Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCION
Desde 1821, nuestra república ha sido única e indivisible:
se transformó de Alcaldía Mayor a Nación Centroamericana: por crestas y valles
ha pasado su vida política; las crestas, períodos gloriosos, los valles, épocas
de oscura incertidumbre. Hablar de diferentes repúblicas: criolla, oligárquica y,
del pueblo, sólo es pretensión de legitimar un mandato que no ha sido dado en
las urnas, ni mucho menos admitir la subrogación de soberanía, en manos de un
tirano.
Incruenta fue nuestra independencia política: el
agotamiento del Imperio Español, había llegado a los niveles bajísimos; con
alzamientos en la Nueva España (México) y los Virreinatos de Nueva Granada (Colombia
y Panamá) y del Perú, que se extendieron hasta Argentina y Chile, habiendo
sufrido su territorio continental europeo, la ocupación francesa. En Centroamérica,
el descontento contra la administración del Capitán General, facilitó la
proclamación de la independencia.
Puede apreciarse este proceso, en la primera parte de
la obra: “Latinoamérica en la Guerra Fría”, de este autor y cuya descarga, es
gratuita. La lucha subsiguiente, entre liberales y conservadores, no permitió
que Centroamérica permaneciese unida, pero nuestra República, siempre fue la
misma, desde su origen, cuando en la Constitución de 1824, dice en su Artículo 1-.
“El Estado és y será siempre libre é independiente de España y de México y de
cualquiera otra potencia ó gobierno extranjero, y no será jamás el patrimonio
de ninguna familia ni persona”.
Este mismo concepto, se repite en la Constitución de
1889 y su Artículo 1 dice: “La Nación salvadoreña es soberana e independiente,
y no podrá ser jamás el patrimonio de ninguna familia ni persona. La soberanía
es inalienable e imprescriptible y limitada a lo honesto, justo y conveniente a
la sociedad; reside esencialmente en la universalidad de los salvadoreños y
ninguna fracción de pueblos o de individuos puede atribuírsela”.
Y nuestra Constitución de 1950, bajo el modernismo de
la Constitución de México de 1917 y Constitución de Weimar de 1919, se
perfecciona, pero sigue manteniendo hasta el presente, los mismos conceptos,
pues siempre es la misma República. Hoy, estos principios son mantenidos en los
artículos pétreos de la Constitución actual; del Art 83 al 89 Cn., los cuales
amenazan cambiar.
Hoy se pretende y se dice, que la actual, es la República
del pueblo, legitimando así la corrupción del poder soberano, atribuyéndolo a
la mayoría, sin considerar que la mayoría, sólo ha elegido a un gobernante, con
limitado poder al mandato constitucional, así para afirmarlo, fue necesario la
mutilación del poder judicial.
En nuestra República, siempre ha habido ricos y pobres
y, los seguirá habiendo, pero todos son ciudadanos. Se insiste ahora, en el
concepto de pueblo y, de poder popular, para así, atribuir a un grupo, un inexistente
mandato, originado en una voluntad colectiva indeterminada.
El reclamo al Estado, que hace la Canciller, apoyada
por su familia y la familia Bukele, de $ 254.9 millones, tiene origen en la
Reforma Agraria, cuando muchos salvadoreños fueron expropiados. Hoy, cuarenta y
un años después, se ha logrado la estabilidad en la tenencia de la tierra. Tal
reclamo, que procede de quienes tienen el poder, crea un valle, aún más
profundo, que lo fue, la Reforma Agraria, para la República: explica la razón
de la insistencia en llamar “nueva República”, a este Gobierno: pues oculta
maniobras de corrupción, en contra del ciudadano.
El reclamo de la familia Hill, apoyado por la familia
Bukele, tiene como objetivo inmediato, crear un beneficio económico y luego,
traer nuevamente, al tapete político, la tenencia de la tierra, justificando
una nueva legislación en tal sentido, en beneficio de las familias gobernantes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario