Publicación Acción

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martes, 10 de septiembre de 2013

LA DEMOCRACIA, ANTÍDOTO CONTRA EL TOTALITARISMO


Por        
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCIÓN  http://publicacionaccion.blogspot.com
San Salvador, 9 de septiembre de 2013.

Respetuosamente dedicado a las Señoras de La Cruzada Pro Paz y Trabajo, al Frente Femenino, a las Diputadas venezolanas María Corina Machado y Dinorah Figuera por el reconocimiento otorgado por el Movimiento 300, el 3/9/2013 por su persistente labor en defensa de la democracia y los principios de libertad, las primeras en El Salvador y las segundas, en Venezuela.

El Totalitarismo nace de la voluntad manifiesta del Estado, de controlar todos los aspectos de la vida social, según su particular visión, de la realidad, asegurando su permanencia indefinida en el Gobierno y violentando la voluntad del ciudadano, cuando sus manifestaciones se opongan a los designios del poder del Estado y, es por tal intención pretende englobar y resolver, por sí  y ante sí todos los problemas sociales que se le califica de “Totalitario”: ejemplos muy claros son las formas políticas nazi, fascista y marxista,  pero ahora tenemos nuevas formas que permiten encubiertamente, el totalitarismo.

Para poder determinar si el calificativo de Totalitario es propio de un régimen latinoamericano, débese,  primeramente observar la ausencia de una oposición debidamente organizada y luego si el poder político dirige como soberano y tiende a confiscar todas las actividades políticas. Esta observación permite apreciar el fondo del liderazgo humano, en las diferentes organizaciones del Estado, que dan a sus instituciones  un carácter puramente formal, lo cual obliga a atender a los poderes fácticos, es decir reales por sobre los formales, pues la lealtad política consume o anula la autonomía o jurisdiccionalidad que concede la ley al funcionario. Esta lealtad política, no estará siempre forzosamente sujeta, a una ideología sino mas bien, a intereses políticos eventuales o, a compromisos netamente personales y a lo cual se debe la existencia de jerarquías paralelas que carecen de fundamento, en las organizaciones naturales de la sociedad, que no están jurídicamente definidas y que se ven obligadas, a buscar su provecho en la satisfacción de necesidades propias del momento político, es oportunidad que ofrece la corrupción.

Las sociedades tienden a distanciarse de la vida política cuando, por la actuación de los partidos, tanto individual como en conjunto, ven una clase social diferente de la propia. Advierten que los políticos sólo buscan la ayuda ciudadana, en tiempos de elecciones. Si la ayuda amerita salario, este es mínimo, tomado del erario público. Es frecuente que la misión o trabajo no se desempeñe o se haga mal. La prebenda muchas veces es un cargo público ofrecido según sus capacidades.

La segunda característica, es meramente sociológica. Sucede en la sociedad, un cambio en el concepto del bien que induce a tolerar y calificar de “moral” todo acto sólo en razón de los beneficios que con él se obtienen. Así, el bien se mide en razón de los bienes adquiridos sin responsabilidad legal y en razón de la cual es también moral el uso personal de los fondos públicos para el enriquecimiento personal. En la práctica, todo acto del funcionario es lícito, si la ley se lo permite, lo cual así es en la práctica pues todos los funcionarios que tienen la posibilidad de elaborar su propio presupuesto o el de sus allegados. En tales procedimientos, débese incluir a quienes explotan su posición laboral dentro de la estructura gubernamental para utilizarla y negociar con los servicios públicos que presta para obtener “legalmente” prebendas  y beneficios económicos.

La tercera característica es el populismo, el cual induce al voto mediante la opinión pública dirigida, metódica y científicamente, sin cuidarse de que lo dicho sea cierto o realizable. El populismo induce a la creación de grupos de conveniencia a los cuales se separa del entorno social con el propósito de preservar ciertas posiciones que no serán afectadas durante algún tiempo mientras convenga “políticamente” pero que, serán destruidas por la maquinaria estatal cuando se crea necesario. A los individuos de estos grupos se les hace creer que por ser leales a la estructura gubernamental estarán a salvo de los efectos de las medidas malévolas de éste. Los individuos de estos grupos, se olvidan o no saben el principio de que la defensa común reside en la cohesión del cuerpo social del cual se han separado.

La  corrupción y el populismo que caracterizan al Estado Totalitario Moderno, y que modifica la moral y la estructura de la sociedad es creadora, a su pesar o, sin advertirlo, del efecto contrario. La sociedad busca y desea la moralidad en las actividades del Estado, las virtudes cívicas de las personas que luchan por la verdadera y sana cohesión social basada en los principios de libertad y bien común. El pensamiento filosófico marxista salió de las bibliotecas para convertirse en una fuerza transformadora de la sociedad pero es el caso, no pretende conocer a la sociedad, ni comprenderla, sino modificarla, volviendo la voluntad propia del Gobernante como la voluntad propia del Estado y alejándose de la voluntad del verdadero dueño de su destino, el ciudadano.


El hacer, la acción, de quienes luchan contra el Totalitarismo Moderno, contra la corrupción, contra la desidia política y que por sobre todo mantienen viva las ideas de la libertad Democrática (por que nace de la ley fundada en el Bien Común) son las que sostienen vivo el sistema Democrático. Una democracia que tiene que ser sostenida, seria y persistentemente,  con el constante estudio de la moral y el civismo, para su aplicación práctica dentro del ser cambiante de la sociedad. La educación cívica es el único antídoto contra el Totalitarismo Moderno, y sólo puede ser aprendido del ejemplo de quienes la defienden. 

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