Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCION
La alarma en el
extranjero, de los tenedores de bonos salvadoreños, es cada vez, más
patente: se ha presentado un presupuesto,
que deberá ser sostenido con deuda, porque sobrepasa las capacidades de
sustentabilidad nacional. La amenaza de un default, incesante lucha política, que
utiliza la fuerza del Estado, contra sus opositores; una economía
irrecuperable, amenazada con más restricciones por lo cual, la cooperación
internacional, se anticipa a ofrecer un subsidio al corredor seco, para que sus
habitantes, no mueran de hambre, evitando emigración descontrolada. Todo esto,
es preludio, de la quiebra del país.
La preocupación
del banco de inversión norteamericano Stifel Financial Corp., sobre la solidez
de los bonos salvadoreños, ya está manifestándose en los tenedores de dichos
bonos: éstos han sido cotizados y liquidados, a un precio menor, generando
tendencia a la baja, lo cual, no representa alarma para el ciudadano común, pero cuyas
consecuencias sufrirá, tarde o temprano ( alza en los intereses, dificultad
crediticia, encarecimiento de bienes y servicios, mayor carga impositiva y,
decrecimiento de la economía). Es de notar, la preocupación de los capitales
legítimos, que están liquidando de sus carteras, los bonos salvadoreños y,
permitiendo el ingreso de capital dudoso, de origen sudamericano, lo cual
podría tomarse como una maniobra especulativa y, reflejo de la condición
presente del país.
Como antecedente
del presente Gobierno tenemos que, Nayib Bukele, siendo alcalde de Nuevo
Cuscatlán, aumentó su deuda de 989 mil dólares a 4.1 millones, en San Salvador,
pasó de 34.1 millones a 79.3 millones, ambos en un períodos de tres años de
Gobierno y, sin que los ingresos mejoraran o, los gastos sirviesen
efectivamente, a los municipios; hoy, la deuda pública del país, ha crecido en
16 meses, de 18,000.9 millones a 22,084 millones, lo que amenaza con el
default, devaluación o impuestos confiscatorios, si no encuentra un financiamiento
externo que seguramente, será de dudosa procedencia o, por intereses
geopolíticos, que nos impondrán condiciones más duras, de las que hoy tenemos o,
podemos llegar a considerar.
No pagar el FODES
a las Alcaldías, es el principio del default, que puede extenderse a otras
carteras del Estado según sean, los intereses políticos del Gobierno, para
controlar el sistema democrático, suponiendo que el Gobierno, posea aún, los
fondos para terminar el año; de lo contrario, sería que la lucha política, está encubriendo la
malversación del Presupuesto General de la Nación, lo cual puede conducir,
al pago de empleados públicos en
colones, permitido por el bimonetarismo, y que daría el control de los dólares
al Gobierno y, devaluando el colon, a razón de 25 por dólar y no, en el marco
actual de 8.75, esto, según cálculos de algunos economistas.
En cualquier caso,
el aumento del IVA al 15% o 17% más, la creación del impuesto predial para
compensar el FODES y, un impuesto al patrimonio, para equilibrar el
presupuesto, impedirían cualquier recuperación económica. Si ahora, han
quebrado 3400 empresas y, el desempleo ha subido en 110,000, no sería posible
la recuperación económica para el 2023, pues sería nula, la capacidad de
competencia. Todo desempleado, busca la supervivencia en el sector informal de
servicios, pero necesita de la liquidez que le dan, el formal, exportaciones y
remesas.
La catástrofe
económica causada por el mal manejo de la pandemia, sólo podrá ser evitada si
Nayib Bukele, no logra el dominio de la próxima Asamblea Legislativa y, si las
entidades cívicas y gremiales, ejercen suficiente presión política sobre el
Gobierno, para mostrar internacionalmente, la falta de legitimidad en las
acciones del mismo y, el deseo de conservar la estabilidad nacional, para la
permanencia en el país, de todos los salvadoreños.
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