Por
Lic. Fernán Camilo
Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN
ACCIÓN
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San Salvador, 24 de
mayo de 2016.
Los conceptos de Estado
Débil, Fallido o Colapsado, implican relativos parámetros políticos, usados por
los analistas, para determinar la situación interna de un Estado y, lo que puede representar, como amenaza, a la seguridad de la comunidad
internacional. La situación presente de El Salvador, permite suponer que ya ha sido analizada bajo
este contexto, pues en los últimos meses, ha
habido claramente, un deterioro
institucional muy rápido en su condición interna, que terminará afectando, no sólo el sistema democrático, sino la
estabilidad del Triángulo Norte, y por consiguiente, El Salvador representa hoy,
un Estado Débil.
Para el presente
análisis, se tomará en cuanta: a) el monopolio de la violencia, b) la
percepción del ciudadano, en relación a las funciones normales y básicas del
Estado, c) la funcionalidad de los partidos políticos y ch) la posición
internacional de El Salvador. El mayor o menor riesgo, será determinado por la
alteración del sistema democrático y el grado en que El Salvador sirva, como
plataforma para el crimen organizado y el terrorismo internacional.
El monopolio de la
violencia ya no es exclusivo del Estado: las pandillas actúan con impunidad. El
Estado no tiene capacidad de evitar las acciones letales de las mismas, ni evitar
la obtención de recursos, mediante las extorsiones y por medio del terror, el
control poblacional. El ciudadano teme más a las pandillas, que al poder del
Estado, al que considera infiltrado, no sólo en la FFAA y la PNC, sino dentro
del Órgano Judicial y la Fiscalía General de la República. Sufre el ciudadano, una
grave privación de los servicios de agua y de salud. Y considera nulo el
sistema educativo público, pues un alto
porcentaje de los estudiantes, deserta del sistema y así,
adquiere sólo las capacidades de un obrero promedio.
Ha decaído la
credibilidad en los partidos políticos, luego de conocerse los videos de sus
negociaciones con las pandillas: el FMLN dando su respaldo a los Ministros que
negociaron con las pandillas, al igual que ARENA, luego de desechar la
acusación interna, iniciada en el
Tribunal de Primera Instancia del partido, contra Ernesto Muyshondt y Salvador Ruano.
La credibilidad en los otros partidos, ya se ha perdido, por los diferentes escándalos de las
relaciones de algunos diputados con el narcotráfico y las noticias del
otorgamiento de plazas, en la Asamblea Legislativa, con fines diferentes a la
naturaleza de las mismas y, en beneficio personal de los Diputados.
La necesidad de
recurrir a financiamiento externo, para solventar el gasto corriente del Estado
y, realizar proyectos sociales, créale una dependencia hacia sus cooperantes y
a las instituciones multinacionales, pero lejos de guardar una armoniosa
relación y de hacer un esfuerzo, para ordenar, mediante el ahorro, el gasto
público, confía en que éstas entidades, proveerán un fondo de financiamiento inagotable,
aumentando el gasto corriente, como medio de sostener la corrupción interna y el
clientelismo político. Por otra parte,
da su apoyo internacional a Gobiernos antidemocráticos y a facciones palestinas, no aceptadas por el
pleno internacional.
La apariencia de la
existencia de legalidad del sistema y la migración, mayormente limitada al
territorio nacional, son lo único que nos salva de considerarnos un Estado Fallido. Pero si se diese un pacto
político con las pandillas, romperíase
esa barrera pues, abiertamente, el crimen organizado dirigiría las estructuras
políticas, forzando una migración acelerada y sería imposible, la captación de
inversión extranjera. La baja moral en la FFAA y la PNC, pueden ser un factor que exploten quienes
favorecen a las pandillas. Seriamos entonces, un Estado Fallido y por lo tanto, una amenaza para la seguridad de
los países que nos rodean.
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