Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCION
El reclamo que los troles del Gobierno realizan, del
poder absoluto, a partir del 1° de mayo, es para atribuir y justificar, la
sujeción de la nueva Asamblea Legislativa, a la voluntad de Nayib Bukele, y debe
analizarse, no a la luz del Derecho, sino de la política, pues de ella depende,
la legitimación o no, de todos sus actos, sobre la vida cotidiana futura.
El libro de reciente publicación, intitulado “EL
DOMINIO MENTAL. La Geopolítica de la Mente”, del Coronel español Pedro Baños plantea,
como aspecto geopolítico, el dominio de la voluntad, medio de control de un Estado
y del control geopolítico. Estrategias y métodos que podemos claramente
identificar, utilizados en El Salvador, en las dos campañas pasadas.
Se dieron en la práctica, muchas situaciones que claramente
fueron inconstitucionales y, hubo otras, que se escaparon a las restricciones
legales, pero que tuvieron un efecto decisivo, en el triunfo de Bukele. El
Derecho, va siempre a la zaga de las situaciones políticas, pues regla y
estabiliza, las ya aceptadas socialmente, para crear la armonía social. Sociólogos
y antropólogos ven en el Derecho, un método de “encausamiento social” pero, por
su naturaleza, es la norma jurídica, la que debe dar estabilidad a la sociedad,
cuando ya hay una conducta, generalmente aceptada, y no ser forma de imposición
del Gobierno.
Por esta razón, el Derecho no ha podido evitar este
tipo de ataque o dominio del sistema republicano y democrático, realizado en
beneficio de Nayib Bukele. Sus troles, nacionales y extranjeros, han actuado a
manera de mercenarios, contra el sistema político salvadoreño.
Esto nos lleva a considerar el alcance y poder de
decisión de la nueva Asamblea Legislativa, pues en tales condiciones, la
representación, que ostentará, será cuestionable y, los cambios que ha
anunciado, encontraran gran resistencia en la sociedad. Resistencia que no será
de la masa, pasiva y manipulable, sino de las fuerzas vivas del país y, de las
cuales depende la actividad nacional.
La manipulación de las emociones básicas: odio, miedo,
incertidumbre y esperanza, fue base de las dos campañas anteriores, pasando a
segundo plano, lo regulado por la Constitución. Situación que sigue repitiéndose,
en beneficio del Gobierno, que consigue ingentes prestamos, utilizados sin
control o, sin la contraloría respectiva. Mientras, los aparatos de control
mental, son afinados por el Gobierno, en su lucha por mantener el poder
absoluto.
Si el Gobierno, como parte de su estrategia, insta a
manifestaciones de calle, en apoyo de tal o cual movimiento, o para legitimar
ciertas acciones, aunque éstas ya tengan la apariencia de “legítimas”, siempre serán
“ilegítimas” y generarán, un caos mayor en la sociedad salvadoreña, creando efecto
contrario al que se pretende en el extranjero: el desarrollo económico, para la
sustentabilidad nacional y evitando así, la emigración.
Mientras no exista un control territorial eficaz,
desarticulando las pandillas y el crimen organizado, será imposible parar las
extorsiones y el desaparecimiento de personas. No necesitamos manipulación
social pero urgimos sí, Estado de Derecho.
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