Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCION
La confirmación política de la zona económica, en
favor de China continental –publicada ya en Honduras, porque le afecta sus pretensiones
en el Golfo de Fonseca-, va de Usulután a La Unión, y constituye puñalada en las
entrañas de Estados Unidos, en una lucha comercial, comparable a la recibida en
Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941: comenzó como una disputa económica,
frente a la expansión japonesa, contra los intereses occidentales en el sureste
asiático. Inició dicha disputa, por el consumo de materias primas para la
expansión económica y tecnológica de Japón; se libra hoy, una lucha comercial,
para sostener la expansión economía y tecnológica de China, en disputa del
comercio global. Para Estados Unidos, es puñalada, pero para nosotros los salvadoreños,
crimen contra nuestra patria y soberanía nacional,
Bukele se presentó a Estados Unidos como alternativa a
los dos partidos tradicionales y renovación, en la moralidad política. Ante la
militancia del FMLN, presentose como renovación, en la lucha insurreccional y,
ante la derecha, como un político cuyo fin era la promoción del sistema
capitalista, defensor de los intereses del gran capital. Para los partidos
pequeños, fue una alternativa a la rigidez partidaria, que permitiría surgiesen
nuevos líderes, que pudiesen usufructuar del poder, como lo habían hecho sus
dirigentes tradicionales.
Todos han sido engañados y, las consecuencias, las sufriremos
los salvadoreños: su giro geopolítico, en favor de China -contra los intereses
occidentales-, puede tener consecuencias para Estados Unidos y las que pueden
sufrir, nuestros tres millones de compatriotas en el exterior y quienes aquí gozan
de las remesas, además de sufrir la amenaza, de una masiva emigración por
hambre, como la ocurrida en Venezuela.
El FMLN inició con China continental, una relación
diferente de la que teníamos en el pasado: sólo comercial, extendiéndola a
esferas ideológicas, pero ha sido desplazado en esa relación, por los intereses
geopolíticos concretos, en su expansión sobre el pacífico. Dicha expansión
puede comprobarse, en los múltiples conflictos de China en el pacífico con:
Taiwán, Vietnam, Filipinas, Malasia y Brunéi, en la zona meridional del mar de
la China, también posee conflictos con la India y éstos, se extienden hasta
Australia, la que, en el 2018, acusó a China, de inmiscuirse en sus asuntos
internos.
La página de análisis globales “Agenda Pública”
publica el 3/11/20 el artículo intitulado: “EL INDO-PACÍFICO: ¿UN CONFLICTO EN
CIERNES ENTRE CHINA Y EE.UU.?”, en el cual se puede apreciar, la magnitud del
conflicto en el pacífico y, como afecta en su seguridad, a los Estados Unidos.
Como parte de este conflicto, China tiene el control absoluto de la ciudad
portuaria de Colombo, a 700 km de Chennai y, un contrato de arrendamiento por
99 años, del puerto de Amantita con 15.000 acres de tierra a su alrededor.
China ha querido siempre establecer una base fuerte en Sri Lanka, vecino del
sur de la India.
China inicia su penetración, con préstamos para
desarrollo y finaliza, cobrándose con el dominio de bienes nacionales (públicos
y privados), siguiendo la estrategia de la “diplomacia de la deuda”, pero
consolidando sus intereses geopolíticos en el mundo. Ahora El Salvador sufre
dicho turno y, esto queda claro, por el nuevo Embajador de El Salvador en China
continental: un político que representará los intereses de la presidencia y no.
los nacionales.
Las consecuencias las sufrirán directamente los dueños
de las tierras comprometidas, pero todos los demás salvadoreños, verán su
territorio disminuido, la unidad del territorio nacional será pura entelequia,
y Estados Unidos, tendrá a su enemigo en su frontera, más el mayor problema
humanitario regional: desestabilizarse el Triángulo Norte, por el autoritarismo
y la pobreza.
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