Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
San Salvador, 29 de septiembre de 2014.
Cuando el presidente de
Estados Unidos Barack Obama, reconoció que los servicios de inteligencia
subestimaron el ascenso del Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) en
Irak y Siria, también reconoció la vulnerabilidad de Occidente frente a esta amenaza,
peligrosa situación que se deriva más de condiciones políticas internas, que de
una mera errónea apreciación de
inteligencia o militar.
Ya el español Antonio
Gomáriz Pastor, Dr. en Política Internacional, escribió en septiembre de 2005
un interesante ensayo intitulado SEGURIDAD
INTERNACIONAL Y TERRORISMO. UNA NUEVA ERA EN LA LUCHA CONTRA EL TERRORISMO,
dice: “Si bien el terrorismo
internacional es considerado una amenaza desde hace varias décadas, nunca ha
sido con la intensidad y frecuencia actuales. Cómo ha evolucionado esta amenaza
desde ámbitos estatales o regionales al ámbito global, así como las respuestas
sociales, culturales y políticas y de seguridad desde las organizaciones
internacionales, especialmente las Naciones Unidas y la Unión Europea en una
nueva era en el sistema mundial”. Más adelante, refiriéndose a la
incapacidad para enfrentar esta amenaza afirma, que las instituciones
internacionales actuales no fueron creadas para enfrentar el fenómeno del
terrorismo actual.
En otro estudio
presentado por Grupo de Estudios Internacionales Contemporáneos (Argentina),
intitulado ISLAMIZACIÓN Y TERRORISMO
INTERNACIONAL, escrito por la Lic. María Cecilia Magaquián, y publicado en
mayo del 2010, se dice: “Los países de cultura árabe-islámica se
desencantaron de la modernidad de Occidente y para ellos la globalización tan
sólo trajo aparejada más pobreza y miseria. Se ha llegado a cuestionar si
realmente la democracia y la importación de los valores occidentales han
producido algún beneficio a sus pueblos. Para muchos la respuesta fue negativa
y el resultado ha sido una mayor islamización de la vida pública, un regreso a
las fuentes del Islam”.
En septiembre de 2011,
se crea el Foro Global contra el Terrorismo (GCTF), constituido por treinta
países, que encabezados por los EE.UU., fueron Turquía, Alemania, Australia, Emiratos Árabes Unidos,
Argelia, China, Dinamarca, Indonesia, Marruecos, Francia, Sudáfrica, India,
Holanda, el Reino Unido, España, Suecia, Italia, Japón, Canadá, Qatar,
Colombia, Egipto, Nigeria, Pakistán, Rusia, Arabia Saudita, Jordania y Nueva
Zelanda. El enfoque del Foro es sobre la integralidad del problema y atención a
las víctimas del terrorismo.
Tal como puede apreciarse
en los trabajos antes citados, abunda la literatura que ha analizado el
problema del terrorismo islámico, desde muchos puntos de vista, tanto militar
como político y sociológico; sin embargo, el fondo del problema primero es de política
interna de cada uno de los Estados amenazados, y segundo de los bloques de países que se están
alineando: la opinión pública frente a una amenaza que es real pero que no se
cree que lo sea y que además está sobre dimensionada por los Gobiernos, para
encubrir intereses no geopolíticos, sino
comerciales privados de grupos hegemónicos.
Por ahora, aún es
políticamente inconveniente apoyar una lucha frontal contra el islamismo,
aunque el Primer Ministro Británico David Cameron ya afirmó que la lucha contra
el Estado Islámico “durará años”. Las condiciones de democracia y dependencia
de un Estado asistencialista y fuerte de los Estados modernos, los hacen vulnerables
frente al terrorismo, pues cada Estado tiene su capacidad de “resistencia” a
ataques terroristas sin alterar su vida normal, pero pasado ese umbral sobrevendrá
el caos. Pero puede haber un millón de
musulmanes residentes de forma pacífica y apegada a la legislación civil, pero
basta con que uno solo de ellos cruce la línea con un acto de terrorismo, para
que distorsione la vida cotidiana de un Estado.
El desencanto sobre sus
sistemas de gobierno, puede también provocar el cruce la delgada línea de la
disconformidad política hacia el terrorismo, y esto no sólo puede proceder del
islamismo, sino también del separatismo y el nacionalismo mal entendido. En la
red se pueden leer comúnmente opiniones como la siguiente: “La paz solo será posible el día
en que el imperio norteamericano desaparezca de la faz de la tierra. Esa sería
la única conclusión a la que podrían llegar visitantes de otras latitudes
extraterrestres”, o “Toda la campaña contra el Estado Islámico,
es para perjudicar la libertad de culto en nuestro país y satanizar el Islam”.
En una Democracia, esta forma de expresarse es normal y natural; sin embargo, sólo
falta que uno, en un millón, traspase la línea hacia el terrorismo para
provocar la inquietud del todo con pérdida de la paz. El terrorismo no tiene
que ser de grupo organizado, sino de “un lobo solitario” para que cause
estragos irreparables en el sistema democrático.
El segundo problema es
que por ahora, en la lucha contra el terrorismo islámico, ya existen dos
bloques claramente opuestos pero coincidentes en la media de la satisfacción de
sus pretensiones particulares: Estados Unidos y Europa con sus aliados y, por
el otro, Rusia, Irán y Siria, que darán su apoyo a los primeros en la medida en
que sus propios intereses geopolíticos sean satisfechos. No obstante que de no
ser contenido el Estado Islámico, serán éstos aún más vulnerables que los
propios países occidentales.
Latinoamérica aún se
encuentra indefinida, dentro de este gran tablero geopolítico, pues aunque el
polo de poder de América, aún nos conduce hacia Estados Unidos ( y aún así lo
da por sentado el Departamento de Estado) de hecho, es un territorio en
disputa: los Gobiernos socialistas latinoamericanos, ven con satisfacción los
problemas en los que se encuentran Estados Unidos y Europa, y darán su apoyo a
los Estados Unidos, en la medida la que éste, les “de buen trato” en asistencia y en mano libre para realizar
sus cambios hacia el Socialismo del Siglo XXI en detrimento de las libertades
internas, aunado de una mano fuerte de
los Estados Unidos en la defensa de sus intereses mundiales. Muchos de los
actuales funcionarios latinoamericanos, poseen una larga data de relación con el
terrorismo internacional, el cual está siempre latente en sus acciones, y no
extinguido. Basta con que “el buen trato” desaparezca o se debilite la
influencia norteamericana, para que prevalezcan la influencia china o rusa, porque
las fuerzas conservadoras internas de cada uno de los países latinoamericanos se
habrán debilitado o desaparecido, por el efecto de las acciones del Socialismo
del Siglo XXI.
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