Por
Lic. Fernán Camilo
Álvarez Consuegra
San Salvador, 3 de agosto de 2014.
El giro de la política
exterior salvadoreña, en favor del grupo terrorista Hamas y las acciones
orquestadas en ese mismo sentido, con Ecuador, Brasil, Chile y Perú, son signos que denotan un cambio radical en la
política de relaciones internacionales salvadoreñas; sin embargo, no son lo
único, pues tenemos también cambios en la política exterior económica, en la
política interior y en la social. Y todos estos cambios en conjunto, nos
perfilan como un país totalitario y por consiguiente, opuesto a la democracia.
El acelerado deterioro
de nuestra economía, sin que el Gobierno tome medidas para detenerlo, es signo
de la confianza que éste tiene en la posible ayuda económica que puedan
brindarle los países que conforman el BRICS (China, Rusia, India, Brasil y
Sudáfrica). Las reformas económicas recientemente aprobadas en la Asamblea
Legislativa, son importantes, no sólo por el impacto económico directo, sino
también por las consecuencias que tendrán hacia futuro, y que desalentarán,
inevitablemente, nuestra capacidad de producción interna con fines de
exportación y, por otra parte tenemos también la aplicación del principio de la “bancarización de la
economía”.
Si bien la bancarización de la
economía se define como “El uso masivo del sistema financiero formal
por parte de los individuos, para la realización de transacciones financieras o
económicas; incluyendo no solo los tradicionales servicios de ahorro y crédito,
sino también la transferencia de recursos y la realización de pagos a través de
la red bancaria formal.” En la práctica, permitirá al Estado un control
directo de la economía formal y la anulación del “secreto bancario”; además, por
motivos políticos y no económicos, estimulará el crecimiento de la economía
informal.
Las medidas sociales se perfila como un mayor
asistencialismo en cumplimiento de la
oferta electoral del partido gobernante, pero que es imposible poderla
satisfacer a mediano plazo. Además, se
advierte un retomar de los hechos del pasado conflicto armado: acciones de
guerra en la que murieron combatientes del FMLN, con el propósito de deducir hoy responsabilidades sobre sus muertes, y con
la finalidad de cohesionar electoralmente “estas víctimas”, en derredor del
FMLN. También debemos esperar un mayor crecimiento de las dos pandillas
principales y un aumento en el trasiego de droga, debido a relación de las
autoridades gubernamentales con las pandillas y el narcotráfico, pues permiten al
FMLN, de manera indirecta, tener un control territorial mayor y efectivo, sin
la intervención “gubernamental”. Esto último, fácilmente apreciable es claro
signo en el desalojo de amplias zonas por parte de la
mara, pero con el propósito de éstas de realizar posteriormente en las mismas,
su asentamiento y efectuar el enlace con zonas mayores controladas por ellos,
para asegurar su paso libre y el de la droga.
En cuanto a las estructuras del
Estado, a excepción de la Fiscalía General de la República, todas las
instituciones se encuentran bajo el control partidario del FMLN y así es
posible ejercer mayor presión sobre la
Sala de lo Constitucional. Puede, por consiguiente preverse las intenciones
claras de realizar un cambio estructural en las filas de la Fuerza Armada de El
Salvador, pues el número de sus efectivos es casi irrelevante en relación con
la Policía Nacional Civil y, por los hechos de corrupción con que se están
señalando a las más altas jefaturas castrenses, es la oportunidad para su
substitución por las “milicias populares”, en un cambio de la doctrina militar
y de todos sus mandos, como lo planteado, desde hace muchos años por el FMLN
guerrillero en Comayagüela y se ratifica en los comentarios de las autoridades
del presente Gobierno, sobre sus ambiciones en relación con la FAES.
Parece que al FMLN, su
disminución en la aceptación popular no le genera preocupación, siempre y
cuando pueda mantener el apoyo internacional, del cual goza. El FMLN está
seguro de que puede mantenerse en el poder fácilmente, gracias al marketing
político de desprestigio contra sus opositores (explotación del caso Paco
Flores, CEL-ENEL etc.) aunado a su incapacidad para ejercer una oposición
congruente y firme de parte de sus opositores políticos. Cuenta además con el
hecho de que el 90% de los jóvenes no está interesado en la política
partidaria, debido a que consideran que son los políticos los causantes de los
mayores males del país y, en tal creencia se excluyen de las votaciones. Por
último, el FMLN cuenta que con la capacidad económica del Gobierno, pueden
llegar a cualquier arreglo en la Asamblea Legislativa, gracias a la corrupción
reinante en dicho órgano de Estado y que caracteriza a los diputados, sin importar su filiación
partidaria.
Juntos todos estos elementos,
nos llevaran inevitablemente y seguramente hacia un totalitarismo; dada la
posición política negativa de los jóvenes, cuando ellos se den cuenta de esta
realidad, ya tendremos una situación política complicada muy difícil de
revertir. En realidad son los jóvenes – por su gran número – quienes ingresando
en las distintas organizaciones cívicas ya existentes o en las que posiblemente
se crearán en el futuro, tendrán fuerza
suficiente para revertir este estado de cosas, pues los “partidos de oposición”
no lo son en verdad y no pueden actuar fuera del sistema dominado por el FMLN.
Así sólo los movimientos cívicos ya sea independientes o en apoyo
circunstancial a los partidos de oposición podrán revertir el socialismo a que
nos lleva irremisiblemente la actual política del FMLN.
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