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lunes, 23 de marzo de 2020

LA IMPORTANCIA DE LA SOLIDARIDAD HUMANA



Por      
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCION .

En tiempos normales, la solidaridad es virtud que ha permitido la vida social de muchos salvadoreños. Gran parte de la población vive en una crisis constante, pero es aliviada por la solidaridad de sus familiares, amigos o extraños. Actualmente, por las medidas gubernamentales la solidaridad forzosamente, tendrá que desaparecer, porque las personas y las familias, ya no podrán satisfacer sus propias necesidades y mucho menos, ayudar a otros.

La sociedad salvadoreña, en cuanto a su relación económica con el Estado, puede dividirse en cuatro segmentos: 1) grandes contribuyentes, 2) generadores de IVA y renta (pequeña y mediana empresa, natural o jurídica), 3) asalariados 4) personas fuera del sistema. Estos cuatro segmentos son todos responsables del bienestar social, en su conjunto.

Podrán sobrevivir los grandes contribuyentes, en cuanto sean útiles al Estado, conforme al criterio del Gobierno y, sea necesaria su actividad, para el desarrollo nacional, por el hecho que son los epicentros de la actividad económica: significativa es la presencia de Bobby Murray Meza, quien siempre ha sabido ser contemporizador con todos los regímenes, e incluso con la antigua guerrilla.

La carga económica, ha recaído sobre la numerosísima clase media, que  genera IVA y renta, en una intermediación entre el gran contribuyente y los asalariados, el remanente de esta actividad, llega a los que están fuera del sistema; se agrupa aquí, la inmensa mayoría de pequeños propietarios, que viven del alquiler de un inmueble y, por el desorden en que se ha desarrollado la ciudad, y las necesidades no cubiertas por la seguridad social, muchas casas de habitación, son hoy locales comerciales o de habitación, que no podrán percibir el alquiler, pero que sí deben cumplir con el “hecho generador”: pagar los impuestos respectivos. Este segmento sufrirá la mayor iliquidez y, en consecuencia, la solidaridad desaparecerá.

Los asalariados conservarán su liquidez, pero no por mucho tiempo, pues al alcanzar la curva de sostenibilidad, a las empresas de las que dependen, sus trabajos serán insostenibles, causando incapacidad para la solidaridad, impidiendo la recuperación social. Un ejemplo de ello, son las pérdidas de la industria del café que está en vías de extinción, al cerrar los beneficios por la incosteabilidad, su maquinaria vendida a otros países y las fincas parceladas o abandonadas.

Dentro de este segmento, se encuentra el sector informal, que alquila o posee una casa, que recibirá el subsidio de $ 300.00 dólares, pero que luego tendrá que cancelar sus obligaciones contractuales, luz y teléfono a otros particulares y Gobierno central y local, si la actividad económica no existe, tendrán serios problemas e incapacidad para la solidaridad, no por voluntad, sino por carencia propia.

La cuarta categoría, la forman los indigentes o quienes realizan los trabajos más humildes y en muchas ocasiones, ni DUI o NIT poseen: viven en mesones, comunidades piratas o las calles; están alejados de la ayuda gubernamental y necesitan asistencia directa, en estos momentos, porque trabajan llevando bultos en los mercados, tareas mínimas diarias o, pidiendo limosna en una esquina. Sufrirán, porque la solidaridad es ya imposible.

En todos los niveles es posible apreciar la solidaridad entre parientes, conocidos y aún con extraños, pero en la actualidad, si se carece hasta de lo necesario, la solidaridad, no es posible. El Gobierno pretende que cada hogar subsista con un salario o con una asistencia gubernamental, sin que haya posibilidad para la solidaridad que beneficia al necesitado; los hogares, en base a la solidaridad, permiten la convivencia social.

Sostener este sistema, sólo lo podrá hacer el Gobierno, por vía de la fuerza: dictatorialmente,  como lo fue en Cuba, en enero de 1959, por Fidel Castro.




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