Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Utilizar para sí, la frustración e impotencia socialmente
acumuladas, dirigiendo el objeto de la frustración, hacia el opositor político,
cabe definírsele como “populismo punitivo”: genera una tensión social
innecesaria, peligrosa para el mismo que la utiliza.
La acumulada frustración, por el abandono de
principios ideológicos, sin satisfacer los requerimientos sociales de paz,
orden y libertad, afectan a la población y ver que los partidos políticos han
manipulado sus procesos internos, para asegurar candidaturas y el ejercicio del
poder soberano, genera frustración, que afecta al funcionario que consiguió su
candidatura por medio de la manipulación, dicha frustración se extiende al
partido y luego, al sistema. Así se originan, el voto de castigo (voto en favor
del contrario) y la abstención.
Este rechazo, generalizado hacia el sistema y a los
funcionarios partidarios; ha sido aprovechado por Nayib Bukele, porque la
sociedad quiere “un cambio”, que mejore su condición y apoya al que lo ofrezca.
Deja Bukele, a la imaginación del ciudadano, cómo será ese cambio, y utiliza el
castigo (acción punitiva) para su beneficio.
Esta estrategia, ha sido aplicada contra los diputados
opositores, en beneficios de los futuros candidatos, favorables a Nayib Bukele.
Las diputadas Milena Mayorga y Felissa Cristales, siguen la misma estrategia,
explotando los resentimientos, por las manipulaciones internas pasadas en
ARENA, evitando que sus afiliados, mantengan, para ese partido, un voto de
castigo y que no puedan recomponerse.
En la campaña presidencial pasada, mientras las cúpulas
partidarias del PDC y PCN, recibían financiamientos de ARENA, las bases y
estructuras de éste, votaron por Nayib Bukele, como rechazo a las
manipulaciones políticas de sus cúpulas. Y Bukele, tuvo la habilidad de
explotar esto, ofreciendo un “cambio” a estos descontentos, para que rompieran
la unidad partidaria de sus partidos. ARENA fue víctima también de esta estrategia,
durante la campaña presidencial pasada. Continúa este proceso hasta la fecha,
con pocos cambios tácticos.
En la actualidad, el cierre de los penales y, todas
las restricciones que ello conlleva,
siguen esta misma estrategia, pues mientras el Gobierno se muestra con mano
dura hacia las pandillas, sus funcionarios dicen a los afectados, a soto voce, “que
esto es pasajero”: que cumplirán las disposiciones de los Jueces
Penitenciarios, luego que se alcancen los objetivos propagandísticos,
programados para alcanzar la aprobación de todos los requerimientos en materia
de seguridad, planteados por el Ejecutivo, utilizando el resentimiento y temor
generados por el crimen.
Implica esta estrategia, satisfacer las pretensiones
de los grupos de Izquierda, de abrir los archivos militares, aunque tengan que reconstruirse
o inventarse; por la exigencia y pretensiones punitivas de Derechos Humanos,
debido a que justificarían jugosas pretensiones económicas y, para que estos,
no señalen las violaciones de Derechos Humanos, del presente Gobierno. Este
“Quid Pro Quo” (intercambio de acciones, o un toma y daca) con estas organizaciones,
puede, a la larga, abrir una puerta que favorezca a grupos LGTBI (Lesbianas, Gais, Bisexuales y
Transgénero), y de allí, derivar hacia otras posiciones de la izquierda
ideológica (economía y propiedad), con tal de asegurar, con violaciones a los
Derechos Humanos su tranquilidad política.
Esta estrategia, puede
aplicarse, al pánico generado por el coronavirus, culpando a otros de
desabastecimiento o, de negligencia sanitaria, justificando, por el pánico
general, medidas extremas: restricciones a la libertad o, elevación del gasto público,
hasta el infinito.
Para esta estrategia,
es necesario que el partido de gobierno, se comporte también como oposición,
sin que se haga público, este desdoblamiento de la personalidad del partido de
Gobierno: todo depende del dominio de los medios, pero si el público entiende
esta maniobra, sus efectos se revertirán contra Bukele.
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