Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCION
Se ha
caracterizado el presente Gobierno, por su tendencia al confinamiento forzoso y,
falta de claridad, en su política exterior. También, por su falta de transparencia
y, su autoritarismo, que complican aún más, los efectos de la pandemia y de la
crisis económica mundial, en que vivimos.
Mientras los
salvadoreños eran confinados por la suspensión de garantías, solicitada por el
Ejecutivo, venían muchos vuelos procedentes de Estados Unidos, con deportados
que tenían libre tránsito, aunque se prohibía los vuelos humanitarios, para los
“varados”, que así mismos, llegaron a
considerarse como expatriados.
Si la necesidad de
abrir la economía no se impone, aún seguiríamos en confinamiento y el Gobierno
exigiría más dinero para asistencialismo, administrándolo sin control. Sólo la
presión pública y, lo absurdo de la situación, pudieron hacer que nuestras
garantías se impusiesen, fuesen restauradas y, se mantuviesen sin coacción, las
medidas sanitarias. Hoy, la baja en los contagios, prueba lo inútil que fue, la
destrucción económica, que sufrimos durante la pandemia.
El Gobierno aún
mantiene, ciudades en confinamiento, pero bajo el pretexto del contrabando,
evitando el libre paso de personas, bienes y servicios en los bolsones, en
contravención con la Sentencia de la Haya, que está, sobre la ley secundaria y cualquier
otra decisión administrativa.
Hoy los
confinamientos se extienden a las entidades de contraloría pública, centrándose
en cerrar las dependencias que auditan a la Presidencia de la República y al
Ministerio de Hacienda, lo cual traba el sistema legal y, puede ser principio del ataque directo a opositores
políticos y, una continuación de los ataques, contra periodistas y medios de
comunicación.
El Gobierno ha
mantenido una política muy cercana a la Casa Blanca, con desprecio del Congreso.
Mientras tanto, otros colaboradores de Bukele (José Luis Merino y otros),
mandan misivas a China y a los países árabes, para obtener ayuda en favor de
este Gobierno. Por otra parte, su relación con los Republicanos, según el
Presidente Bukele, ha dejado de ser conveniente y trata hoy de encontrar apoyos,
con los cabilderos demócratas, gastando los recursos, que necesita El Salvador.
Es incierto el
resultado de las elecciones en Estados Unidos: nuestro Gobierno debería tener
una relación neutra, acorde con los intereses de todos, pero también, con los de
esta región y los intereses occidentales. Por concepto, Estados Unidos, no
puede apoyar gobiernos dictatoriales como el de Cuba, Venezuela o Nicaragua,
aunque sí mantener una relación de respeto a sus soberanías y, hacer combate
directo y persecución, al crimen organizado y al radicalismo islámico, por ir ambos
en contra de su sistema político (sistema democrático) y su Seguridad Nacional.
El Triángulo Norte
representa para los Estados Unidos, un problema por su inmigración,
narcotráfico y los contactos terroristas, con el crimen organizado. Estas
amenazas, impiden también que El Salvador, tenga un desarrollo óptimo, y que
detenga la emigración (esta se da por el hambre y la amenaza del crimen
organizado) por lo que, son coincidentes, nuestro interés y el de Estados
Unidos.
El confinamiento y
el autoritarismo, sólo conducen a más pobreza y desesperanza, por lo que los
salvadoreños, han buscado la vida en los Estados Unidos y otros países. Si se insiste
en hacer del país uno, en el cual el asistencialismo sea la norma, será
imposible que haya más desarrollo y, no podremos detener la emigración, legal o
ilegal, de capital o de talento. El Gobierno está políticamente, esterilizando
las condiciones de vida, en un país muy propicio para ella. Basta que el
Gobierno, sea sólo el ente aglutinador y rector de la sociedad, para que la
libre iniciativa, florezca en prosperidad.
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