Por
Lic. Fernán Camilo
Álvarez Consuegra
Un extranjero nos ha
visto como “agujero de mierda”: la Embajadora de los Estados Unidos ha
pretendido suavizarlo, pero lo dicho es apreciación que hizo quien dirige la
política migratoria de los Estados Unidos y así, nos indica qué poco puede esperar
El Salvador.
Para entender el
alcance del sentimiento y palabras de Donald Trump, conviene comprender que
la política norteamericana se ha guiado,
desde la Doctrina Monroe (1823) hasta el presente, por un total
pragmatismo, ahora matizado por las
ideas del filósofo norteamericano Richard Rorty, creador del neo pragmatismo.
Dentro de esta corriente, se sitúa trayectoria de Trump, quien ha usado el
sensacionalismo en los medios, para lograr sus objetivos financieros y
políticos.
El sentimiento hoy imperante en Estados Unidos es que el país
debe recuperar su grandeza y poderío: la impune quema de su bandera, fue un desafío directo a ese sentimiento y, aunque las expresiones anti inmigrantes sean “políticamente
incorrectas”, prueban el sentimiento hoy imperante en los Estados Unidos.
El sacerdote jesuita sociólogo y geopolítico Xavier Gorostiaga,
consideraba que los países centroamericanos, las Antillas, Surinam y Guyana,
poseían intereses comunes que son de tipo estructural, histórico y geopolítico.
Tal concepto, explica el enfoque regional de los Estados Unidos, pues sus intereses no son locales, sino globales. Su enfoque en
la estructura particular del triángulo norte, se debe a su fragilidad ante las
amenazas que significan el narcotráfico, corrupción, la emigración e infiltración terrorista.
En ese contexto, El
Salvador no tiene importancia para los
Estados unidos, por el contrario, nos
hemos convertido en un problema para su Seguridad Nacional y, un voto en su contra
en los foros internacionales; con un gobierno claramente adverso, que no ha
cambiado desde la Guerra Fría, su pensamiento antinorteamericano.
A ningún salvadoreño le
ha gustado que se llame a su patria
“agujero de mierda”, pero tenemos que
reconocer que nuestro Gobierno ha conferido el derecho para que se nos insulte, pues fueron nuestras autoridades las que primero
quemaron la bandera norteamericana, en acto
público y partidario, al que la diputada Lorena Peña, no dio importancia
política, pues busca, al igual que sus homólogos, causar el mayor daño posible a los Estados
Unidos y con ello, mostrar desprecio por todos los valores tradicionales de El
Salvador: el amor a la libertad, el pleno ejercicio de la misma y nuestra independencia
de cualquier interés foráneo.
Nosotros los salvadoreños, deberíamos dar un mensaje político, no
electoral, al FMLN: realizar un acto público y quemar las banderas de Cuba y
Venezuela, a quienes sirve nuestro
Gobierno, y enarbolar la bandera de las Provincias Unidas de Centroamérica,
para indicar que nuestros intereses son centroamericanos y no, foráneos. La
quema de la bandera del FMLN, en tiempo
de campaña, sería un acto electoral y enarbolar banderas partidarias, sería
restringir la participación e intención ciudadana.
Si el pueblo
salvadoreño, no se hace escuchar en una sola voz soberana, cualquier extranjero pensará que puede
pisotearlo, como lo están haciendo venezolanos
y cubanos y otros, pensarán que vivimos en un “agujero de mierda”, nido de políticos corruptos y mareros
narcotraficantes; incapaces de exigir nuestros derechos y sostener nuestra independencia: sólo
salimos huyendo, abandonando nuestra patria, que guarda los huesos de nuestros
antepasados, que sí, sostuvieron nuestra independencia.
Me llega la idea de enarbolar la bandera de las ”Repúblicas Unidas de Centroamérica” y eliminar a tantos partidos políticos que solo andan tras las canongias políticas que puedan robarle al Estado. Solo en ESA TEMOS 8 partidos donde un grupito de pícaros ladrones andan viendo como se componen ! ELIMINÉMOSLOS DE UN PLUMAZO !!
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