Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Cuatro factores impiden el crecimiento de la economía
nacional: 1) falta de competencia 2) costo de la delincuencia y narcotráfico,
3) tendencia a crear más impuestos y 4) el consumismo y las remesas.
Un ejemplo de mal servicio y falta de competencia lo
da WALMART con su filial, la Maxi Despensa: si ante un reclamo, el gerente mismo
de la tienda, recomienda que se recurra a la Defensoría del Consumidor, porque
la Gerencia General, no atiende los reclamos de insatisfacción, ante errores en
el cobro con tarjetas de crédito o, por desperfectos en electrodomésticos, daña
el sistema comercial, que se basa en la buena fe, pues al dominar una extensa
área de mercado, con una multiplicidad de marcas y cubrir muchos segmentos,
están seguros de que la insatisfacción, debe de ser tolerada, o de que,
forzosamente, el sistema colapsará en su favor.
El costo real de la delincuencia es incalculable:
consume para seguridad, un promedio de $ 500 millones de dólares anuales, más
el costo de la extorsión misma, que puede estar entre $ 5,000 o 7,000 millones,
o sea, casi la mitad de la recaudación fiscal anual, si consideramos que el 59%
de los negocios, son rentados permanentemente y el 73 % de toda empresa
(grande, mediana, pequeña, formal o informal) paga algún tipo de extorsión. El
lavado de dinero por narcotráfico, contribuye a la distorsión del mercado y,
con ello, florece la corrupción y debilita la institucionalidad.
El Gobierno central y las municipalidades, aumentan los
impuestos, sin consideración de los ya tributados, los cuales se diluyen, entre
la corrupción e ineficiencia. Un ejemplo es el nuevo impuesto por cámaras de video-vigilancia
que implementará la Alcaldía de San Salvador y los nuevos impuestos, a los
alquileres y patrimonio, que implementará la Alcaldía Municipal de Santa Ana.
Lo irónico es que dichas Alcaldías tienen, como sesgo ideológico, incentivar la
libre economía, para el desarrollo nacional, y con esas meditas, hacen todo lo
contrario.
Gran parte de la actividad económica del país, es
sostenida por las remesas: es un
fenómeno sociológico, no aprovechado para el desarrollo nacional, pero ha
estimulado el consumismo y ha inducido a creer que, el comercio de consumo y
servicios, es el motor de la economía y no, la exportación de productos industriales
y agrícolas. Pero en la medida en que cese la emigración o, se extingan las
relaciones de pertenencia con El Salvador, por la evolución generacional, las
remesas irán disminuyendo y, el país no está preparado para perderlas.
A estas cuatro variables, deben agregarse dos más, de
carácter transitorio: el impacto económico del coronavirus y, la inestabilidad
que ha causado el Presidente Bukele. La conjugación de estos elementos, no
permite por ahora, el despegue económico del país. La responsabilidad no podrá
ser atribuible a un solo sector. Si
hubiese estabilidad en el Gobierno y además una fiel aplicación de la ley, con
instituciones fuertes, el desarrollo económico sí sería posible y, podríamos
cubrir fácilmente, las necesidades nacionales.
Los mayores violadores de los derechos del consumidor,
son las empresas transnacionales, mientras que las nacionales, procuran
apegarse a Derecho, pues saben que deben enfrentarse a una dura competencia,
mientras que las otras, al buscar favoritismos gubernamentales, sólo buscan
obtener las mayores ganancias.
Si lo que hoy consumen las maras, ingresase a la
economía productiva, más el dinamismo que provocan las remesas, nuestra
economía crecería a un ritmo mayor que el perjuicio que nos causan los factores
externos.
La función del Órgano Ejecutivo es brindar
estabilidad, orden y seguridad, pues sin ellas, ningún crecimiento económico es
posible: estaría en riesgo la
supervivencia del Estado.
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