Por
Lic. Fernán Camilo
Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN
ACCIÓN
http://publicacionaccion.blogspot.com
San Salvador, 6 de
diciembre del 2015.
La resistencia pasiva y
la igualdad humana, son los dos grandes principios de la política de Gandhi, y no
son aplicables exclusivamente a la India o a países subdesarrollados, sino en
cualquier país en su quehacer político; más, pese a que son fácilmente aplicables,
suelen quedarse en un lirismo abstracto, sin que ayuden a resolver los problemas
prácticos: el abuso del poder y las necesidades humanas.
La resistencia pasiva,
rompe el jurídico principio de presunción
del acatamiento voluntario a la ley, o
sea al ordenamiento manado de una autoridad. El presupuesto legal, es que toda la colectividad, acatará
determinada disposición y que, la desobediencia será la excepción, la cual debe ser castigada,
según el ordenamiento penal. Sin embargo, cuando sólo la excepcionalidad es la
que obedece, el Estado o el que ejerce la autoridad, pierde su capacidad de control
social, volviendo en ilegitimidad, su legitimidad; y entonces recae la
legitimidad, en quienes ejercen la resistencia pasiva.
Tal parece ser lo que está sucediendo en Venezuela: la sociedad se
vuelca pacíficamente para ejercer su voto, mientras que Maduro, amenaza con la
violencia, si no se elige a sus candidatos. El ejercicio de la fuerza contra la
desobediencia a la autoridad, es más efectiva que la resistencia armada, pues
ésta se limita a quien porta el arma y una resistencia de este tipo, muy difícilmente
podrá llegar a la totalidad de la población: tal fue razón del fracaso de las diferentes ofensivas
realizadas por el FMLN, durante nuestro pasado conflicto armado y causa de que la guerrilla de las FARC, no ha podido en Colombia,
obtener el poder.
La resistencia pasiva
es la acción política que a lo largo, derribará al chavismo, y pondrá fin a los Gobiernos de Correa y
Morales, a pesar de las leyes que ellos den para garantizar su reelección y
quieran usar el poder del Estado en su beneficio. Debe notarse que la
resistencia pasiva, surge cuando han sido agotadas todas las alternativas que
dan la ley y el Derecho. Se da un cambio de mentalidad al desconocer la autoridad, y carecer de los
medios y la aptitud física, para ejercer la violencia en legítima defensa.
La aplicación del
principio de la resistencia pasiva, lleva forzosamente a la igualdad social,
pues la resistencia no puede ser sólo de una clase o grupo, sino del conjunto
social; se crea una entelequia que es común. Los distintos movimientos insurreccionales
latinoamericanos, no tuvieron esa entelequia y, a su falta, se debió el
fracaso, pues buscaron su base en la lucha armada y la división de clases.
Gandhi predicaba la
igualdad social entre las distintas clases, pero la igualdad social puede realizarse
en cualquier sociedad que esté dividida en diferentes estamentos o por ideas
políticas. Es notorio, como las sociedades latinoamericanas van superando
algunas de sus diferencias ideológicas, frente a hechos que les afectan en común:
la corrupción y el ejercicio despótico del poder. El Ecuador, cuyo socialismo
se basa en el populismo indígena, ha tenido ahora manifestaciones comunes, en
contra del Gobierno, debido reformas constitucionales, para la reelección indefinida, y contra lo cual se ha afirmado, que dicha oposición es
un “juego de la derecha”, pero hay concordancia en todos los sectores, en que
dicha propuesta, es lesiva a la democracia y a los intereses nacionales. Mientras
tanto, Evo Morales, hace un llamamiento a los indígenas ecuatorianos para que
apoyen a Correa, aunque el mismo descontento generado en Ecuador, afecta a
Bolivia.
Del principio de igualdad entre los hombres, despréndese el que
todo movimiento social y el progreso nacional, dependen del ciudadano mismo, y
no de fuerzas externas, pues si así
fuese, no habría una verdadera independencia. Puede extenderse este principio a
la solución de todas las necesidades sociales: estas deben de ser satisfechas
por la comunidad misma, actuando todos en común, sin esperar a que sean otros, por
“solidaridad con el desvalido”, se hagan cargo de las necesidades individuales,
pero generalizadas en la sociedad.
Es la solidaridad que
crea la igualdad, la que puede solventar todos los problemas sociales. Pero la
solidaridad tiene que nacer por voluntad de los que padecen y no por el
criterio de terceros, que por otros motivos proponen ayuda, que a la larga,
puede volverse yugo. El asistencialismo del Socialismo latinoamericano, es el
arma que hoy esgrimen los autócratas para pretender perpetuarse en el poder.
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