Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCION
Es normal todo proceso electoral y lo es, la
transición hacia los nuevos funcionarios, pero en el caso actual, ha degenerado
internamente, en caos jurídico, que desestabiliza al país y, cuyas repercusiones,
son mundiales: amenazan volverse en conflicto geopolítico, con irreparables
consecuencias para el país. Todo debido a la acumulación de poder y,
ocultamiento de la corrupción del Gobierno, en sus relaciones con el crimen
organizado transnacional.
La concentración de poder, lograda electoralmente,
entre los allegados de Nayib Bukele, pudo haber cambiado todas las
instituciones nacionales, siguiendo los pasos previstos en el Derecho; sin embargo,
optose de manera diferente, con el fin, de ocultar cualquier reclamo sobre la
corrupción consumada, durante la pandemia y, la que aún puede hacerse, en el
futuro. En segundo lugar, es necesario, enviar a sus seguidores, señal de
superioridad, para mantener imagen de absoluta fortaleza.
En tal sentido, fue utilizado el Cuerpo Diplomático y,
aún continuará el proceso de cambio hacia los estamentos bajos, a fin de evitar
cualquier posibilidad de reclamo, del particular. Situación que ya ha sido
advertida internacionalmente, con graves consecuencias futuras para el país.
Poco a poco, han ido descubriéndose situaciones mucho
más graves: sus planes secretos con la República Popular China. Acuerdos que
parecían propios sólo de la especulación geopolítica: ha circulado parte de un
proyecto intitulado “Zona económica de libre comercio del Salvador”; revela las
pretensiones chinas en nuestro territorio.
El plan abarca 2,787 km2 y, va de la ciudad puerto de
la Libertad, hasta Santa Rosa de Lima, teniendo por límites, al sur el océano
pacífico, al norte, las ciudades de San Miguel, Usulután y Zacatecoluca. Dividido
en diferentes zonas: parque industrial, zona comercial, portuaria, cultural,
aeroportuaria, financiera y turística; generando su propia energía eléctrica. Con
una inversión de 23,000 millones en 10 años, una recuperación económica de 30
años y, duración del proyecto, 200 años.
La estructura descrita, no toma en cuenta la división
territorial y administrativa actual, ni señala lugar para los residentes
actuales, sólo para los nuevos, como si se tratase de tierra deshabitada. Una
situación nunca contemplada en El Salvador, pero sí, vista en otros países y coincidente
con las pretensiones de expansión de China, en el pacífico. Recuerda la
expansión japonesa, previa a la Segunda Guerra Mundial.
Se planea la llegada de 5,000 obreros chinos,
maquinaria y material de construcción innovador, ya fabricado en China y, muy
probablemente, será chino, todo el personal que laborará en el funcionamiento
normal, de la producción de la zona, pero utilizará nuestro territorio y
plataforma logística y jurídica, para la exportación hacia los Estados Unidos y,
el resto del área. Esta situación generará conflicto geopolítico y
posiblemente, geoestratégico.
China ha iniciado diferentes proyectos en Centroamérica
y México, sin concretarlos, porque las condiciones impuestas por dicho país,
encuentran obstáculos en los intereses nacionales, que se apoyan en la
legislación local. Sus pretensiones, están siempre latentes, siguiendo política
de “mano suave y largo plazo”.
Para que este plan sea realidad, es necesario que el
mundo libre abandone a Centroamérica y, que los salvadoreños, permitamos la
consolidación de un régimen, que asegure a China, sus intereses, mediante la
personalidad autocrática de Nayib Bukele.
Desde la batalla del Llano del Espino, el 11 de marzo
de 1822, El Salvador, no se ha visto en situación igual, ni siquiera durante la
Guerra Fría. Por lo cual, es necesario realizar todas las acciones posibles,
para asegurar que cada salvadoreño, pueda transitar libremente en el territorio
de El Salvador, sin la pobreza venezolana o, las restricciones que sufren los
palestinos.
“MAS SI ABUSA CON SU PLANTA UN INVASOR
O QUIERE UN DICTADOR LOS FUEROS PROFANAR
QUE PREPARE SU CASTIGO SOPORTAR
PUES NUESTRO PUEBLO ES EL SALVADOR”
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