Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCIÓN http://publicacionaccion.blogspot.com
San Salvador, 28 de abril de 2014
“La
libertad es un mar borrascoso. Los hombres tímidos prefieren la calma del
despotismo”. Tomás Jefferson
Las pandillas, el
Gobierno y la Izquierda revolucionaria, tienen cada uno, sus propios objetivos,
pero lo cual no significa que éstos, sean completamente excluyentes entre sí:
tienen algunas coincidencias aunque al margen de las necesidades de El Salvador
como Nación o como Estado democrático, dentro de la comunidad internacional.
El objetivo de las pandillas
es el dominio territorial para cumplir fines de aprovechamiento delincuencial dentro
del mismo, por ello exigen, en términos generales, cuatro puntos fundamentales,
que pueden conocerse, en la petición entregada al Secretario General de la OEA,
José Miguel Insulza, por la carta que fue entregada, por intermedio del Padre
Toño y la nota enviada a Mauricio Funes y que (filtrada por descontentos con
esta negociación ilegal): primero, derogación de las leyes que como pandillas
les son restrictivas; segundo, acuartelamiento de la Fuerza Armada; tercero,
beneficios económicos colectivos y; cuarto, beneficios carcelarios para los ya
presos. De hecho, esas cuatro puntos ya han sido logrados y por lo menos,
planteados de alguna manera a la
población.
Los beneficios dados a
los internos más peligrosos, ha permitido consolidar su mando desde las
cárceles, estableciendo cadenas de mando fluidas y expeditas y, acrecentada así
su capacidad operativa. Los presupuestos para la PNC y la FAES (exiguos por
insuficientes), han limitado su operatividad en las acciones antipandillas. La
Fiscalía General de la República, no ha aplicado la legislación ya existente
para este caso en particular, sino que cada delito de las pandillas, ha sido
manejado como un hecho “individual”, relativo al acto de una o varias personas,
sin su relación con actos previamente orquestados por el crimen organizado,
pues es imposible que los agentes
investigadores de la PNC, puedan relacionarlos como tales, ya sea por falta de
personal, por presupuesto exiguo o limitaciones estrictamente legales. Por
último, en la negociación con las pandillas se habla de “la responsabilidad de
la sociedad y la colaboración que las empresas en la solución de este problema
en la solución de este problema”.
Lo que el Gobierno
pretende, es que la imagen del país, no sea la del más violento del mundo, sino
que parezca cumplir los estándares internacionales, pero sin importar si esta
baja de homicidios, se debe al sometimiento de la población o al dominio de una pandilla
sobre la otra; lo que cuenta menos para el Gobierno, es el cumplimiento de la
Constitución Política, y por eso los funcionarios pretenden buscar soluciones bajo argumentos
oscuros, “políticamente aceptables”, que satisfaga las intenciones de las pandillas,
guardando cuidadosos las debidas
apariencias.
Sin embargo, dadas las
diferencias evolutivas, entre la MS 13 y la 18, frente a los beneficios que
pueden recibir del Gobierno y, la posibilidad de tener una participación mayor
en el control territorial, se ha desatado entre ellos, nuevamente, la guerra, la cual,
como es natural, se extiende hacia la
población y los entes de seguridad pública.
Para mayor claridad de
esta situación, citaré como ejemplo, el caso del Bajo Lempa y Zacatecoluca, y
también de las áreas más populosas de
San Salvador. En la primera, el control territorial para el trasiego de armas y
drogas (pasajes tradicionalmente utilizados por la guerrilla del FMLN para sus
fines logísticos y que formaba parte de su línea de abastecimientos desde Nicaragua),
jamás ha sido desarticulado, por que el dominio del mismo estaba en la
población natural del lugar, o de los asentamientos creados ad hoc. Su
importancia va hoy, en el sentido de controlar las zonas que serán beneficiadas
por el FOMILENIO II y percibir su beneficio económico mediante el control de
sus polos de desarrollo. Aunque ahora ya no son parte de la cadena de
abastecimiento antes citada, sí sirven a la droga y a las pandillas, pues por allí se aseguran una fuente de ingresos
los lugareños, pues es un área de pobreza extrema. En cuanto al centro de San Salvador y su periferia, si controlan
el mayor centro poblacional y por eso, la zona de mayor distribución y consumo
de droga, sus ingresos están asegurados.
La disputa entre la MS 13 y la 18, permite
valorar el grado de desarrollo de la primera, que se extiende hasta líneas de
autobuses, pequeños negocios, influencia en Iglesias protestantes etc., ha
comprendido cómo puede utilizar el sistema social en su beneficio; mientras que
la segunda, sobresale por su violencia, en un accionar más “primitivo”. Sin
embargo, no es menos peligrosa que la primera, por su capacidad terrorista y su afán de sobresalir en
barbarie.
Por otra parte, la
izquierda revolucionaria, excluida del actual Gobierno, no por diferencias
ideológicas, sino por estructura de
poder, está planteando situaciones tradicionales de Izquierda, y que complican la posición internacional y gobernabilidad
del FMLN. Por hoy, la bandera que esgrime la Izquierda revolucionaria, es la de
una nueva política de drogas, bajo el eslogan: “Yo apoyo. No castigo”, cuya pretensión
es la despenalización del uso de drogas en El Salvador. Si bien en algunos
Estados de los Estados Unidos, ha desaparecido la prohibición a la mariguana,
la tendencia y razonamiento imperante en estas organizaciones de Izquierda, es
la suramericana: siendo la hoja de coca
y la mariguana, de esta región, se afirma que su explotación y consumo es un derecho su explotación, como lo ha
sostenido Evo Morales, Pepe Mujica y lo
sostuvo Hugo Chávez (que hasta propuso que ALBA fuese una distribuidora de los
productos de la coca).
Esta posición en el
caso nuestro, puede complicar las relaciones internacionales del actual
Gobierno y, además, favorecería indirectamente al narcotráfico salvadoreño: las
pandillas, las que monopolizan la comercialización y siembra de mariguana,
también se verían favorecidas. Por la posición geográfica de El Salvador, se
convertiría nuestro país, en el centro de trasiego “legal de la droga”,
fortaleciendo el poder de las pandillas y de los Cárteles de la droga, en vez
de disminuirlo o anularlo.
Lo único que puede
evitar un acrecentamiento del poder de las pandillas, que son entidades
criminales, es que éstas no obtengan, por parte del Gobierno, beneficios
ilegales e inconstitucionales, además de evitar la despenalización en el uso y
comercialización de las drogas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario