Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Clara señal ha
enviado el Presidente Bukele: primera y principal: “yo mando en El Salvador”,
segundo, gobernaré por voluntad de Alá y, tercero, quien se oponga, será destituido
o expulsado. El efecto de sus troles, parece que ha sido superior al que él
esperaba: pensaba manipular a la masa y ésta, quiere ya ver, a los diputados
fuera de la Asamblea y de toda estructura partidaria,
El hecho y mandar
que abriesen la Asamblea Legislativa sólo para él y, colmarla de policías y
militares, fue demostración de su dominio político, por vía de las armas y que
están bajo su control policía y Fuerza Armada, siendo efectivo el juramento
exigido a su persona y no a la República, como correspondía.
El Alto Mando,
considera que está obedeciendo la Constitución, pero en la interpretación que
hace de la misma, el Presidente Bukele, así que de esa manera, la
interpretación de la Constitución, ya no recae sobre la Corte Suprema de
Justicia y concentra, en su persona, el ejercicio de los tres poderes del
Estado, pues sólo las estructuras gubernamentales que acaten sus designios,
conservarán sus puestos: así el funcionamiento republicano no será efectivo: tendremos
la estructura de una monarquía absoluta o, la de una dictadura.
El rezar en la Asamblea
Legislativa conforme al rito de un musulmán, pidiendo la inspiración de Dios,
es propio del que se cree “ungido” por Dios (como un rey en la Europa medieval
o un Emir en el mundo árabe), declarando así, su verdadera fe, la musulmana y,
la creencia de su superioridad sobre los infieles (los cristianos).
La tímida
respuesta de los Estados Unidos y la Unión Europea, refleja la esperanza de que
se mantendrá en su línea de política internacional, según sus expectativas, haciéndose
de la vista gorda en cuanto a su política interna. Bukele la seguirá la línea
internacional de USA y la UE, sólo mientras a él le convenga, pues ya ha establecido
puentes con otros apoyos: en Medio Oriente, China, Rusia y Turquía.
De hecho han sido
anulados los partidos políticos mediante el sometimiento de la Asamblea
Legislativa: sólo queda la oposición nacida de las organizaciones cívicas y, se
les sumarán, poco a poco las gremiales, en la medida que les afecten las
acciones de Bukele; surgirán entonces, nuevos liderazgos.
Los políticos
tradicionales no están enfrentando a Bukele, pues hay un espíritu de negación;
de lo contrario, sería necesario considerar que el sistema del cual ellos
viven, ha desaparecido, no en favor de la sociedad, sino de la estructura que
depende de un dictador.
Nadie saldrá a
defender a los políticos, aunque eso implique la defensa de la
institucionalidad nacional, pues el trabajo de los troles contra los partidos,
ha sido tan efectivo, que ha superado las expectativas. Hoy la sociedad desea, la
destrucción de los partidos políticos y de la Asamblea Legislativa, como retaliación
a los años de expoliación que han llevado a cabo, a costillas del pueblo
salvadoreño y de la manipulación intrapartidaria.
La policía y la
Fuerza Armada ahora apoyarán a Bukele hasta el final, pues su existencia está
ya en juego: al mostrarse en favor de su Comandante y no, de la Constitución,
han cambiado la doctrina que viene constante desde 1979 y, se han convertido en
sostenedores de un dictador teocrático.
Pese a ese
sentimiento generalizado, necesario es la preservación de las instituciones democráticas
del país y que, nuestra Constitución mande. Debemos de limpiarla de los
políticos corruptos e incapaces de luchar contra este nuevo mesiánico dictador.
Es la labor de las instituciones cívicas y de todo salvadoreño que se considere
republicano y demócrata. La Constitución y la soberanía no se defienden solas,
el ciudadano las sostiene.
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