Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCION
Provocada
conscientemente por el Ejecutivo, ha sido la quiebra del sistema político-económico
del país, aprovechándola para el enriquecimiento personal y, el financiamiento
de su propia campaña electoral, causando el colapso del sistema republicano y
democrático, que pudiese oponérsele. En tal sentido aprovecha, como estrategia
política, la estructura molecular disipada a la cual, no puede contrarrestarse
sus efectos, porque no es entendida por los partidos políticos.
Las personas e
instituciones, reaccionan según sus prioridades: vemos hoy, que la Fiscalía y demás instituciones nacionales de
contraloría pública, están enfocadas en la malversación de la mitad del
Presupuesto General de la Nación y, de todo el dinero autorizado al Gobierno:
así, carece de relevancia, el espionaje
de la OIE, a la Universidad Francisco Gavidia; al publicar una encuesta privada
de su rectoría, manipulándola, para tener impacto electoral y utilizando un periódico
financiado por Casa presidencial, violando así, los derechos de autor y
privacidad de la Universidad. Este hecho ilegal, carece de relevancia política,
ante lo primero.
También carece de
importancia, que la PNC cierre calles secundarias para montar mítines de Nuevas
Ideas y, dar a conocer a sus candidatos locales, en abuso de autoridad y violación
al Código Electoral, si la calificadora Moody´s estudia colocar los bonos del
país, en la clasificación más baja posible, anticipando el colapso económico
del país.
Para que la
institucionalidad desaparezca, el Gobierno necesita que el cuerpo social, no
tenga fuerzas para defenderse y, la aún existente institucionalidad, sólo se
preocupe por los problemas que atañen a su existencia, y no, a atender y
proteger al particular, como es su obligación constitucional.
Bukele pierde, apoyos
internacionales, cada vez más, pero mientras cuente con el voto interno, sabe
que subsistirá y que le llegaran nuevos apoyos, que no serán para el país, como
ha sucedido en Venezuela. La sociedad no podrá beneficiarse: es preciso su debilidad para dominarla:
generalizar la pobreza y debilitando su capacidad de lucha.
La estrategia del
Gobierno para forzar a reclamos, por el colapso de sí mismo y, la falta de asistencialismo,
crea un sentimiento de revancha política, que destruye a sus opositores;
mientras, la vida depende del quehacer diario, siendo más precaria, y perdiendo
la perspectiva de la interrelación social, bajo las naturales reglas económicas,
favoreciendo la estrategia del Gobierno.
Muchos candidatos
rurales opositores, van a vacunar ganado o a ofrecer ayuda, para “ser queridos”,
pero fomentan el asistencialismo, en vez de indicarle a la gente, el costo
futuro de lo que hoy recibe del Gobierno y que, por más que trabaje, no podrá
dar alimento a sus hijos. Otros pretenden competir con el asistencialismo
gubernamental, siendo que en el futuro, sólo podrán sostenerlo, mediante la
corrupción o la compra-venta política. Para evitarlo, es necesario un liderazgo,
basado en soluciones prácticas a los problemas de las personas, siguiendo siempre
una estricta guía ideológica.
Si no hay una
reacción, al inducido colapso del Estado, muy difícilmente podrá recuperarse la
institucionalidad: no será posible, dar satisfacción a las necesidades de las
personas más pobres y, los que aún conservan su patrimonio heredado o fruto de
su propio trabajo, lo perderán. Ahora el Gobierno, que llevó a su límite el
endeudamiento externo, ha alcanzado el máximo del interno, destruida su
capacidad de generación económica interna, sólo queda el patrimonio de los
particulares.
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