Por
Lic. Fernán
Camilo Álvarez Consuegra
San Salvador, 8
de marzo de 2014.
El Salvador y
Venezuela se encuentran en los extremos evolutivos del Socialismo del Siglo
XXI. Esta evolución no puede entenderse verse políticamente aislada, sino en su
contexto geopolítico latinoamericano y, en cierto sentido, en el mundial.
El Socialismo
del Siglo XXI, es tan insostenible aquí en Latinoamérica como lo fue el
comunismo en Europa, por tener ambas ideologías las mismas bases económicas,
con la diferencia de que no es la carrera armamentista y la ineficiencia en la
productividad, los que la hunden, sino el populismo y un área de influencia inflada
artificialmente. Mientras en Venezuela,
la ciudadanía lucha contra el Socialismo del Siglo XXI, en El Salvador, se
presenta a este, como la mejor opción política y económica. Mientras que en
otros países como Ecuador, Bolivia y, en cierta medida Argentina y Brasil, el
desencanto por los Gobiernos socialistas se acrecienta, tanto en lo económico
como en lo político, pues presionan a la oposición por vía de la fuerza, sutilmente
primero y, luego más descaradamente.
El populismo es
insostenible: ofrece satisfacer todas las necesidades básicas de la población,
empleando para ello primero, los recursos
que el Estado obtiene naturalmente, y después el de los entes privados,
consumiendo conjuntamente, los recursos propios con los ofrecidos por Venezuela (ALBA), para ampliar el hinterland
de este país. En el proceso, como es natural, ahuyentan la inversión extranjera
y la reinversión de recursos nacionales, llegando únicamente, capitales
“golondrina”, los que a lo largo, no
benefician el desarrollo sostenible del Estado, sino más bien lo entorpecen y
disminuyen.
Parte esencial
del populismo del Socialismo del Siglo XXI, es potenciar las diferencias
preexistentes en los diferentes Estados, ya sea el indigenismo, las diferencias
sociales y étnicas y, en El Salvador muy
particularmente, las pandillas. En el caso de El Salvador, la consolidación de
las pandillas por parte del Gobierno, es una amenaza potencial a la seguridad norte
y latinoamericana, pues en el proceso de cohesión, se les está dando una
identidad política que, aunada al antinorteamericanismo, propio del Socialismo
del Siglo XXI, crea una potencial amenaza interna que tendría repercusiones
hacia el norte, tanto en la exportación de estas nuevas ideas políticas, como
con su relación actual con el narcotráfico y posiblemente, como apoyo a otros
grupos declarados “antiimperialistas”.
Al aporte de las
pandillas al esquema oculto del Socialismo del Siglo XXI, es necesario agregar
que un Gobierno, directamente del FMLN, pondrá a El Salvador, dentro de la
esfera venezolana y por consiguiente, dentro de las áreas de influencia de
conveniencia de Venezuela, dentro de su concepción multipolar.
El FMLN como
Izquierda, no ha evolucionado: su esquema ideológico, sigue siendo el de la
Guerra Fría; si bien ha cambiado en su forma de actuar o de manifestarse
políticamente, siempre obedece a la estrategia del Frente Unido y no, a una
evolución o cambio ideológico. Mientras que la Derecha, ha evolucionado a
partir del Golpe de Estado del 15 de Octubre de 1979 y, se ha sobrepuesto a la
presión norteamericana, en favor de la Democracia Cristiana de los años
ochenta, como medio de arrebatar bandera a la Izquierda revolucionaria. Posición
que parecen favorecer el ex Embajador de los Estados Unidos, William
Walker y la Congresista Ana Sol Gutiérrez.
Sugerir que el
FMLN no es ya una amenaza y que ha evolucionado hacia la democracia, es no
reconocer las amenazas sobre los Estados Unidos y la naturaleza propia del FMLN,
dirigido siempre por sus comandantes de guerra. El FMLN que, abiertamente
sostuvo durante la Guerra Fría, los intereses soviéticos y chinos en Centroamérica,
los sigue sosteniendo hoy, en favor de
los mismos principios ideológicos, pero en derredor del poder de Venezuela y
que, al declararse los intereses de la Federación Rusa en América Latina, de
hecho, volvemos a la misma situación dada, durante la Guerra Fría. El FMLN no
ha desmentido esa posición, ni ha dado muestras reales de un alejamiento de su
antigua visión geopolítica; es más, conciben un mundo multipolar, en el cual
sus relaciones sean hacia el sur, el este y el oeste.
La
sostenibilidad del régimen de Maduro, depende de la fuerza que tenga la
oposición interna y de las sanciones internacionales
que se ejerzan sobre Venezuela. Está claro que Maduro, no tiene la habilidad
política y habilidad que caracterizó a Chávez, por lo que sería de esperar, más arrebatos como el dado contra Panamá, por lo que de no disminuir la presión
interna, ante la represión gubernamental, podría preverse una caída del
régimen, de lo contrario, éste podría estabilizarse, manteniéndose el peligro
que representa para El Salvador, la amistad del FMLN con tal Gobierno.
El FMLN aún se
encuentra en su etapa de consolidación de poder, por lo que, si ganase las
elecciones el día 9 de marzo, podría dictarse una serie de medidas contra
aquellos grupos que han acuerpado a la oposición. Si pierde las elecciones,
utilizará las instituciones gubernamentales que controla, para obstaculizar al
Órgano Ejecutivo, además de un fortalecimiento de su trabajo territorial,
mediante el uso de sus nuevos cuadros, de las pandillas y del ALBA.
El Salvador y
Venezuela, representan dos extremos
evolutivos del Socialismo del Siglo XXI, y es necesario que se tomen en serio
las potenciales amenazas a la seguridad americana, derivadas de los principios
ideológicos de dicho Socialismo y su relación con ideologías afines en sus
objetivos: la destrucción de los Estados Unidos y del sistema liberal y
democrático en las Repúblicas Latinoamericanas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario