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viernes, 8 de agosto de 2014

EL SALVADOR…. ¿UN ESTADO FALLIDO?


Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCIÓN  http://publicacionaccion.blogspot.com
San Salvador, 8  de agosto de 2014.

El señor Arzobispo de San Salvador, en su homilía de la misa AL DIVINO SALVADOR DEL MUNDO, hizo la advertencia de que El Salvador, está a punto de ser un Estado fallido. En respuesta, el Presidente Sánchez Cerén llama a tener fe y confianza en que su gobierno tiene capacidad para que el Estado no caiga en tal peligrosa condición. Monseñor Alas, con la autoridad de la iglesia católica de velar por la conservación física del individuo (cede de su alma inmortal) expresó su visión de la situación política actual de nuestro Estado. Limitarse a contradecir a tal alta autoridad, no es la solución. Es preciso que el gobernante actual imponga de inmediato las condiciones para evitar la dicha peligrosa situación.

Con el propósito de dilucidar dicha controversia: Arzobispo – Presidente, son pertinentes algunas consideraciones sobre el concepto de Estado fallido. Para aclararlo débese tomar  como referencia tres elementos: soberanía, fines del Estado e instituciones que lo conforman. Son éstos, tres parámetros de los cuales se derivan de los elementos que conforman el Estado y de la percepción de su funcionamiento.

Desde el punto de  vista de la soberanía ésta no se ha perdido en cuanto se refiere a soberanía externa pero sí, ha desaparecido internamente ante el accionar de las pandillas y el narcotráfico. En cuanto a los fines del Estado: mantener la paz interior, facilitar el desarrollo de la vida social, son actualmente inexistentes; los homicidios diarios, todos los hechos punibles, el incumplimiento de las obligaciones civiles y en consecuencia el colapso de los  tribunales y la incapacidad del Estado para poder cumplir con sus promesas de campaña por falta de recursos y su imposición de nuevos impuestos, que la actividad privada deberá cumplir a costa de su progreso y desarrollo, son todos indicadores de la posibilidad de un Estado fallido.

Si bien el nombramiento de los distintos funcionarios públicos funciona eficientemente y así mismo los procesos de elección de primer grado, las instituciones del Estado, funcionan parcialmente, bajo criterio eminentemente partidario y no político, con un muy claro ocultamiento de la corrupción gubernamental. La única institución que conserva la integridad, es la Fuerza Armada, pero su posición es inútil como Poder Nacional si no se emplea en la restauración del orden de la soberanía (externa, en el caso de la isla Conejo e interna, permitiendo que la mara y el narcotráfico tomen control del territorio nacional).

La única razón por la cual aún no somos un Estado fallido, es por el reconocimiento internacional de ser Estado de El Salvador y de tener un Gobierno constituido; más, las acciones que éste está planeando y ejecutando, nos llevarán a que tal situación  se considere en el concierto internacional: son tres las acciones que nuestro país ejecuta y  que pueden provocar dicha situación: primero haber reconocido a una entidad terrorista sin reconocimiento en el plano internacional como un Estado; es la otra la posición política ante los compromisos económicos internacionales. Pues en ambos casos, nuestro  actual Gobierno confía en que su sustento internacional se lo darán los grupos minoritarios y antidemocráticos del concierto internacional. Y por último, la de querer utilizar la migración forzada de los salvadoreños y las legislaciones extranjeras para su beneficio propio.

Síntoma de la posibilidad de un Estado fallido y que debe considerarse, es la percepción del ciudadano común frente a la seguridad física y jurídica del país; es posible apreciar ésta, por el beneplácito con que se ha recibido la modificación en el procedimiento de captura en el caso de legítima defensa,  que ya no se le considera como hecho “excepcional” sino un hecho “normal” y además; esta ley que posiblemente no será sancionada por el Presidente, ha dado pie para que un candidato del principal partido de oposición y con sumo “sentido populista” proponga: “tomemos nuestros nuestras pistolas y a plomo agarremos a los delincuentes”; tal llamado ha sido aplaudido por ser expresión de un sentimiento general,  inaceptable sin embargo para un Estado de legalidad. Pero esta acción popular es reconocimiento que ya se es o se está a punto de ser un Estado fallido.


En resolución, en vez de criticar la opinión del señor Arzobispo, el Presidente debería reflexionar muy seriamente sobre dicha posible situación y buscar medidas para contrarrestarla, pero fuera de sus concepciones ideológicas erradas sino considerando la idiosincrasia del pueblo salvadoreño y sus verdaderas necesidades en el mundo moderno. Ha sido la lección que nuestra autoridad religiosa ha pretendido dar al Gobierno.

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