Publicación Acción

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martes, 2 de abril de 2013

NO LE TEMO A LA REPRESIÓN DEL ESTADO. LE TEMO AL SILENCIO DE MI PUEBLO



Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCIÓN  http://publicacionaccion.blogspot.com
San Salvador, 2 de abril de 2013.

En diciembre de 2012, hubo protestas por la elección de Enrique Peña Nieto como Presidente de México, por la que fueron arrestados algunos de los participantes en tales protestas. Como reacción a dichas detenciones, se realizaron otras marchas, en las cuales sobresalía una joven con un mensaje: “NO LE TEMO A LA REPRESIÓN DEL ESTADO. LE TEMO AL SILENCIO DE MI PUEBLO”, esta frase, posiblemente inspirada en la frase de Martin Luther King que dijo: NO ME PREOCUPA EL GRITO DE LOS VIOLENTOS, DE LOS CORRUPTOS, DE LOS DESCONTENTOS, DE LOS SIN ÉTICA…LO QUE ME PREOCULA ES EL SILENCIO DE LOS BUENOS, o en la frase del filósofo y liberal irlandés Edmund Burke, quien dijo: LO UNICO QUE NECESITA EL MAL PARA TRIUNFAR ES QUE LOS HOMBRES BUENOS NO HAGAN NADA.

Estas frases representan un reclamo de acción por parte del ciudadano, frente a la cosa pública. Cada vez que se abandona el papel de la sociedad civil en el quehacer político, permite fácilmente, que exista el abuso de poder. Es muy cómodo exigir que   nuestros representantes  políticos usen ese poder limitada y mesuradamente, cuando no les ponemos una barrera o fiscalización pública, mediante la prensa y la opinión ciudadana. Por tal razón Burke, también acuñó la frase: LA PRENSA, EL CUARTO PODER…. en el sentido, de que es la opinión pública, informada, la que únicamente puede ser un freno al abuso de poder.

El mal del sistema democrático actual, es que, para conseguir el voto y legitimar el poder que se posee, se encuesta el pensamiento del votante, para ofrecerlo en una plataforma electoral, pero sin que exista posibilidad alguna de cumplimiento, lo que nos lleva al inicio de todos los males de la democracia: el populismo. Luego, en el poder, se ejerce éste, sólo para incrementar su propio poder (en beneficio personal) y, para ello, corrompe todas las instituciones del Estado, creándose un nuevo feudalismo, en el cual los Señores son los políticos y los siervos, somos los ciudadanos.

Es la Democracia, asfixiada por los efectos de la misma Democracia.  Este mal ha quedado evidenciado en nuestro país, desde que se dio el decreto 743, que nos llevó a una crisis en la elección de la Corte Suprema de justicia, en que la  sociedad civil, se manifestó en la calle, pero  que aún se creyó en la intervención de la oposición partidaria, pero ésta, pacto según sus intereses, defraudando una vez, más a sus electores.

Ahora, a las puertas de una nueva crisis institucional por la Corte de Cuentas de la República, tenemos a todos los partidos políticos en un sólo bando; no hay oposición política, pues la que se proclamaba como “oposición”, votó a favor de la corrupción, aunque guardando aún cierta timidez, pues se abstuvo de votar por sus contendores actuales, pero dio su apoyo a su mayor enemigo de antaño; el democratacristiano Sánchez Trejo.

Esta posición de los partidos, para asegurar sus gestiones, en cuanto al manejo de los fondos públicos, ha hecho que se den Finiquitos sin el sustento de los Juicios de Cuentas y, que los nuevos Magistrados electos, defiendan su cargo con las mayores desfachateces, pero con el apoyo decidido del Presidente de la República.

La ciudadanía ha visto que el Presidente de la república  anterior y el actual, luego de estar en situaciones económicas precarias, ahora ostentan y satisfacen gustos de Jeques árabes, que funcionarios de menor categoría, alquilan sus propias casas al Estado, que los funcionarios  se compran trajes mediante licitaciones públicas, para su “buen ver dentro del Ministerio”,  o Alcaldes que cobran dietas  muy superiores a diez salarios mínimos y, luego de aumentar el “diezmo” por las contrataciones públicas “concedidas”,  y que ahora ya son del quince por ciento, y que vivían en una paupérrima casa, y ahora son dueños de la cuadra entera en sus pueblos. Toda esta evidente corrupción sólo puede ser detenida por el miedo y las consecuencias de una investigación de la Corte de Cuentas de la República, con la respectiva judicialización, por parte de la Fiscalía General de la República.

La Sala de lo Constitucional, resolvió a derecho un recurso de Inconstitucionalidad sobre la elección de los Magistrados de la Corte de Cuentas de la República, por falta de honorabilidad e idoneidad en los Magistrados; pero la Asamblea, ha mandado un mensaje claro: VAN LOS  MISMOS, SOSTENEMOS A NUESTROS DESIGNADOS, pero la Sala, interpretando su propia sentencia, ha lanzado una advertencia a la Asamblea Legislativa: NO SE HA CUMPLIDO LA SENTENCIA y, si analizamos esta resolución última, al estricto derecho, encontraremos situaciones ambiguas, al igual del comunicado del Presidente de dicha Sala, pues su obligación es convocar  a la Sala y no abstenerse de hacerlo, para que ésta no conozca lo pendiente. Razón por lo cual,  no debemos de ver esto como de estricto derecho, sino que desde su contenido político.

Desde que la sociedad conoce directamente los fallos de la Sala de lo Constitucional, por medio de las redes sociales y la prensa, se ha dado una primavera jurídica, en la que los conceptos jurídicos, son de debate público, aún a riesgo de ser manipulados o mal entendidos. Esta nueva forma de debate, le ha causado escozor a los Magistrado Sánchez Trejo y a Aguilar, pues hubiesen querido que nada de esto se conociera y seguir siendo apoyados por sus sustentantes, razón por la cual en la mente del ciudadano, resuena otra frase de Burke: EL FAVORITISMO NOS GRAVA MÁS QUE MUCHOS MILLONES DE DEUDA. Sin embargo, hay que ser justos, el Magistrado Bernal, ha mantenido una posición recatada, prudente y obediente a lo ordenado por la Sala de lo Constitucional.

Entre todo lo malo que esta pasando, hay algo bueno: en una entrevista de un prestigioso canal de televisión, el Magistrado Sánchez Trejo, luego de agradecer a la clase política, el apoyo a su persona, por haber sostenido su perfil como profesional y, especialmente, a ARENA, presenta una tesis de defensa, de sobre la actuación de la Corte de Cuentas de la República muy interesante y reveladora de su pensamiento: ve las garantías individuales de los funcionarios, en colisión de Derechos con los requerimientos de los otros partidos políticos y que,  la función de la Corte de Cuentas, no es auditar a la persona como tal (al funcionario), sino a la institución. Esta su tesis, presenta el verdadero “ser” de la entidad contralora: Servir de instrumento de presión política para quien la controla y,  ve al funcionario público, alejado de la responsabilidad del manejo de los fondos públicos. Al afirmar que la auditoría recae sobre instituciones como tales, éstas jamás podrán ser responsables, a no ser que su propia ley de creación, les ordenase “el desvío de fondos públicos con fines partidarios o privados”. El colocar el honor del funcionario, frente a la necesidad de la transparencia en la gestión pública, equivale a reconocer, públicamente, la propiedad del señor feudal, frente a los derechos del siervo, en plena edad media. Creo que una defensa de tal tipo, aumenta las dudas sobre la idoneidad de tal funcionario, reforzando el criterio de la Sala de lo Constitucional y de la sociedad civil, a quien ha despreciado el dicho funcionario en sus comentarios.

La clase política cuenta con  la Semana Santa y los otros problemas que diariamente tiene que enfrentar el pueblo salvadoreño, para que olviden este debate actual, por la transparencia de quienes ejercerán la contraloría pública. Es este el momento en que ARENA debe de decidir si se comporta como verdadera oposición y se pone del lado de la sociedad civil y de la institucionalidad del país, defendida por la Sala de lo Constitucional o, adopta la cómoda posición que le ofrece el bloque legislativo. Si opta por la vía fácil, seguramente, la sociedad civil le quitará su apoyo, quedándose únicamente con las escasas estructuras de sus diputados y alcaldes, siendo ya un partido en vías de extinción.

Si la sociedad civil, no continúa en esta lucha cívica, contra la corrupción imperante en nuestro paupérrimo país, que no se quejen en el futuro por la clase política que tenemos,  pues son producto de nuestra propia elección.

Ninguna sociedad puede vivir con el divorcio de la sociedad civil y la clase política. Hace sesenta y nueve años, el dos de abril de 1944, el mejor Presidente que hemos tenido, el General Maximiliano Hernández Martínez, cae por el repudio popular, expresado primero por un golpe de Estado, que fue conjurado por el fusilamiento de muchos de los alzados, pero no pudo sostenerse, frente a una huelga de brazos caídos.

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