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domingo, 29 de septiembre de 2013

LA CORRUPCIÓN: PELIGROSO CANCER DE LA DEMOCRACIA


Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCIÓN  http://publicacionaccion.blogspot.com
San Salvador, 29 de agosto de 2013.

La ineptitud de los gobernantes y su corrupción, tan notarias, les obliga a que, para poder engañar al pueblo, vuelquen sus esfuerzos oficiales enmascarando sus acciones, tanto si son para provecho personal como si son  para el provecho de un grupo o para invertirlo en la destrucción y desprestigio de su rival político.

La corrupción de los funcionarios no es lo más grave de nuestro problema social; si al estudiarlo, lo miramos a la luz de los valores griegos y romanos que dieron vida a la Democracia y a la República, estamos absolutamente, alejados de ellos. El ciudadano común se distancia del político de “carrera” porque busca nuevos políticos, “frescos” que permitan el relevo generacional pero no se le da tal oportunidad porque el político de “carrera” estudia las demandas de su audiencia y promete una y otra vez cumplirlas, sin tener, por lo menos, la intención de hacerlo. Advertida esta situación por el pueblo,  la resuelve por el abstencionismo y la desidia política. Esta resolución es sumamente peligrosa para la situación política del país: si el votante común o general,  el que realmente decide por sobe el que llamamos el voto “duro” de cada partido, las grandes decisiones nacionales en manos de éste, el voto duro de cada partido político que en nuestro país, son casi iguales entre ARENA y el FMLN. Opción conveniente parecería ser una tercera vía,  pues algunos la consideran de Derecha y otros, de Izquierda, no sería pues una solución, sino un cambio de imagen a conveniencia y, pensar así, es también una forma de corrupción política.

Si la corrupción sólo se limitase a la forma con la cual se  engaña al pueblo salvadoreño, sus efectos serían muy limitados, pero la corrupción tiene como ente generador,  la avidez personal de riqueza y poder, la cual  manipula el sistema en  beneficio propio. En los últimos días, hemos visto que han sido señalados altos funcionarios como responsables de corrupción en las obras del Estado,  no sólo sobre la Diego del Holguín, sino también sobre la Presa del Chaparral.  Sabemos constantemente de los “amaños” en las licitaciones públicas, en las cuales intencionalmente establecen requisitos tales que son imposibles de cumplir, para así, tener que declararlas desiertas y poder entonces, una contratación realizar  contratación directa factible para quien quieren favorecer. Se sabe de Diputados con partidas superiores a medio millón de dólares,  los cuales los  distribuyen entre sus asesores ocultos. Y dentro de todo esto, al realizar contrataciones conforme a la ley, se procede a seleccionar a quien se le paga y a quien no, para desincentivar las contrataciones con el Estado.

Todos estos actos, de los que sabe la población  mediante la “vox populi”, generan escándalo e indignación, cuando una persona sin fuero legislativo, se atreve a mencionarlo en los medios de opinión pública. El artículo del Dr. Mauricio Eduardo Colorado,  publicado el lunes veintitrés de los corrientes, en su columna semanal del Diario El Mundo, y su publicación posterior en campo pagado en El Diario de Hoy, insta a la reflexión en el sentido de que ¿Qué hay detrás de la corrupción? ¿Son los señalados todos los participantes o hay alguien más? Son preguntas válidas ante el observador común de tales hechos y,  una reflexión que, viniendo de un profesional intachable y de un ex Fiscal General de la República, le da gran peso moral.


La corrupción desborda ya  ámbitos anteriormente, no tocados; ya se utilizan hoy  para que el aparato del Estado favorezca a ciertas personas o también para satanizar a sus oponentes políticos. La corrupción aparece luego que los partidos políticos se acomodan a vivir del sistema y no esta circunstancia privativa de un partido, es de todos cuando les es posible aprovechar la oportunidad y no existe relevo generacional de inhiba su proceder por el verdadero espíritu republicano.

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