Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCION
Las acciones del Gobierno, aunque transgrediendo la
Constitución, han pasado sin ninguna protesta: no así, sus acciones a nivel
internacional y su actuación, en sus funciones de protección, ordenamiento y,
subsidiariedad, que son cada vez más descuidadas, generando creciente rechazo.
Al inicio de su Gobierno, Nayib Bukele planteo, por
medio de sus allegados, la reelección presidencial. Este hecho, debió encender las
alarmas institucionales, pues tal acción, trae como consecuencia, la pérdida de
los derechos de ciudadanía, conforme al Artículo 75 inc. 4° Cn., y si la
institucionalidad no lo aplica, procede el Artículo 88 Cn., da paso, al derecho
de insurrección, para deponerlo.
Al no actuar la institucionalidad, han venido acumulándose
las violaciones constitucionales: la remoción de la Sala de lo Constitucional y
del Fiscal General de la República, quienes deberían primeramente, señalar,
este tipo de violaciones a la Constitución: al no hacerlo, perdieron fuerza política, para hacer cumplir la Ley y
hoy, son instituciones que no cumplen su misión constitucional, en lo referente
a la contraloría de poderes y, a lo que interese al Gobierno.
La pérdida sin consecuencias, de la función política,
de la Fuerza Armada: cumplir y hacer cumplir la Constitución, ha permitido que
se pierda, el control territorial del país, siendo ejercido por las pandillas,
hasta poder determinarse en mapas, con claridad, las zonas que usufructúa cada
pandilla.
Admitir por un diputado oficialista, que cada
salvadoreño debe cuidarse, para no ser “desaparecido”, es reconocimiento a
dicha realidad. La captura de droga en España, Nicaragua y Costa Rica, en una
semana, implica que el control territorial de las pandillas, ya está al
servicio del narcotráfico y, que nuestro país, se ha convertido en centro
logístico de la droga, prueba es de la ineficacia, de los mandos de la PNC.
Todos estos problemas que se presentan en nuestro Estado,
vuelven invivible el país, por ello, se da la emigración a las ciudades: 120,000
al año, para luego, emigrar a Estados Unidos, por no tener este país, las
condiciones necesarias, para la vida en sociedad. Nuestro Gobierno ve, en dicha
emigración, una posibilidad de futuras remesas y, un instrumento de presión
política. En ambos casos, son erradas sus visiones, con la finalidad del
Estado: dar a sus ciudadanos lo necesario, para su desarrollo, en el país.
Esto se aprecia claramente en el exterior, por ello se
le exige al gobierno, respeto al Estado de Derecho y, al ver que nuestra
economía se deteriora, por las acciones del mismo Gobierno, se pierde la
confianza en El Salvador y, se vuelve isla, que se hunde cada vez más.
Lo vemos palpablemente con el reciente pacto, entre
Honduras y Nicaragua; nuestras acciones excluyen a El Salvador, con grave
perjuicio de su soberanía: el Gobierno ya no puede defenderla. Mientras este
sueña con la unión centroamericana y que Belice renunciase a la mancomunidad
británica y Panamá, a su dominio del canal, en beneficio de Centroamérica y,
que los Gobiernos del área, depositasen su soberanía en Bukele.
Hoy el Gobierno promueve la contratación en el sector
privado, pero subsidiando el 50% de los salarios. Esta medida induce a la
pregunta ¿de dónde lo pagará el Estado, si tiene que cubrir ya una brecha
fiscal de 1,200 millones? ¿Será para crear una crisis de liquidez, en beneficio
del Bitcoin u otra criptomoneda asociada al Gobierno y la familia Bukele?
El Gobierno, inicia nueva fase de crisis política,
responsabilizando de todos los males políticos y económicos a Estados Unidos,
para poder realizar una nueva purga interna y de sus opositores, en aras de un
mayor poder dictatorial.
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