Por
Lic. Fernán Camilo
Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN
ACCIÓN
http://publicacionaccion.blogspot.com
San Salvador, 11 de
mayo de 2016.
Si para iniciar la tregua, se financió a los
cabecillas de las pandillas, con doscientos mil dólares ¿de cuánto sería para
el país, el costo total de dicha tregua? Consideraremos que, según varios
estudios publicados, cuesta a El Salvador esta violencia, como daño emergente,
el 10.8% anual del PIB. Sólo el costo de la seguridad, es del 2% del PIB,
siempre anual. Con tales cifras, y las pérdidas de lucro cesante, por falta de
competitividad, asciende el costo, entre el 2009 y el 2015, al 71.8% del PIB. ¿Podría
la tregua, llevar a la ilegitimidad del presente Gobierno?
Situación que es,
fiscalmente insostenible y quien ha provocado esta descomposición social es el
Gobierno, invirtiendo los fondos públicos sin control. Esta es contradicción,
imposible de aceptar por los nacionales e, intolerable para los prestamistas
del Estado; sobre todo si éstos esperan el retorno de dichas inversiones y es preocupación
por haberse consumido fondos internacionales,
que se recibieron para ayuda y desarrollo.
El problema de las
pandillas se inició poco después de los Acuerdos de Paz de 1992. Los Gobiernos
anteriores a Mauricio Funes, las combatieron de manera ineficiente y errónea, pero
sin financiarlas. Imposible es creer que
la visita del Presidente de la OEA a los pandilleros, fuese ajena al Gobierno y
al conocimiento de Cancillería y que, el discurso de Mauricio Funes, en la ONU,
no haya sido con el propósito de que le diesen apoyo a su proyecto de “tregua”,
con las pandillas.
Las preguntas naturales
son: ¿continuarán dando créditos al Estado de El Salvador, dado su riesgo país?
¿Estarán los cooperantes, anuentes a financiar obras en El Salvador, si el
Gobierno gasta sus recursos propios y de los créditos, para favorecer el crimen
organizado transnacional? El Gobierno salvadoreño confía contar con la
inversión no occidental (China
continental) y, con el fondo de las pensiones, solventar su problema de caja. Hechos
que plantean la necesidad de medidas extremas: la CICIES y mecanismos de
contraloría alternos o ajenos al Gobierno. Estos dos mecanismos se derivan
lógicamente, del razonamiento del mismo Gobierno: “no aceptamos ninguna
injerencia extranjera o mecanismos que condicionen al Gobierno, porque sería un
cogobierno”.
Y no lo son, ni la
CICIES ni una supervisión de la empresa privada, en lo referente a los gastos
de seguridad; son la adecuación de la democracia a una realidad política.
Considera el FMLN, que el poder público ejercido por los funcionarios, debe ser
total e irrestricto, lo cual no puede ser y, cuando los mecanismos normales
fallan, porque son dirigidos por una misma entidad, dictador o poder
centralizado, no existe la función de los organismos democráticos y, esta
ausencia, obliga a contener ese poder, dentro de los límites constitucionales,
mediante la función de mecanismos alternos,
no prohibidos por la Constitución.
Signo de su apoyo claro
pero encubierto a las pandillas y, de su complicidad con ellas, es la negativa
del Gobierno a destituir a los Ministros David Munguía Payés y a Arístides
Valencia, por causa de sus vinculaciones con las pandillas. La gravísima cuestión
es ¿continuaremos sí, o no, financiando con nuestros impuestos y préstamos, la
consolidación de las pandillas, en detrimento de la seguridad del Triángulo
Norte?
Consideremos otro
punto: ¿Cómo juzgaremos unas elecciones que se realizaron bajo la coacción de
las pandillas, cuya actividad fue financiada con fondos públicos? Si fue la
coacción sobre más de seis mil personas, ¿Podría considerarse la ilegitimidad
del presente Gobierno? Las investigaciones efectuadas por la Fiscalía General
de la República, darán la respuesta.
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