Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCION
La estrategia para la consolidación política, depende
de su fin: si es electoral, bastará una planificación para dos o tres períodos;
si es para la búsqueda de un poder absoluto, será de muy largo plazo, abarcando
esferas religiosas, históricas y jurídicas, tal como fue en Cuba, Nicaragua,
Venezuela y Bolivia. Analizaremos el proceso actual, con referencia a los
Acuerdos de Paz de 1992.
El desprestigio que los Troles de Bukele, hacen de los
Acuerdos de Paz, tiene su objetivo: cambiar la mentalidad o realidad de los
hechos históricos, creando otra visión: admitir un cambio en conceptos religiosos
y jurídicos, que lleven al control absoluto del Estado, pues existan todavía, formalmente,
algunas instituciones acordes al pensamiento de Bukele, que le sirven de
instrumentos de dominación política. Esta estrategia, no ha sido utilizada sólo
en países latinoamericanos ya mencionados, sino en Camboya, Corea del Norte,
Turkmenistán y en Medio Oriente, en las zonas dominadas por el fundamentalismo
islámico.
Aseverar que los Acuerdos de Paz, fue acuerdo de
cúpulas, para asegurar su poder político y obtener beneficio económico, en
detrimento de los intereses de la sociedad; es romper el quiebre histórico que
significó la paz y, establecer un empalme con el presente Gobierno, de su lucha
revolucionaria, que será llevada a la victoria y con esta, se ejecutaran los
objetivos nacionales.
Así pretendese romper la relación de la cúpula del
FMLN con sus bases, estableciendo que el Gobierno salvadoreño de la época,
obedecía a dos grupos: el militar y el oligárquico, constituido por los
diferentes gremiales, razón para destruirlas, investigando sus acciones durante
el conflicto, según aseguran los Troles de Bukele. El juzgamiento de militares,
de alta en esa época, marcaría el quiebre de la Fuerza Armada, en su
continuidad desde 1824, y podrían asumir nuevos roles dentro del Estado.
Hoy no son posibles ni juicios contra empresarios ni
disolución de gremiales y sindicatos, pues la Constitución de 1983, reformada
por los Acuerdos de Paz de 1992, no lo permitirían, pero una nueva
Constitución, traerá nuevas reglas que serán impuestas por los criterios de
Félix Ulloa y Nayib Bukele, siendo esto, el objeto de la reforma constitucional
ya iniciada y, la insistencia de Bukele, de pedir el voto, para “sus”
candidatos.
Cuba procuró borrar toda fe religiosa y crear otra en
que el Estado, fuese la única referencia de moral, religiosidad,
convencionalismo social y derecho, en la vida humana. Chávez, Morales y Ortega,
han creado sus propias iglesias, sin confrontar abiertamente al Vaticano, pero
apoyando la Teología de la Liberación, que inexorablemente, conduce a un
alejamiento del catolicismo tradicional y el protestantismo, sin conexión jerárquica
real con Roma, sirviendo de apoyo político para sus Gobiernos.
El rechazo a los Acuerdos de Paz, procura también el
rechazo de Monseñor Romero, sustituyéndolo por los sacerdotes jesuitas de la
UCA, sin que la orden Jesuita tenga que ver en este proceso: se da una
apropiación de imagen, que puede ser manipulada, estableciéndose lazos con la
Teología de la Liberación, sin que Roma pueda evitarlo.
El rol constitucional de la Fuerza Armada, va desapareciendo
por su empleo cada vez mayor en tareas de seguridad, justificado por el
creciente narcotráfico y el control territorial de las pandillas y trata de
personas, nuevas “exigencias”, creadas o facilitadas por el presente Gobierno.
Se libra una lucha electoral, bajo los principios de
la Guerra Política, así la responsabilidad de cada persona, es por la defensa
del sistema y, deberá ser masiva, dando nuestro voto por el partido o candidato
de nuestra preferencia, sabiendo que estamos defendiendo el sistema democrático y republicano y con ello,
nuestras creencias y modo de vida.
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