Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
El fracaso de la concentración en la Asamblea
Legislativa, anunciada y convocada por Walter Araujo, prueba que las acciones
realizadas por el Presidente Bukele, carecen de legitimidad: sus acciones pasadas
o futuras, en tal sentido, sólo fueron y serán debidas, a su deseo de
concentrar poder, para ocultar su corrupción e incapacidad, ya advertidas por
la sociedad.
Bukele, por medio de Walter Araujo, ha tratado de
convertir el descontento generalizado contra los diputados y partidos políticos,
en su apoyo, para lograr un cambio en el sistema, alterando la institucionalidad
nacional y así, legitimar dicho cambio por vía de la fuerza.
Si bien hay un descontento por el mal manejo interno de
las cúpulas partidarias, esto no concede carta blanca al Órgano Ejecutivo, para
que se imponga por vía de la fuerza, a los demás órganos de Gobierno. También
queda claro que, la actitud de los jóvenes, aunque quieren cambios, no están dispuestos
a apoyan cambios en contra del sistema, pero sí, sobre los políticos.
El descenso en la popularidad de Bukele, señalada a
inicio de semana, por el periódico digital Elsalvadorgram -un medio especializado
en el segmento poblacional de los Millennials (población nacida entre 1980 y el
2000, quienes se caracterizan por el uso de la tecnología) -deja en claro que,
el apoyo presumible a Bukele, es limitado y nacido de la insatisfacción con
quienes dirigen el sistema y no, contra el sistema mismo o, que tendrán una
manifestación callejera en favor de Bukele. Se limitan a seguir las tendencias
creadas por los troles, expresándose desde sus celulares, pero sin llegar a
manifestarse callejeramente. Esto explica que el apoyo hacia Bukele, es el
resultado del descontento hacia las cúpulas de los partidos políticos y, es un
voto, de rechazo, para éstos y no, de aprobación para el Presiente, lo cual
limitará sus acciones futuras.
La alarma de la sociedad civil, expresada a inicio de
semana, marca el principio del descenso de Bukele, pues de las observaciones
internacionales, sobre lo sucedido en El Salvador, ha sido coincidente, con lo
expresado por la sociedad civil y, la falta de apoyo a la insurrección
planteada por Araujo, legitima el llamamiento a la institucionalidad del país,
hecho por la sociedad civil.
También ha quedado claro que, los partidos políticos,
han tenido una oportunidad para replantearse su papel de oposición: el FMLN,
sólo respondió con amenazas de lucha callejera, mientras ARENA, ha optado por
negociar; los otros partidos políticos, se han dividido, aceptando calladamente
las propuestas de Bukele, pero asegurándose de seguir disfrutando sus
beneficios en la Asamblea Legislativa.
Si bien la sociedad civil, puede hacer un llamamiento
a la institucionalidad del país y luchar por ella, no por eso, va a usurpar las
funciones de los partidos políticos, defendiendo sus intereses o curules. Es la
sociedad, la que tiene que decidir sobre ello, en las urnas el 2021.
La Sala de lo Constitucional, abrió la posibilidad, de
las candidaturas independientes y, ha habido necesidad de dos elecciones, para
que haya un independiente; esta figura, puede considerarse como un complemento
al sistema de cocientes y residuos, para permitir el pluralismo político, pero
la sociedad sigue votando por el partido político y no, por el independiente.
Por ahora, con un descenso en la popularidad de Bukele
y la falta de cohesión interna entre GANA y NUEVAS IDEAS, es muy probable que esté
en riesgo, un dominio futuro en la Asamblea Legislativa, por parte de Bukele.
En los meses siguientes, podrá apreciarse mejor este descenso, en la aceptación
de Bukele y su nueva relación, con los partidos políticos que contenderán el
2021.
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