Por
Lic. Fernán Camilo
Álvarez Consuegra
San Salvador, 11 de agosto de 2014.
En diferentes medios de
comunicación ya escritos, o ya en programas de opinión: analistas de tendencia
de Izquierda (aunque desvinculados del Gobierno) piden insistentemente que,
después de haber llamado a consulta a nuestro embajador en Israel, se efectúe
una mayor presión diplomática, sin especificar qué tipo de acciones deben de
tomarse, pero entre líneas se entiende que desean un rompimiento de relaciones
diplomáticas con dicho país. Y esto, se argumenta utilizando las declaraciones
del Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon y obedece al propósito de
promover la paz en área y el respeto al Derecho Internacional; más, la posición
salvadoreña no aportaría nada a dicho propósito pero sí crearía, un efecto
contrario. No debemos de ver las acciones del Gobierno salvadoreño, separaras
del entrono de la Izquierda latinoamericana, que ha expresado su favor a la
causa palestina, pues daría al terrorismo la seguridad de que sus métodos son
correctos, lo cual sería un sentimiento proclive a efectuar nuevos futuros
ataques al suelo israelí; legítimamente, Israel respondería a dichos ataques, provocándose
de este modo, la agudización del conflicto Palestino – israelí.
Las condenas que hasta
hoy han caído sobre Israel por parte de los Estados unidos y los Estados
miembros de la Unión Europea y la ONU, han sido en razón de “la proporcionalidad
de la respuesta” y no condena a su Derecho de legítima defensa. Débese por otra
parte, considerar que no siendo los grupos terroristas miembros de la ONU,
cuando atacan a Israel, no pueden ser objeto de condena internacional. Es
conveniente advertir que estos comentaristas de Izquierda, aplican el Derecho
Internacional a su conveniencia; más éste, debe ser aplicado dentro de un
contexto geopolítico; considerar si con las acciones propuestas no se causará
un efecto diametralmente opuesto al pretendido por el Derecho o, si se está
encubriendo, por cierto muy pobremente, una filiación étnica antisemita.
Para evitar estos
errores de percepción en la política internacional, debemos servirnos de la
Geopolítica, en el sentido a la que se refiere el francés Ives Lacoste: los
razonamientos geopolíticos, ayudan a comprender mejor las causas de
los conflictos, y también a considerar sus consecuencias para la paz
regional o mundial. En razón de tan atinada opinión, débese ver en el Oriente
Próximo como una serie de "Conjuntos Geopolíticos",
siendo cada conjunto como, todo espacio integrado por Estados, con
características y problemas relativamente similares, pero sin
considerar si sus relaciones sean buenas o no entre sí, ni si
que política o económicamente se presenten solidarios. Un conjunto
geopolítico implica primero proximidad y luego interacciones espaciales de
conformidad a zonas climáticas, etnias, religión, organización económica
y fundamentalmente, la necesidad de común para desarrollarse en un
entorno seguro. Lo que no impide, que entre los Estados que lo integran,
continuamente esté presente la competencia, la cooperación y
el conflicto.
Viendo en perspectiva
los Conjuntos Geopolíticos de Oriente Próximo, es posible distinguir vinculados
tres grupos: a) Creciente Fértil (Autonomía Palestina, Israel, Jordania, Líbano
y Siria), b) la Península Arábiga (Arabia Saudí, Bahréin, Emiratos Árabes
Unidos, Kuwait, Omán, Qatar y Yemen), y
c) Oriente Medio (Afganistán, Irán y Pakistán). A estos conjuntos débese agregar
el denominado Proceso de Barcelona, el cual fue proyecto geopolítico
propuesto por el gobierno de España y apoyado por la Unión
Europea en 1995, en la cumbre euro-mediterránea, celebrada
en Barcelona. El objetivo de tal
Proceso de Barcelona, fue coordinar diversas políticas relacionadas con el
desarrollo económico entre los países de la cuenca mediterránea, la lucha
antiterrorista, la promoción de la democracia y los derechos
humanos, y también la creación de un área de libre comercio, de intercambios
culturales, etc.; todo lo cual fue ampliado en el Proceso de Barcelona: Unión
para el Mediterráneo, en el 2008.
Por las diferentes
fuerza geopolíticas antes descritas, en octubre del 2012, el Ministro ruso de Relaciones
Exteriores, Serguei Lavrov, dijo que algunos países parecen interesados en
estimular la violencia, refiriéndose a los conflictos ya existentes como parte
de un “rediseño geopolítico” del Medio Oriente y que “es
parte del rediseño geopolítico del Medio Oriente, donde los diferentes actores
tratan de proteger sus propios intereses”. Rusia tiene interés
geopolítico en área del Oriente Próximo,
hoy partiendo de Siria, Irak e Irán. Y es en esta última relación, en que aparece el bloque de países
latinoamericanos de países que se encuentran apoyando a Palestina y que, al
parecer, obedece a los intereses Venezolanos expresados en su visón geopolítica
del ALBA, los cuales responden en apoyo a cualquier fuerza en el Medio Oriente,
que sea contraria a los intereses norteamericanos y europeos. Conviene destacar
que las relaciones internacionales entre Venezuela e Israel, son muy débiles, y
que Venezuela, ha promovido en su país, el antisemitismo, lo cual se ha
extendido a los países simpatizantes del
chavismo.
Los intereses
norteamericanos y europeos en el área del Oriente Próximo, es el de mantener un
abastecimiento constante de petróleo y sus derivados, lo cual necesita un clima
de paz o de relativa calma; posición que deberíamos apoyar en El Salvador, dada
nuestra dependencia de dichos recursos, pues aunque nuestro consumo proviene
principalmente de nuestra zona, no estamos fuera de las bandas de precios mundiales
y, con una economía débil, cualquier variación nos afectaría grandemente. Las opiniones
de los analistas de Izquierda salvadoreña, sólo se apoyan en un aspecto de la
realidad del conflicto Palestino – Israelí, pero los intereses nacionales,
deben ser valorados en un entorno geopolítico y no, estrictamente académico, lo
que siempre sería posible debatir.
Por último, dentro de
este gran juego de argumentaciones, si se valora la relación, costo – beneficio,
en las acciones militares del conflicto Palestino – Israelí, desde un punto de
vista del terrorismo, en el caso de darse una escalada diplomática contra
Israel, sería ésta, favorable al terrorismo
y favorecería más ataques en el futuro,
causando en consecuencia muchas víctimas
civiles, posiblemente en ambas partes. Todo lo cual sería muy juicioso de
evitar políticamente.
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