Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCION
EL Ejecutivo propone
un nuevo perfil constitucional, que substituirá al actual; sin ser específico
en su contenido: sólo afirma que mejorará el actual, pero sus acciones
administrativas, revelan el perfil de lo que podría ser la nueva Constitución:
se ajusta a la concepción de una nueva República, al decir de sus troles, en la
cual, no exista libertad y, por consiguiente, los salvadoreños ya no puedan o
quieran, vivir en ella.
Ha habido en el
país, 13 constituciones: 1924, 1841, 1864, 1872 (octubre), 1872 (noviembre),
1880, 1883, 1885, 1886, 1930, 1945 (restauración de la Constitución de 1886), 1950,
1962 y 1983.Todas muy diferentes entre sí y, reflejan la lucha política
nacional. Han presentado ciertas
constantes: respeto a la libertad, en todas sus formas, protección a la
propiedad privada e independencia entre los Órganos de Gobierno.
En todas las Constituciones,
el objeto y fin del Estado es el individuo y no, el Estado, ni sus gobernantes.
La constitución de 1950, rompe con el esquema liberal anterior e introduce los
Derechos sociales e introduce la función social, como una excepcionalidad,
dentro de las potestades del Estado. Así, en la evolución constitucional, se
aprecian, tanto la evolución política del país, como su acomodamiento social y económico,
al entorno jurídico-político mundial.
La Constitución de
1886, ha sido la de más larga vigencia: la única que se ha restaurado, para
tener estabilidad política y, asegurar los derechos individuales, dando paso a la
Constitución de 1950 que, aunque reformada en 1962, vive en espíritu en la actual
y, ha probado ser muy eficaz en su aplicación judicial, para evitar el
autoritarismo del Ejecutivo, en defensa de las garantías individuales, pero
ineficaz, si los funcionarios públicos se alejan de su cumplimiento,
particularmente, si el incumplimiento es de quienes ejercen la coercibilidad o,
manejan directamente, los fondos públicos.
No puede haber
divorcio, entre el perfil que proyecta el Ejecutivo y lo que propone, pues de
haberlo, sería populismo o engaño. El perfil proyectado por el Ejecutivo es de
autoritarismo y puede afirmarse que, derivará en presidencialismo o
autoritarismo presidencial. La idea de que el funcionario está a la orden y
disposición absoluta del Presidente, refuerza esta apreciación. Hoy el
funcionario está bajo la dirección del funcionario electo no, a su plena
discreción, sino a lo que manda la Ley.
Siendo los vetos
del Presidente, por motivos económicos y lucha política, debe suponerse que la
propiedad privada, pasará a ser, ya no del particular, sino de la disposición del
Estado, sin recurrencia a la utilidad pública, previamente establecida en
sentencia, en aquellos casos excepcionales y, que habrá un desaparecimiento de
los sistemas de contraloría pública.
Limitaron la
libertad individual, los abusos durante la pandemia, por lo que sufrimos
limitaciones de tales Derechos, si se cambia la presente Constitución. Según un
nuevo perfil de ésta, que proyecta el Ejecutivo, quedarán tales Derechos a su
discrecionalidad, siguiendo el criterio del Presidente. Cada salvadoreño, deberá decidir si aceptará
o rechaza, esta nueva Constitución, teniendo claro que, si la acepta, desaparecerá
el amparo, en apego a la ley que hoy tiene y, quedará expuesto al de la PNC y
Fuerza Amada, según sean los lineamentos recibidos, en acatamiento jerárquico.
Son muchos los ejemplos a citar y, el más notorio, es la rebeldía del Director
de la PNC, al no acatar la ley.
La República, como
entidad que pertenece a todos y permite el pleno desarrollo de nuestras
habilidades, está en peligro de desaparecer, por lo que sólo hay dos caminos:
emigración o defensa de la patria y su institucionalidad republicana, único
medio de preservar nuestros bienes y libertad que extrañamos, solamente cuando
se pierden.
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