Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
De sus desgracias se lamentan los partidos políticos,
víctimas de sus propias decisiones: abandono de sus principios ideológicos, por
la ambición personal de sus dirigencias. Al mismo fenómeno deben su caída,
manifestadas según sus propias peculiaridades, tanto en el FMLN como en ARENA.
El FMLN ha permanecido comunista, de su cúpula hacia
afuera y, mediante acciones estratégicas de consolidación partidaria, justifica
a su militancia, la tibieza en el ejercicio del poder. No toca en su fondo, al
sistema político y económico, permitiendo que su dirigencia, pudiese gozar de
las bondades del sistema capitalista y de los beneficios que al erario público
se le pueden robar.
Bukele se aprovechó de las situaciones partidarias, posicionándose
como líder, al señalar esas incongruencias de los partidos. El FMLN no debió
expulsarlo, más se impuso la soberbia de su cúpula, por mantener su control partidario;
sólo debió haber sido inhabilitado de sus derechos partidarios: ha sido ésta,
lección que ARENA debe aprender sobre el funcionario público disidente. Un
funcionario disidente y liberado de su partido, es germen de futuras
traiciones.
ARENA, sintiéndose
cómoda con treinta y siete diputados, se acomodó a ejercer poder sólo desde la
Asamblea, sin considerar que dicho número, se había logrado gracias a un
afortunado fenómeno y no, al fruto de su esfuerzo. Esta fuerza legislativa
mayoritaria, brindó a la mayoría de sus diputados, tal bienestar económico, que
los ha acomodado y, en vez de atender a la lucha partidaria, sólo atendieron a
la lucha interna del partido, cambiando la ideología por intereses. Esta
situación, ha causado el letargo político al votante tradicional: el voto duro.
Hoy, el liderazgo en ARENA, mídese por su capacidad de
aporte económico al partido y no, por la aceptación de sus ideas o capacidad de
conducción: fue uno de los fracasos de
Calleja, al imponerse como candidato. ARENA recibe del Estado, más dinero que
otro partido, por el número de diputados que tiene; sin embargo, no tiene ni
para pagar los sueldos de los empleados de su propia sede, debe casi la
totalidad de la deuda política que recibirá. ¿Cómo podrá sostenerse con menos
diputados, sin el subsidio estatal? Tendrá que recurrir a los financistas, pero
nadie invierte, en un proyecto que no sea “rentable” políticamente. ARENA, con
un mínimo de 14 a 18 diputados, sólo tendría la capacidad política que hoy
tienen el PDC o el PCN.
Los despidos, de los parientes de la cúpula del FMLN,
consolida, a favor de Bukele, a todos los demás empleados contratados anteriormente
por el FMLN, restándole a éste, capacidad de maniobra e inteligencia y, neutralizándolo.
Son sólo 400 despidos, contra 40,000 contrataciones anteriores, bastando con
mostrar su lealtad a Bukele, para conservar su empleo.
En ARENA no hay claridad: si no surge hoy, un liderazgo, será un
partido anodino. Algunos sugieren que podría recuperarse si los resultados de
las elecciones del 2021, fuesen favorables, sin embargo ¿con que gente?; la
militancia ha entrado en una fase de apatía y letargo, a diferencia del frente,
que se ha pasado en masa a una nueva cúpula y al liderazgo de Bukele.
Si ARENA no retoma sus principios fundacionales, y
para su cúpula y estructuras locales no deja de funcionar como un negocio (con inmensos
gastos y sin ingresos) está condenado a desaparecer y, no serán alternativas,
partidos como “Nuestro Tiempo” las que los que los substituyan, pues sus ideas
no son salvadoreñas, sino tomadas de un modelo extranjero de “la nueva era”,
que no es compatible con nuestra tradición, sustentadora de los valores
humanistas cristianos y la libertad individual. Y no será victimizándonos ni
llorando, como lograremos la libertad.
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