Por
Lic. Fernán Camilo
Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN
ACCIÓN http://publicacionaccion.blogspot.com
San Salvador, 14 de
mayo de 2013.
La
libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron
los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y
el mar: por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la
vida.
Miguel de Cervantes (1547-1616) Escritor español.
Miguel de Cervantes (1547-1616) Escritor español.
Tras conocerse la
condena al General José Efraín Ríos
Montt, por los delitos de genocidio y
violaciones a los Derechos Humanos, durante el período en que ejerció la
autoridad suprema en Guatemala, de marzo de 1982 a agosto de 1983, hemos visto cómo
manifestaron su júbilo, las entidades representativas
de los Derechos Humanos y las quienes
sustentan los principios socialistas. Pero también se ha manifestado condena al proceso seguido contra el General
Ríos Montt, por parte de quienes fueron objeto, en Guatemala, de la agresión
comunista, durante los años 1960-1996, y en razón de estas dos opuestas
manifestaciones, analizamos la condena al General Ríos Montt, desde tres puntos de vista: el histórico, el
jurídico y el político.
La muerte de 1771 indígenas, pertenecientes a la etnia Ixil,
se dio durante diferentes enfrentamientos con motivo de la Guerra Fría, en la
cual, Guatemala, dentro del teatro de operaciones centroamericano, tuvo muy débil importancia, entre los años 1982 y 1983, pues
en aquel momento los polos principales
de lucha, se dieron en El Salvador y Nicaragua. La relevancia de Guatemala en
la geopolítica del área, se debe a sus características geográficas y socioculturales, que le permitieron sostener una insurgencia
muy eficaz y la más antigua de Centroamérica. Contra esa insurgencia, los
Estados Unidos favorecieron un Golpe de Estado, para que redujese la amenaza
comunista e imponga el orden, perdido en la presidencia de Fernando Romeo Lucas
García. En aquel momento, el criterio de los Estados Unidos, había sido en Centroamérica, favorecer a simpatizantes de la Democracia Cristiana y, por
esta razón, razón favorecieron la llegada al poder en Guatemala del General
Ríos Montt, en la misma forma en que habían
favorecido dos años antes, la llegada al
poder del Ingeniero José Napoleón Duarte, en El Salvador, buscando con ello,
poner freno al avance soviético-cubano en Centroamérica, con una imagen de
democracia y tolerancia política.
La muerte de 200,000
guatemaltecos, durante los treinta y seis años de guerra civil, como consecuencia
de la lucha de las grandes superpotencias: Estados Unidos y
Europa occidental, frente a la Unión Soviética y China continental, contrasta
con la realidad expuesta en el Tribunal, durante el Juicio contra el General
Ríos Montt, en el cual, se le imputa la responsabilidad de la muerte de los
indígenas, por razones étnicas y por su filiación política legítima. Guatemala, cuya población
es 51% indígena, llega a casi el 100%, en el departamento del Quiché. Un artículo intitulado “Iglesia,
Ejercito y Guerrilla en el Triangulo Ixil”, del Antropólogo norteamericano
David Stoll, explica: “Los líderes
tachados de subversivos, se comprometieron, de acuerdo a los organismos de
derechos humanos, en una profecía de auto-cumplimiento: los asesinatos
impulsaban a los indígenas a unirse al movimiento revolucionario. De acuerdo al
ejército guatemalteco, por el otro lado, el clero católico cumplía sus propias
profecías de represión al prestar sus iglesias a los infiltradores. Lo que es
seguro es que los movimientos de reforma cristiana y la efervescencia maya
atrajeron a las guerrillas y a las fuerzas contrainsurgentes, cuyos golpes y
contragolpes se convirtieron en una guerra viciosa en la que la mayoría de los
muertos eran indígenas mayas. …….. Otro suceso significativo fue la primera
ejecución de un terrateniente del área por parte del Ejército Guerrillero de
los Pobres, en Junio de 1975. Los sobrevivientes de una anterior insurgencia
no-indígena habían fundado el EGP tres años antes, desde la selva, por la
frontera mexicana. Cuando estos extraños escogieron el norte de Quiché como el
lugar más prometedor en el país para emprender una guerra de liberación, entre
los factores que se dijo influyeron en su decisión estaba la fuerza de las
organizaciones católicas de la zona.
La realidad que nos
presenta Stoll, contrasta con la vertida
y sustentada en el proceso contra el General Ríos Montt. Por otra parte,
podemos observar, que aunque se afirme judicialmente que le condena es por actos ordenados por su
persona y por el General Mauricio Rodríguez (absuelto en el proceso), es en
realidad, un proceso contra los Gobiernos de la época, pues la juez, ordena, al Estado de Guatemala,
a pedir perdón por los hechos atribuidos al General Ríos Montt, lo cual constituye una clara contradicción de orden judicial, pues el
sustento legal del proceso, es la responsabilidad individual y, si se deriva esta
responsabilidad colectivamente al Estado, el tribunal excede inmediatamente, su
propia competencia, tal como lo calificaron los defensores del General Ríos Montt.
El proceso contra el
General Ríos Montt en Guatemala, sólo ha sido y es posible por la presión de entidades
de derechos humanos, que van de país en país latinoamericano, forzando la
justicia, retomando casos ya fenecidos o
que el pasado ya enterró porque a las generaciones
presentes, que no vivieron esos hechos ya
no les interesan por no haberlas vivido. La victoria celebrada en Guatemala,
con motivo de este fallo, contrasta grandemente,
con el alto que se le ha puesto a tales procesos tanto en
Uruguay como en El Salvador.
Latinoamérica sufrió
los efectos de la Guerra Fría, por la insurgencia y el
terrorismo: sus legítimos
Gobiernos y sus Fuerzas Armadas, con el concurso de los Estados Unidos y el
beneplácito de los otros países integrantes de la OTAN, libraron guerras
fratricidas terribles, mientras que en
los Estados Unidos y Europa, sólo se median las fuerzas mediante un equilibrio
nuclear, razón por la que la población de esos países, no sufrió los rigores de
la guerra y, por lo que el Derecho Internacional ha avanzado muy poco
desde los juicios de Núremberg y Tokio, derivándose, la reglamentación de la guerra, de los
conceptos de guerra clásica, por lo que el Derecho, no contempla, de forma
directa, la insurgencia de los años de la Guerra Fría, haciendo una alusión a los métodos de
lucha, pero no, a la respuesta del
Estado, en su legítima defensa. Esta percepción ha estado cambiando desde el 11
de septiembre del 2011, en que, queda claro que, el Estado debe tener la
capacidad de defenderse de quienes, por vía de la fuerza y el terror, pretenden
doblegar la voluntad política del legítimo Gobierno, y por ende, la de sus
ciudadanos.
Ahora, la condena del
General Ríos Montt, pueden considerarla
algunos un triunfo de los Derechos Humanos, pero lo que, en realidad estamos
viendo que ha sucedido, es la violación de los Derechos Humanos por la
aplicación de estos mismos Derechos Humanos. Es el caso del General Ríos Montt,
puede contársele hoy como una más victima tardía del conflicto 1960-1996. Los
hechos que realizaron el General Ríos Montt y las Fuerzas Armadas de
Guatemala, fueron solamente cumplimiento de su papel constitucional de defender a su territorio de una injusta
agresión extranjera, y con el propósito de
proteger a su población de las
vicisitudes de tales ataques y sobre todo su libertad.
El resultado del juicio
contra el General Ríos Montt, abre tres puertas, a saber: nuevos procesos
contra militares y gobernantes latinoamericanos, que ejercieron sus mandatos durante la Guerra
Fría; que las víctimas del terrorismo izquierdista, inicien otros procesos
contra los líderes de los movimientos insurreccionales, en aquella época; pero
puede también suceder que se considere la defensa del Estado, en aquella época,
como legítima, frente a una agresión común,
lo cual genere ahora, una defensa común, frente a los procesos iniciados
por las organizaciones de Derechos Humanos,
que sólo pretenden lucrarse de las reparaciones civiles, de sus
representados.
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