que legitiman y
conceden un privilegio al uso de la violencia en cualquier ámbito frente a la
sociedad”.
Por último, el periodista estadounidense Douglas Farah,
quien ha conocido la evolución política y social de El Salvador, desde la época
del conflicto armado, presentó el "Estudio
sobre las pandillas centroamericanas y organizaciones transnacionales del
crimen", un estudio no divulgado
aún, pero en el cual concluye que, según
el autor, que "Los pandilleros se han dado cuenta de que el control territorial
les da control político"
Esta situación ya había
sido advertida por el nicaragüense Andrés Pérez Baltodano, quien en el 2008,
escribía bajo el título “La gestación
del Estado Mara. Anotaciones para un estudio de la descomposición política e
institucional de Nicaragua”, y dice: “El Estado que hoy surge en Nicaragua como
la acumulación del desarrollo político-institucional del país de los últimos
años y como producto de la acentuación de ese desarrollo a partir de la
victoria electoral del FSLN, es un Estado Mara si se consideran cuatro
características que definen a las pandillas centroamericanas y al Estado que se
gesta hoy en Nicaragua. Esas características son: la identidad
"negativa" de las Maras y del Estado Mara; el sentido de lealtad
"familiar" que priva en esos dos modelos de organización social; la
naturaleza del poder que construyen y ejercen; y el imperativo territorial que
pesa sobre sus visiones y acciones.
Las pandillas no son un
grupo de jóvenes a quienes el Estado les
debe protección; por el contrario, el
Estado debe defenderse de ellos, pues la
existencia del Estado esta en entredicho, puesto que las pandillas pretenden
ejercer un control sobre el territorio nacional para controlar así a la población existente,
gozando de los recursos que ésta población les pueden proporcionar. El pacto
entre pandillas, va tendiente a legalizar su poder territorial, pasando de una
extorción a particulares a una extorción al Estado.
Si bien se dice que hay
un pacto entre pandillas, éste, es
imperfecto o ineficaz pues en realidad existen en el territorio nacional, poco más
de trescientas pandillas, que son
divisiones y subdivisiones de las pandillas mayores; de tal suerte,
que si negocia entre los poderes centralizados, Mara Salvatrucha – Mara 18, las órdenes de
éstas, se van diluyendo según se materializa dicho poder, en los territorios
controlados por las pandillas locales,
creándose así, un acomodo de
fuerzas de arriba hacia abajo y, viceversa, tal como sucedía durante la Edad Media
en las relaciones entre el Rey y su Corte, con relación al poder ejercido
territorialmente, por los Marqueses, Condes y Barones. Y por esta razón, será
imposible que el Estado pueda pactar una
relación de paz con todos ellos, a menos las ambiciones de todos en conjunto,
sean satisfechas por el Estado, lo cual
redundaría en que el Bien Común, estuviese supeditado a las necesidades de las pandillas, y no, a las de
la colectividad, de la cual ellos (los pandilleros), no forman parte.
Es esta realidad, la
que tiene que ser muy seriamente y con
verdadero realismo analizada por los altos mando de la Fuerza Armada, en su
carácter institucional, frente a las
consideraciones y deberes que les manda la Constitución de la República, y
hacerlo, aún fuera de las consideraciones políticas del Presidente de la
República pues, lo que esta en juego y gran peligro, es la soberanía misma y la
existencia del Estado, según su entelequia.
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