LA POLÍTICA EXTERIOR
SALVADOREÑA Y EL TPS
Para poder entender la
causa de la pérdida de los TPS para el
área centroamericana, débense apreciar las políticas exteriores y las condiciones internas de cada país,
pues la decisión de los Estados Unidos, sólo
es reflejo de nuestras políticas internas, en relación con los efectos e
intereses de dicho país.
Pueden definirse los
Gobiernos Centroamericanos como
“premodernos”- según la clasificación que nos presenta el diplomático británico
Robert Cooper en su obra “El
imperialismo liberal”-. Estos Gobiernos son los que, incapaces de tener control
sobre grupos o facciones son o están, por convertirse en escenarios de luchas
internas que escapan a su control y, por lo que para sus ciudadanos, ya no es opción de vida el residir en sus países.
El polo de Centroamérica es el Triángulo Norte: allí
se concentra la mayor inestabilidad de la región y es el origen de la emigración hacia los
Estados Unidos. Guatemala, Honduras y El
Salvador, tienen zonas controladas por el narcotráfico y las maras, lo cual obliga a sus habitantes a emigrar, creando canales de posible infiltración
terrorista, creando una carga social y
política al país que les acoge.
Los Gobiernos de la
región, no tienen la intención ni la
capacidad de controlar y evitar sus problemas internos; indirectamente los
trasladan hacia otros Estados, por conducto de la emigración, y si se le agrega
una política exterior hostil hacia los Estados Unidos, es natural pensar en una
“política de contención regional”,
siendo sus primeros signos, la cancelación
del TPS y restricciones a la ayuda económica.
La inestabilidad de
Centroamérica induce a la cancelación del TPS. Nicaragua, como el país más estable de la región, parece
que está a punto de entrar en una espiral de tensión interna, debido a la falta
de espacio político y la apatía creciente del votante. Guatemala ya dio los
primeros signos de inestabilidad futura,
que denota su corrupción, apatía y la influencia de la izquierda radical.
El Gobierno
salvadoreño, no busca la estabilidad interna: alienta la emigración
al pactar secretamente con las pandillas. Profundiza la crisis económica,
restringiendo la libre iniciativa privada y aumentando impuestos. Como efecto
indirecto de sus políticas internas, crece la emigración hacia los Estados
Unidos. Mientras que la Cancillería salvadoreña entretanto, se convierte en el
eje diplomático de la estructura geopolítica del ALBA contra Estados Unidos y ridículamente, le solicita un trato
solidario para con sus emigrantes.
La infiltración del
narcotráfico, en la economía salvadoreña, son tan notorios para los sistemas
bancarios internacionales, que se han
endurecido los parámetros que se exigen a El Salvador, en tal sentido, como
país dolarizado, hasta considerar de hecho, que todo dólar que entra al sistema
financiero es posiblemente, de lavado de
dinero, sobre todo si los mismos funcionarios tienen relación directa con el
narcoterrorismo.
La apatía del votante y
una amenaza de fraude electoral superior
al anterior, son una amenaza de inestabilidad en Nicaragua y El
Salvador, que se traduce en una mayor amenaza
para los Estados que recogen, de manera permanente o transitoria, nuestra emigración.
Los países a los que Centroamérica puede hoy afectar, han procurado combatir la
corrupción interna de esta región, sin lograr avances, pues su existencia se
basa en la misma corrupción nacional y los funcionarios están comprados por el
narcotráfico.
El sólo señalamiento de
la corrupción de los presidentes centroamericanos es un indicador de la falta
de transparencia y la inaplicabilidad de los principios de Buen Gobierno, que caracteriza a Gobiernos estables e
institucionalmente sólidos. Los Gobiernos centroamericanos son proclives a
mayores crisis internas, al priorizar sus intereses ideológicos históricos y
corrupción, sobre los intereses nacionales.
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