Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCION
En la actualidad, El Salvador vive una división
social; se funda ésta, en la incomprensión de la realidad que vive el país. Esta
división, legitima al presente Gobierno, basado en el populismo, el crimen
organizado y la corrupción.
La división social presente, no tiene por bases, la
lucha de clases, ni las luchas partidarias o ideológicas sino, el entendimiento
de la complejidad de la vida social y su relación, con el exterior. En la
medida en que, dicha relación se ignora, se cae en la simplicidad y la reacción
a los fenómenos nacionales, que se basan en la emoción mas no, en la razón, por
lo cual, los espacios para el análisis político, son intencionalmente llevados
al simplismo y la manipulación.
Por ahora, parece que el segmento social que no
entiende dichas relaciones, ha votado por aquellos candidatos, apoyados por Nuevas
Ideas, sin importar su capacidad, moralidad notoria o antecedentes políticos:
vemos con claridad, que muchos tienen vínculos con el narcotráfico, otros, con
delitos comunes y algunos, con posibles financiamientos del crimen organizado o
pandillas. Los menos objetables, tienen antecedentes de haber participado en
tres o más partidos políticos, de donde fueron expulsados o, señalados de
Crímenes de Lesa Humanidad.
Esta situación, en algún punto, tendrá que afectar la
credibilidad de Bukele, líder máximo de esta tendencia, pues si ha tenido tal
triunfo, es por la forma molecular y disipada de su movimiento que, al
convertirse en partido de Gobierno y establecer sus estructuras, y si éstas, no
pueden lograr la gobernanza esperada, provocará una colisión, con su masa de
votantes.
Si una persona en otro partido político, ha sido
corrupta o posee relaciones con el crimen organizado y luego se la elige, como
funcionario de Nuevas Ideas, continuará, con seguridad con la misma conducta
anterior, salvo que se diesen depuraciones continuas en el Gobierno, que
crearían fricción, en la estructura del mismo. Lo razonable es considerar, que
los problemas sociales, imputables a los partidos políticos, serán en el futuro,
acrecentados.
Los señalamientos sobre casos de corrupción, en El
Salvador, hechos por las autoridades norteamericanas, parecen ir aumentando,
pues poseen la “certeza jurídica”, necesaria para hacer acusaciones públicas.
En sentido opuesto, se están cerrando los espacios periodísticos en El
Salvador, para que éstos, sean ocupados por comentaristas de redes sociales o
youtubers, que no siguen la normativa periodística y, que dan contenidos
políticos ya formados, sin que dicho proceso (análisis a partir de la noticia
imparcial) sea realizado por el ciudadano.
La insistencia de dichas denuncias, se debe a que la
realidad salvadoreña, está creando un fenómeno de emigración ilegal, y que
afecta a otros países y, el dólar usado en El Salvador, sirve para el lavado de
dinero de actividades ilícitas de Latinoamérica, estimulando el crecimiento de
éstas.
Estas situaciones, afectan al país, sin que una
extensa parte de la población, sienta que estos efectos son malos; su opinión,
tendrá que cambiar, en la medida que la corrupción del Gobierno y, las
estructuras partidarias de Nuevas Ideas se afiancen más, en el autoritarismo y
la corrupción.
La última intervención de Nayib Bukele parece
provocada, por las ideas que expresaron muchos de los nuevos funcionarios, en
el sentido de poder aprovechar sus privilegios, para lucro personal.
Parece que el Gobierno, viendo su poder consolidado,
por el voto popular, hace más claras su relación con el crimen organizado y la
corrupción, en la seguridad de que, a estas fechas, ha ido construyendo nuevos
puentes con otras potencias, con las que Estados Unidos tiene conflictos
comerciales: algunos Troles, refiriéndose a las relaciones internacionales de
este Gobierno, ya hablan de “nuevos amigos”.
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