Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCION
La declaración hondureña de soberanía, sobre parte del
territorio salvadoreño (Isla Conejo y mar territorial), es afirmación que exige
movilización nacional y, planteamiento internacional de agresión hacia El
Salvador: tal. no ha sucedido; es tomado como propaganda electoral hondureña,
siendo en realidad, culminación de la política expansionista de Honduras, luego
de 1969 y, aprovechando las condiciones geopolíticas internacionales actuales.
Situación que conviene analizar.
El triunfo militar salvadoreño en 1969, en defensa de sus
conciudadanos radicados en Honduras, fue desbaratado diplomáticamente, por la
nación hondureña, en grado de ser altamente lesivo a los intereses salvadoreños:
la pérdida de los bolsones, que dejó abierta la puerta, para una nueva
delimitación, en el Golfo de Fonseca. Es situación, para la que no estamos hoy preparados
militarmente, anímicamente ni diplomáticamente, para defenderla.
Al proponer nosotros, la custodia conjunta de la Isla
Conejo, a inicios de 1982, para luego dejar tal tarea al ejército hondureño, pues
en ese momento, el problema era evitar el paso de abastecimientos militares
desde Nicaragua y, la persistencia guerrillera en tierra firme; es decir, que de
hecho, cedimos la Isla Conejo, sin preocuparnos de recuperarla ni de prever el
conflicto que se cerniría.
El anuncio de la construcción de mega-proyectos, desde
La Libertad hasta Cutuco, con intereses geopolíticos chinos (en su tercer
intento por ingresar a Centroamérica), acelera los planes hondureños, perdiendo
El Salvador, su potencial Geopolítico y logístico.
El dicho interés geopolítico chino en Latinoamérica,
quedó claro en el discurso del Presidente Xi Jinping, en la VI Cumbre de la
CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y caribeños), lo cual provoca
tensión económica, entre potencias, creando nuevas alianzas militares en el
Pacífico, con perjuicio de las antiguas.
Estados Unidos no ve amenaza, en la presencia
comercial china, si ésta es desarrollada en plano de igualdad y, bajo las leyes
del comercio internacional, pero sí, si lo es, con interés geopolítico (interés
hegemónico). La expansión china es amenaza, cuando su interés hegemónico, va en
conjunto con el militar.
Los troles oficialistas salvadoreños, argumentan que
Nayib Bukele, debería ser Presidente de Centroamérica. Las distintas maniobras
propagandísticas en Honduras, para buscar la desestabilización del Presidente
Hernández, pretenden tener carta de presión, en las pretensiones de un canal
seco, entre el Pacífico y el Atlántico, según intereses Chinos y, como alternativa,
al Canal de Panamá; estas amenazas, aceleran los planes de expansión hondureños,
que ahora van a mantener una estabilidad geopolítica en el área, a costa de los
intereses salvadoreños y, buscando nuestra desventaja diplomática.
Cualquier cambio, en la soberanía actual del golfo de
Fonseca, podría volver inútil el puerto de Cutuco, el aeropuerto en la Unión y,
el desarrollo ferroviario centroamericano y cualquier Zona Económica en el
Pacífico.
Si el nacionalismo acuerpa a Bukele, estaremos apoyando
el imperialismo chino en Centroamérica, y si defendemos la soberanía nacional y
nuestros intereses geográficos, nuevamente entraremos a un conflicto mundial.
Si toleramos las pretensiones hondureñas, perderemos nuestra
soberanía, en el Golfo de Fonseca y, en una extensión de mar, superior a la
terrestre. El mar, es nuestra única riqueza sin explotar y, la única esperanza,
para nuestra población hacinada en tan reducido territorio. Ante la debilidad
de nuestro Gobierno, pudieran extenderse las pretensiones hondureñas en otros
sentidos, pero siempre con desmedro de nuestra soberanía.
La disyuntiva actual, es responsabilidad de Nayib Bukele,
quien pretende para cimentar su poder interno, atraer fuerzas que no podrá
controlar. Todo desarrollo centroamericano, debe ser conjunto y con neutralidad
Geopolítica; no buscando ser el más “cool” o menospreciando las soberanías de
los otros. Si logra Bukele mantenerse en el poder, no habrá destino halagüeño en
el país, ni paz en Centroamérica.
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