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jueves, 7 de enero de 2021

ANARQUÍA, REPÚBLICA BANANERA

 


Por      

Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra

Editor de PUBLICACIÓN ACCION 

 

Todo cuanto ha sucedido en el Capitolio –Estados Unidos- el día 6 de enero del presente año, se ha comparado con las disputas de las elecciones, en las Repúblicas Bananeras (mote despectivo que, en los Estados Unidos, se da a las Repúblicas centroamericanas por sus débiles o nulas democracias). Debe servir de advertencia, para cuando se altera el orden jurídico, en su proceso más crítico, el electoral. Este proceso, actualmente en El Salvador, ha entrado ya a una fase de anarquía controlada.

 

Las elecciones son de diputados y alcaldes, pero el Presidente hace campaña, como si estos funcionarios, fuesen a estar a su servicio y voluntad, en el aparato Estatal; esto, según los spots publicitarios, siendo que los funcionarios, lo son sólo, de la nación, para la nación y por la nación. El término pueblo, ha sufrido en su significado, una deconstrucción: de ser sinónimo de ciudadanía, ahora es sólo la voz del populismo, en boca de un autócrata, legitimado por un proceso electoral.

 

El proceso electoral salvadoreño, ha pasado del cambio lingüístico, a acciones concretas para la eliminación sistemática de la propaganda opositora y, la utilización del aparato del Estado, en favor de los candidatos del Presidente, que corren por Nuevas Ideas y GANA, en una forma de fraude electoral. Como reacción, muchas alcaldías han retirado la propaganda oficial, instalada en propiedad municipal, generándose anarquía, pues en controversia, resuelve el Tribunal Supremo Electoral, constituido luego de los acuerdos de paz. Se resuelven hoy las controversias, por la vía de hecho y no, de Derecho.

 

La anarquía imperante, débese a la propaganda que afirma que el TSE, controlado por los partidos políticos, obedece a la oposición, contra el Presidente Nayib Bukele, por lo que sólo dos son los bandos en contienda: el Presidente y la oposición. Esto ha causado un caos controlado, pues el TSE ya no es un ente rector.

 

Inició el caos controlado, con el llamamiento al pueblo para invadir a la Asamblea Legislativa. Como éste no respondió, lo substituyó por la PNC y la Fuerza Armada, sin consecuencias graves, minimizado por los Diputados allegados a Bukele. La impunidad de tal hecho, permite que la anarquía impere y se proponga una Revolución, como gritan sus Troles. Así la anarquía va creciendo y afirmando el concepto de que El Salvador, es sólo una República bananera.

 

Si las fuerzas vivas salvadoreñas, no se imponen, en nuestro presente proceso eleccionario, en apoyo al TSE y a la institucionalidad del país, veremos seguramente, un mayor caos al acercarse las elecciones, pues si el oficialismo pierde, buscará la forma de imponerse por la fuerza o el soborno y, si llega a ganar, procurará legitimar todo lo hecho anteriormente, mediante una nueva Constitución, sin respetar los principios de la actual.

 

Ya iniciamos un proceso inconstitucional, en contravención al Art. 248 Inc 2 y 3, que dicen:

“La reforma únicamente puede ser propuesta por los Diputados en un número no menor de diez.”

“No podrán reformarse en ningún caso los artículos de esta Constitución que se refieren a la forma y sistema de gobierno, al territorio de la República y a la alternabilidad en el ejercicio de la Presidencia de la República.”

 

El proceso de estudio para la reforma de la Constitución, iniciado por el Presidente Bukele y ejecutado por su vicepresidente, depende de la fuerza que ejerzan en estas elecciones, para lograr la legitimación de su proceso Revolucionario. Sólo los salvadoreños pueden, con su voto y, con la defensa del mismo, poder detenerlo, antes que entremos a un caos mayor que el actual y que podamos desprendernos del mote: República bananera.

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