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lunes, 13 de junio de 2016

EL SALARIO MÍMINO EN UNA ECONOMIA ARTIFICIAL


Por    
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra       
Editor de PUBLICACIÓN ACCIÓN  http://publicacionaccion.blogspot.com
San Salvador, 13 de junio de  2016.

Se discute actualmente, el aumento al salario mínimo. Dicho aumento es incongruente con la economía artificial en que actualmente vive El Salvador. Se ha provocado pérdida del poder adquisitivo de quienes dependen de un salario o de una pensión, por lo que es necesario corregir su monto, evitando  destruir el sistema económico: toda alza, sin previsión, podría desequilibrar aún más, los factores macroeconómicos del  país. Pero para incidir en decisiones técnicas, el Gobierno utiliza factores políticos,  sin responsabilizarse por los efectos negativos que, como consecuencia, traerá su participación en el desequilibrio que cause, la necesidad de un aumento en el salario mínimo.

Muy precaria es la economía salvadoreña: su crecimiento económico, no mayor del  2.2%, sostenida a base de remesas, de dinero de préstamos internacionales, de la factura petrolera, no pagada a Venezuela y  del narcotráfico. Nuestra economía, es de consumo y no, de producción,  ha sido inflada artificialmente, provocando un alza en el costo de la vida y que no es compensado por la relación producto-costo-mercado que genera la economía real del país. Un ejemplo de cómo debe verse la economía real del país, es el de las pensiones y, por ellas, verse el salario mínimo. Los recursos para cancelar las pensiones son muy escasos, pero nadie considera imponer una carga mayor, aunque las necesidades del pensionado han sido rebasadas por el alto costo de la vida.

Los únicos sectores que no están deprimidos, son los que dan servicios, pues se nutren mayormente, de la economía derivada de las remesas, del dinero público que llega a manos del particular, del que gastan los políticos corruptos o, directamente, del narcotráfico, el cual, según algunos, deja  utilidades de $ 3,000 millones y, que hace circular en el sistema, una cantidad no determinada pero que afecta nuestra economía. Hechos son éstos que crean una distorsión reflejada en los precios (unos de los más altos de Latinoamérica) disminuyendo también el poder adquisitivo del salario mínimo.

La gestión del Gobierno por el aumento del salario mínimo, cumple una función política: ganar la voluntad de los sindicatos que ya no apoyan al Gobierno, porque  los funcionarios públicos, se han divorciado de sus bases obreras y revolucionarias; más hoy, que discuten la realidad económica nacional, con el empresario, han adquirido conciencia de la  situación económica real: no participan ya de la política ideologizada del Gobierno, dando su apoyo a una propuesta realista del salario mínimo.

El alza del salario mínimo como lo propone el Gobierno, es  problema que debe  resolver el empleador que sólo tiene dos opciones: 1) despide empleados 2) o se retira del mercado. En estos dos casos, quien sufrirá las consecuencias, es la población salvadoreña, porque si no encuentra trabajo por falta de empleador ¿de qué vivirá? El despido de empleados para mantener el punto de equilibro de las empresas, aumentará el número de personas que entraran al sub-empleo y que luego emigrarán, en busca del sustento diario, saliendo el país, en un perjuicio social.

Si la economía artificial de El Salvador se controlase, tendría un impacto positivo en los salarios más, como eso no es posible, por la política Gubernamental y, dado que no se pueden evitar la corrupción, el narcotráfico, el endeudamiento galopante, y no puede pagarse la deuda petrolera con Venezuela, sólo queda un aumento racional y escalonado del salario, minimizando sus efectos negativos. No será con manifestaciones públicas creadas por la presión del Gobierno, que se va a poder incrementar el salario mínimo, sino mediante un estudio técnico del mismo, bajo parámetros sin politización y basados en la realidad nacional.



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