Según algunos, la
población sufre un abstencionismo del 63%
y va en aumentos: no es este un fenómeno espontaneo, ni mero rechazo a
los políticos, sino consecuencia de un
lento cambio en el pensamiento social, que puede ser explicado, estudiando las
ideas del filósofo italiano y teórico del marxismo, Antonio Gramsci, pues sin
la comprensión práctica de sus teorías, es imposible poder elaborar una
estrategia, capaz de revertir el abstencionismo salvadoreño, y que agobia hoy, a la mayor parte de los
países latinoamericanos.
El concepto de la
Guerra Popular Prolongada, propio de nuestro pasado conflicto armado, está
basado en el principio filosófico –político, de “la revolución pasiva”, que
consiste en la necesidad de una revolución que lograse interesar al mayor
número posible de personas, ganando la opinión del pueblo. La Guerra
Popular Prolongada, es la aplicación político-militar táctica de ese principio, el cual
fue también empleado por Mahatma Gandhi, en la liberación de la India,
sin uso de armas, pero sí, de la fuerza ciudadana.
Gramsci concibe que el
Estado es dictadura más hegemonía, o sea que el aparato del Estado, establece
ciertas funciones “consensuales” (reconocimiento de ciertos derechos sociales
garantizados por el Estado) mientras la sociedad civil, también puede cumplir
funciones represivas y controles directos, mediante la transformación social,
modificando al Estado y que éste, imponga nuevas normas, por medio de la
coercibilidad. En estos roles, pueden entrecruzarse las funciones y, cambiar el
pensamiento social, para que se genere un cambio revolucionario.
Durante nuestro pasado conflicto, el BPR, FAPU, el MERS,
las LP-28 y otros, cumplieron el papel de organizaciones civiles, que
presionaban al Gobierno para impulsar la revolución. Terminado el conflicto, la
UCA en 1996, promovió la creación de un
foro concertación económica y social con organizaciones de la sociedad civil,
como un contrapeso a las gremiales organizadas en la ANEP. Esta idea,
fructifica en el Gobierno de Funes,
rompiendo el equilibrio del natural peso político, de las gremiales
nacionales y hoy el Gobierno, utiliza este mecanismo, para crear organizaciones
gremiales artificiales que encausen la opinión pública, creando derecho contra
intereses naturales de la economía. Por ello, se ha elegido hoy a Gregorio
Sánchez Trejo, como Presidente de la SIGET, y en igual estrategia, se modificó
el salario mínimo y se influirá la elección de la siguiente Sala de lo
Constitucional.
El efecto secundario de
esta manipulación social, es la apatía política, pues pese a no estar de acuerdo con los
nuevos cambios sociales, la imposibilidad de actuar políticamente, causa primero, ira que se resuelve en
frustración; por último, frustración y
conformidad, porque no se altera con
ello, la vida íntima.
La corrupción política,
provoca exclusión en la participación ciudadana, pues para que dicha corrupción se mantenga,
es necesaria la confidencialidad y secretismo que sólo pueden ser mantenidos
por los cómplices y por consecuencia, la
manipulación del sistema democrático. Esto anula la participación ciudadana, dándose
el abstencionismo.
Toda la estrategia del
Socialismo del Siglo XXI, está basada en Antonio Gramsci y sólo el retomar de los
valores liberales de Latinoamérica que primero la hicieron libre y rica después,
se puede revertir la apatía electoral. El estudio y aplicación práctica de sus
obras, se hace en todos los órganos divulgativos y de enseñanza del Socialismo
del Siglo XXI.
La participación
política debe ser estimulada desde las gremiales, como defensa de sus
intereses, pero en vez de dirigir sus esfuerzos hacia el Estado, deben dirigirlos hacia sus afiliados, para que, de la conciencia colectiva, haya
una reacción contra el Estado que hoy nos oprime utilizando la estructura del
Estado, pero sin su democracia.
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