Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCIÓN http://publicacionaccion.blogspot.com
San Salvador, 30 de noviembre del 2015.
Es negativa apreciación
económica que se tiene de El Salvador en el exterior, es clara: ya la
calificadora Moody’s, disminuyó la nota de El Salvador, de estable a negativo (Ba3), debido a la
insistencia del Gobierno, en aumentar el endeudamiento y a su incapacidad para
ordenar las finanzas del Estado, a un corto plazo. Hechos que quedaron
confirmados con la reciente aprobación del Presupuesto General de la Nación, el
cual contiene un vacío fiscal de seiscientos millones de dólares y, una
recaudación fiscal inflada para el 2015; lo que obligará, seguramente, a un
endeudamiento de por lo menos mil millones
de dólares.
Resultado será éste, del
manejo de las finanzas bajo conceptos ideológicos y no como es debido, bajo
criterios técnicos. La posición política-ideológica del presente Gobierno, no
permite un enfoque realista de la situación
nacional y, lejos de dar señales de querer mantener el sistema económico,
promueve su cambio hacia el centralismo de Estado, acelerando aún más, una
inminente crisis económica.
A finales del año 2008,
en plena campaña presidencial, Zoila Quijada fue muy clara al afirmar que el
apoyo para Salvador Sánchez Cerén, tenía como propósito mantener la estructura
“de guerra del FMLN”, que significaba, la vigencia de sus principios y
objetivos, y la verticalidad en el mando: criterio político que se mantiene
hasta el presente, quedando además,
reafirmado por la última convención del FMLN.
Los frenos que han
evitado un colapso inmediato, son la dolarización y la emigración. De casi
siete millones de habitantes, cerca de tres, ya han emigrado y son quienes sostienen con sus remesas, la
economía salvadoreña. Por esta razón, nuestra economía es sólo de consumo, pues
la de producción, necesita una inversión
de estabilidad económica a largo plazo,
lo cual no existe, y esto, es
advertido por las calificadoras de riesgo. Para su subsistencia, el trabajador
no calificado sólo cuenta con el subempleo o la emigración. La cual también es
condicionada por las pandillas, en un círculo vicioso pobreza-incapacidad
laboral-extorsión.
Otros efectos negativos
en nuestra economía, son las deudas de las distintas entidades previsionales,
pues al no definirse con claridad el
rumbo que tomarán, es imposible realizar una proyección del verdadero impacto
que tendrán en la economía nacional. Indecisión que es debida a que la solución
planteada por los economistas del FMLN, de acuerdo a su visión ideológica,
sería rechazada por la totalidad de los derechohabientes y esperan el momento
político más favorable: la confiscación de los ahorros privados y, muy
posiblemente, también (como lo planteo
el economista Salvador Arias), la compra de las AFP, según al valor
nominal de su participación accionaria y no, con su valor de empresa.
El desastroso resultado
de la PAES, revela una crisis educativa, que impide que nuestros adolescentes
puedan incorporarse adecuadamente, al sistema laboral; además de emigrar, sólo
les pueden esperarles, trabajos no calificados. El presupuesto de poco más de
novecientos millones de dólares, para el próximo año, es cualitativamente un
despilfarro de fondos, en relación con los resultados esperados en la
educación. Ningún país puede pretender una evolución tecnológica y cultural si
sus estudiantes sólo alcanzan notas promedio de cuatro, en matemáticas.
Las gremiales de
maestros, anuncian una baja en la escolaridad, el próximo año, lo que es
indicativo de un fortalecimiento de las pandillas, o de una emigración masiva.
Y esto por las ofertas hechas por el ejecutivo: aumentar la escolaridad para
darle cabida a los pandilleros, dentro de su plan de seguridad.
En el mundo moderno, no
ha habido crecimiento económico, fuera de
la aplicación de los principios de libertad: realidad que está fuera de un
estricto contexto ideológico, pero mientras se siga pensando en una economía de
“restauración social”, y no de “evolución sostenible”, será imposible romper el
círculo vicioso de pobreza-lucha ideológica. Sin embargo, si los políticos
insisten en ese concepto, por convenirles a sus intereses particulares, el
sentimiento de anticorrupción, terminará haciendo los cambios naturales en la
política, pero no sin antes sufrir una crisis
mucho peor de la actual.
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