Por
Lic. Fernán Camilo
Álvarez Consuegra
San Salvador, 28 de
junio de 2013.
La actual
desorientación de nuestros políticos refleja una omisión de carácter estratégico,
cuyo origen, está en la creencia de que ellos gozan de poder absoluto, por lo cual, han renunciado a elaborar ideas
fundamentales y premisas ideológicas, en virtud de las cuales se justifica su
comportamiento en la vida social y política.
Palabras inútiles
resultan ser las que prescriben libertades abstractas sino se concretan dentro
de un sistema político; si se coarta en la práctica, una libertad política, el
poder es totalitario, fuere cual fuese la forma o estructura política que se
sustente.
El rasgo fundamental de
todo totalitarismo moderno, está en sus métodos: anonadamiento o adormecimiento
de las libertades naturales y el abuso que se hace de las organizaciones
estatales, masificando la sociedad y sofocando de ésta, la vida social
espontánea. “Reduciendo a los pueblos a un conformismo dócil y ciego en pensamiento
y en juicios” (Pio XII, Discurso sobre la Opinión Pública, 18/2/1950). Como
consecuencia natural de éste conformismo dócil y ciego vemos que se ha coartado
la libertad de expresión, en cuanto se refiere a la exposición pública del
carácter y vida política de los candidatos Presidenciales. Débese admitir, que
cada uno de ellos, tiene su propia historia, privada y pública, la cual define
su personalidad y cuyo conocimiento permitirá, a los votantes elegir según su
conciencia o parecer. Si el ciudadano va a entregar el futuro de su nación a la
capacidad moral e intelectual de un individuo, es justo y necesario que lo conozca
tanto en su vida privada como pública, pues en el carácter de su gobierno, será
reflejo forzoso de sus virtudes y de sus defectos que han sido manifestados en
todos los aspectos de su vida.
La libertad de expresión
es la herramienta única con que cuenta el partido político y la ciudadanía en
general, para dar a conocer las virtudes
de un candidato y las deficiencias y defectos de su opositor: es como si cada
partido tuviese una balanza en cuyos platillos colocase, sin tapujos, virtudes
y defectos de su candidato y de sus opositores y los mostrase a los electores.
Éstos a la vista de virtudes y defectos, en razón de sus deseos y aspiraciones,
elegirán con pleno conocimiento de las virtudes y los defectos de su candidato.
En conclusión, coartar
la libertad en la propaganda, en cuanto a los candidatos presidenciales, por
parte de la Asamblea Legislativa, en detrimento de la legislación penal y
civil, es no sólo privar a la ciudadanía del conocimiento necesario y
conveniente de quienes aspiran a gobernarle, sino es también, ocultar la verdad
y que se elija a ciegas como si el ciudadano fuese incapaz de juzgar sobre la
personalidad de un candidato que no puede ofrecer otra cosa que su
personalidad, en la que forzosamente hay bueno y malo; malo y bueno que se ha
reflejado en su vida privada y pública.
Cuando se promulga un
Decreto Transitorio, para prohibir que una persona o grupo, se refiera en contra
de un determinado candidato, está, este
Decreto, probando el poder político de
quien no cree ser aceptado, por causa de sus hechos pasados y prueba también, la fragilidad de su candidatura, refleja sus
intenciones totalitaristas encubiertas. Es más, cuando el propio Presidente de la República,
se hace eco de tal reclamo, estamos también
ante un hecho de Gobierno Totalitario. Esta actitud, define la
desorientación política de quienes ejercen el poder político en El Salvador y,
abre las puertas, para que la opinión pública piense que la corrupción, es el
motor político de quienes ejercen el
poder público actualmente.
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