Por
Lic. Fernán Camilo
Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN
ACCIÓN
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San Salvador, 17 de
mayo de 2015.
La beatificación de Arnulfo
Romero, es el triunfo de la Teología de la Liberación y el giro de la Iglesia
Católica, al populismo y así mismo es el inicio de una lucha abierta, entre el
catolicismo y el protestantismo, por la influencia terrenal de ambos, dentro de
los gobiernos latinoamericanos.
La Teología de la
Liberación, obedece al último impulso de la Revolución soviética de 1917. El 25/11/1989, la economista e investigadora
soviética Irina Zorina escribe, en razón de la Conferencia Internacional sobre
la Política Exterior de la URSS, impartida en Madrid: "El sentido más importante
del cambio en la política soviética con relación a Tercer Mundo, que supone la
perestroika impulsada por Mijail
Gorbachov, es el rechazo del enfrentamiento con Occidente en esos países" (publicado
en el periódico El País, España). Aunque era la intención soviética, detener
una confrontación imposible de sostener, su impulso inicial, generó una
sinergia propia en Latinoamérica, que en cierta forma, fue predicha por
Gorbachov, al tocar el tema sobre Latinoamérica, en su obra: PERESTROIKA,
Nuevas ideas para mi país y el mundo.
La misma fuerza que
mantuvo con vida los movimientos
revolucionarios latinoamericanos al cese de la Guerra Fría, hasta el grado de
que sus antiguos cuadros lograsen el poder, por la vía democrática, es la que
ha mantenido viva la Teología de la Liberación y a sus representantes. Sin
embargo, la toma del poder por parte de estas fuerzas, no ha podido garantizar,
la solución a los problemas latinoamericanos, ni lograr su aceptación general, por lo que son sólo una expresión más de poder y, de ninguna
manera, una nueva conciencia.
Las declaraciones de
Ion Mihai Pacepa, antiguo General de la policía secreta de Rumania, dadas a la agencia noticiosa católica
ACI Prensa, explican que, la Teología de la Liberación, fue concebida por el General
soviético Aleksandrer Sakharovsky, jefe del servicio de inteligencia extranjero
(razvedka) de la Rumania comunista y quien, posteriormente, fue jefe del
espionaje soviético, el PGU1. El 26 de
octubre de 1959, Sakharovsky y Nikita Khrushchev, se reunieron en Rumania. Khrushchev, quería quedar en la Historia, como
el líder soviético que exportó el comunismo a América Central y Sudamérica.
Rumania era el único país latino, en el bloque soviético y Khrushchev quiso
enrolar a los “líderes latinos”, en su nueva guerra de “liberación”.
La relación deseada por
Khrushchev, era que surgiese de los países latinos europeos, la idea de liberación en Latinoamérica, siguiendo los naturales
lazos que existen entre los países
latinos. A partir de tal proyecto, dio inicio el apoyo a las desviaciones dentro
del catolicismo, ya surgidas como consecuencia natural y lógica del pensamiento
racionalista y evolucionista.
A partir de la idea que
los problemas sociales del aislamiento y de la marginalización actúan como
inhibidores de la evolución y que la evolución requiere de la unificación del
sentido (fin). Es por lo que ningún futuro evolutivo aguarda a la persona, si
no es en asociación con los demás. Esta es proposición del sacerdote jesuita francés,
Pierre Teilhard de Chardin, a partir del concepto de que el universo, es guiado por la Ley de la “complejidad-conciencia”,
definida como “una colectividad armonizada de conciencias, que equivale, a una
especie de súper conciencia”. Así se establecen las bases filosófica y
teológica, para concluir que, la misión de la Iglesia católica es
exclusivamente terrenal, en función de la misión de Cristo, como liberador de
las ataduras terrenales del hombre, las
que finalmente llevaran al hombre, a una
conciencia universal.
La evolución de estas
ideas, en relación con las luchas revolucionarias latinoamericanas, fue lo que
influyó a Arnulfo Romero, por lo cual
sus ideas, consideradas no apegadas a la ortopráxis de la Iglesia católica
tanto, durante la gestión de San Juan Pablo II, como durante la de su Santidad
Benedicto XVI, no permitieron que la
beatificación de Arnulfo Romero continuase, ya que el origen de su práctica, no
sólo era una desviación, sino que seguía una agenda estrictamente política y no,
pastoral. Sólo es hasta el advenimiento de Jorge Mario Bergoglio al papado,
cuando procede su beatificación, como un acto político ratificador de la Teología de la Liberación: nueva
tendencia oficial de la Iglesia Católica, para Latinoamérica.
La imagen de Arnulfo Romero
es aceptada como la misma guía política de la Iglesia Católica y las distintas
iglesias protestantes, no siendo su imagen aceptada universalmente por la
feligresía, ni aún en su país de origen; todo lo contrario sucedió con la beatificación
y canonización de San Juan Diego
Cuauhtlatoatzin y del Santo Hermano Pedro de San José Betancur, ambos elevados a los altares por su Santidad
San Juan Pablo II.
La utilización de Arnulfo
Romero como justificador de acciones políticas, tendientes a la preservación
del poder, enfrentará a la Iglesia Católica con el protestantismo, pues éste
último es el preferido por las fuerzas socialistas, para su penetración dentro
de la sociedad, ofreciendo al efecto “cuotas de poder” a sus pastores, quienes así aseguran la expansión de su feligresía;
feligresía que originalmente fue católica.
La imagen de Arnulfo Romero, no se asocia directamente con la prédica y mística
del catolicismo, sino con las luchas revolucionarias; situación que le aleja
del católico tradicional provocando la separación entre la Iglesia Católica progresista
y la tradicional, lo que debilita el catolicismo. Es una repetición de las
acciones de los sacerdotes progresistas latinoamericanos que permitieron el fortalecimiento
y expansión del protestantismo, frente a las exigencias políticas de dichos sacerdotes a su
feligresía
En el futuro, será excluido
de su participación dentro de las actividades gubernamentales, todo el que no
exalte la personalidad de Arnulfo Romero y promueva su visión política. Ya lo
estamos viendo, con la creciente participación de líderes protestantes en el
actual Gobierno de Salvador Sánchez Cerén y que, se ha repetido el uso de
símbolos religiosos como emblema político, en otros países socialistas
latinoamericanos.
Arnulfo Romero fue una víctima
del pensamiento político del progresismo
religioso, guiado en El Salvador por los sacerdotes jesuitas. Como lo plasman diferentes informes, fue
considerado un sacerdote indeciso e influenciable, lo cual quedó demostrado con
sus homilías, que muchas de ellas fueron
inspiradas por Ignacio Ellacuría y quien
también pereció víctima de su conspiración revolucionaria.
Arnulfo Romero es un símbolo
político del progresismo religioso, que asentado hoy en el Vaticano, traerá más bien luchas que unidad, dentro de la Iglesia Católica,
pero que sobre todo, al no creerse en su santidad ni en el origen de su martirio,
sufre la credibilidad en la santa institución de la Iglesia Católica, pero la
que por su misma divinidad, superará sus errores terrenales como prueba inequívoca
de su origen y destino divino, y aunque éste hecho, no sea visto por la
presente generación, no nos queda nada más que confiar en que así será, por
voluntad divina.
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