Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCIÓN http://publicacionaccion.blogspot.com
San Salvador, 27 de abril de 2014
Ya desde julio del
2012, el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales de Estados Unidos
(CSIS), planteo la posibilidad de que las pandillas criminales, quisiesen
aprovechar la supuesta tregua de no agresión entre ellos, para convertirse en "actores
políticos". Las redes de operación de las pandillas, ha revelado que
tienen en Nicaragua la capacidad de comprar misiles tierra-aire y trasladarlos
a un centro de distribución de armas en el Bajo Lempa, para después entregarlas
a las FARC, en Colombia.
La alta capacidad de las
pandillas de realizar operaciones clandestinas, sólo es posible por la
conjugación de tres elementos: cohesión, red de poder o “contactos” y la
práctica del terrorismo. La cohesión de las pandillas ha sido posible por las políticas
fallidas de “la mano dura”, “mano súper dura” y “cero tolerancia”. El
inadecuado enfoque del origen de las pandillas, que se puede apreciar en el
documento “Pandillas y Políticas
Públicas: Caso El Salvador”, de José Miguel Cruz y Marlon Carranza, editado
por la UCA, pero deja en claro que el proceso de cohesión y evolución de las
pandillas, sigue el camino desde la familia y avanza, hasta el crimen
organizado, pasando por grupos juveniles, barras y pandillas; sus acciones como medio de supervivencia van
en escala, desde la violencia-victima-testigo,
hasta el homicidio, atracos y narcotráfico.
La cohesión de las
pandillas viene forjándose desde el 2002; tiempo más que suficiente para que su
supervivencia haya evolucionado, frente a su enemigo natural: el Estado. El
ciudadano común es visto por los
pandilleros como “vaca lechera de su
propiedad”, que se encuentra en su territorio, al cual considera su “feudo”,
garantizando su propiedad con los grafitis de su pandilla, clica y pandillero.
Esta cohesión se ve reforzada en dos extremos: en sus niveles más bajos, en los
que el pandillero necesita de la “mara” para cubrir todas sus necesidades básicas:
vivienda, alimentación, reproducción y protección. En los niveles más altos de
sus estructuras, son los que el Gobierno necesita para sostener su imagen pública de
garantizar la seguridad del ciudadano, pero que utiliza para sus agendas
políticas ocultas.
Para probar esta
segunda fuente de cohesión, cito un párrafo del artículo intitulado “El gobierno de El Salvador negoció con
pandillas la reducción de homicidios”, por Óscar Martínez, Carlos Martínez, Sergio Arauz,
Efren Lemus, publicado en Rebelión.Org, el 27/3/12 y que dice: “Ese
mismo día, un agente de inteligencia del Estado aseguró que, según le habían
revelado fuentes directamente involucradas en la planificación, la estrategia
es dirigida por el coronel Simón Molina Montoya, quien asesoró en inteligencia
al actual ministro de Seguridad y Justicia, David Munguía Payés, cuando este
último era ministro de Defensa. Molina Montoya es el segundo al mando en el
Organismo de Inteligencia del Estado (OIE). La consideración por el
Gobierno actual, de que la pandilla
puede servir a sus intereses políticos, es razón para la cohesión entre pandillas
rivales, pues la unión les dará mayor fuerza para recibir altos beneficios del
Gobierno.
Un hecho lleva a
lo otro, la conveniencia de uno, lleva a la conveniencia del otro. Las
relaciones con las pandillas, a nivel social,
se extienden a sus familiares, dependientes de los ingresos del
pandillero, formando una red que cubre todo El Salvador y parte del extranjero,
donde haya asentamientos de inmigrantes salvadoreños, lo cual permite a quienes
tienen interés político y forman Gobierno, tener acceso a una red clandestina
que pueden usar ventajosamente; y la
cual ha sido capaz de llevar misiles tierra-aire desde Nicaragua a El Salvador
y después a Colombia, sin ser detectado por los servicios de inteligencia o
policial de estos tres países, o por el Comando Sur de los Estados Unidos. No
sería de extrañar que en un momento, se hiciese público que Salvador Sánchez
Cerén, el FMLN y la inteligencia Venezolana, estuviesen involucrados en tal
tráfico, en el cual, las pandillas sólo habrían sido su instrumento. La fotografía
de Salvador Sánchez Cerén, con los altos mandos de las FARC, en clandestinidad,
es muy sugerente de lo que pudiese suceder y más aún, cuando la Dirección del
Órgano de Inteligencia del Estado (OIE) sólo responde al Presidente de la
República y, el Director anterior de la OIE, es hoy el Ministro de Justicia y Seguridad Pública, Ing.
Ricardo Perdomo.
El uso del
terrorismo, es el instrumento más eficaz como arma en manos de las pandillas,
pues atemorizan a la población, no sólo con el propósito de obtener el dinero
de ésta, sino el control territorial que
ponen al servicio de los Cárteles de la droga. ¿Qué tiene más fuerza coercitiva:
la cárcel (por el Gobierno) o la posibilidad de ser asesinado junto a toda
familia (por la Pandilla)? La respuesta es clara. Por tal razón, todas las
políticas públicas que conlleven una pena menor que la muerte, serán inútiles
para su extinción o disuasión. Sólo el aislamiento total de los pandilleros,
puede iniciar la desarticulación de esta estructura; sin embargo, si el Gobierno
no está sinceramente interesado en realizarla, no será posible desarticularla,
a no ser que la presión ciudadana juntamente con la presión internacional lo
logren; no por conveniencia sólo de El
Salvador, sino por la seguridad interna de los países en donde la Pandilla
opera: El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá,
Colombia, México, Estados Unidos, España (especialmente en Cataluña).
Considerando la forma de crecimiento de las Pandillas MS 13 y 18 en el extranjero,
es muy probable que en algún cercano momento, puedan interactuar con las pandillas de origen árabe que ya
actúan en la Unión Europea. Son muestra
de lo que pudiera suceder, la capacidad de las Pandillas de actuar juntamente
con el Cartel de los Zetas y con todo aquel que les pueda proveer beneficios a
cambio de dinero y cobertura política.
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