Publicación Acción

Es necesario expresar libremente el pensamiento político para el fortalecimiento de nuestro sistema democratico, republicano y representativo.



domingo, 10 de enero de 2021

POLÍTICA MODERNA

 


Por      

Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra

Editor de PUBLICACIÓN ACCION 

 

La forma que en El Salvador se está llevando la política, es de guerra interna, cuyo fin es crear un nuevo orden, por medio de una Revolución, que cambie nuestro tradicional estilo de vida, en detrimento del sistema republicano y democrático.

 

El sistema político republicano y democrático, fúndase, en la mayor posible participación ciudadana, en el período electoral, sobre candidatos claramente identificados con una ideología o principios partidarios. En cualquier problema social que pudiese presentarse a futuro, el votante podrá saber de antemano, cuál será la posición que tomará su funcionario electo y que obedecerá a la intención mayoritaria de la sociedad. Si se desviase de su mandato, sería castigado con un voto de rechazo. La confianza irá a otro candidato o, a una ideología diferente.

 

Este es el sistema que prescribe nuestra constitución, en el ARTICULO 85.-“El Gobierno es republicano, democrático y representativo. El sistema político es pluralista y se expresa por medio de los partidos políticos, que son el único instrumento para el ejercicio de la representación del pueblo dentro del Gobierno. Las normas, organización y funcionamiento se sujetarán a los principios de la democracia representativa.

 

Este principio fue roto por primera vez, cuando la Sala de lo Constitucional permitió las candidaturas independientes (que no han dado resultado en la práctica), introduciendo criterios jurídicos, ajenos a nuestro derecho, pero acordes con la deformación del sistema democrático, introducida por el pensamiento Revolucionario: pone al partido político, como estructura cuyo único fin, es el lucro personal y el control económico oligárquico, generalizando la conducta delincuencial de algunos funcionarios. Este criterio vece reforzado, por la poca apertura de las cúpulas partidarias.

 

El segundo rompimiento constitucional se da, cuando dos partidos políticos de diferente tendencia, participan juntos, bajo el auspicio de Nayib Bukele. Cuando los candidatos carecen de méritos propios, se cobijan bajo la bandera de su partido, más ahora, lo hacen, bajo la sombra autoritaria de Bukele. Lo que es, en sí mismo, un fraude al electorado, pues éste, al votar, no lo hace por el candidato, sino por un arrastre político, que sólo augura la tiranía absoluta.

 

La práctica electoral ha sido: “hacerse querer por el votante”, mostrándose como bueno y más dadivoso que los otros y que, resolverá todos los problemas personales, por una acción directa y no, por facilidad propia del sistema republicano para el desarrollo personal Esta práctica, ha conducido lentamente hacia el populismo, fortaleciendo la idea de la Sala de lo Constitucional, de la necesidad de romper el esquema partidario, sin percatarse, que se está derribando el sistema democrático.

 

Por esta razón, la propaganda de Bukele, basada en la anti política, ha dado resultado y ejecutada por estructuras políticas, que luego de alcanzado el poder, lo convertirán en dictadura. Es el caso de Nicaragua, Venezuela, Bolivia y Ecuador.

 

La falta de participación ciudadana en el proceso electoral, causa que estructuras mínimas, como las que apoyan a Bukele, sean magnificadas, por su activismo directo o por sus Troles, en detrimento del sistema democrático.

 

La deformación de los conceptos, propia de la propaganda de esta minoría, ante la ausencia de una respuesta contundente, fuera de la de los partidos políticos, les permite que aseguren que son mayoría.

 

Un nuevo fenómeno, es que el populismo exige una conexión fuera de la institucionalidad: del dictador a la masa, con lo cual, al controlar la expresión fuera del sistema eleccionario, puédese controlar también, las instituciones.

 

El Ejecutivo está llevando una guerra por poder, sacrificando irresponsablemente la vida del país, olvidándose de las palabras de Tzun Tzu: “un pueblo destruido no puede hacérsele renacer, y la muerte no puede convertirse en vida”.

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