Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCIÓN
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San Salvador, 18 de junio de
2016.
En días recientes, los Generales Humberto Corado Figueroa, Jaime
Guzmán Morales y Otto Romero Orellana, los tres, ex Ministros de Defensa, en
tiempo posterior a los Acuerdos de Paz de 1992, abogaron – en el programa
Frente a Frente – por el respeto a la legalidad salvadoreña que nació de dichos
acuerdos y el respeto a la Ley de Amnistía en el caso jesuitas; que se
resuelvan los Habeas Corpus presentados en favor de militares detenidos y
resolución contraria a su extradición, concordando todo con el espíritu de
reconciliación de los Acuerdos de Paz y de la legislación vigente; es opinión
que comparte la mayoría de juristas salvadoreños. Provocó airada protesta, fechada 14/junio/2016 de José M. Tojeira, la
cual cusa mi comentario.
Es base de la convivencia social, el respeto a la legalidad;
lo solicitado por José M. Tojeira rompe tal principio: exige penalidad a lo ya
juzgado y, cuestiona la capacidad del salvadoreño, de decidir sobre su destino.
Comprensible es esta posición: la UCA siempre ha sido política: sus primeras
luchas fueron “caníbales”, hacia el interior de la Orden. Desde que la
generación de jesuitas vascos imbuidos de la Teología de la Liberación,
desplazaron a los sacerdotes no vascos (de pensamiento tradicional: Ignacio
Knör, Colinos etc.). Situación y hechos ampliamente explicados en la obra “La
Iglesia Popular Nació en El Salvador. Memorias de 1972 a 1982” de Monseñor
Freddy Delgado.
Fue su lucha, concientizar a la generación de los jóvenes
oficiales que dieron el Golpe del 15 de octubre de 1979 –invitábanles a muy
agradables tertulias sobre la realidad nacional, en el recinto de la UCA -. Al
momento del alzamiento, la UCA medió un alto a las operaciones de la naciente
insurgencia, para que se pudiese consolidar el movimiento golpista, sin que los
jóvenes militares, estuviesen conscientes de tal maniobra. Así lo relata el Coronel Adolfo Arnoldo Majano en
su obra “Una oportunidad Perdida”. La intervención de la UCA permitió que el
Foro Popular, que reunía a toda la izquierda revolucionaria, diera su aval;
representando al poder político de la UCA; se incorporó a la Junta
Revolucionaria de Gobierno, al Dr. Román Mayorga Quiroz, que posteriormente,
fue rector de dicha universidad.
Por este hecho se prueban dos cosas: 1) la visceralidad de
José M. Tojeira al dirigirse a los Generales es por considerar la pasada lucha,
inconclusa y no alcanzar los Derechos Humanos. 2) En esta cruzada personal
contra los militares, involucra a la rama jesuita española y a sus ex alumnos,
en una situación ideológica contradictoria, pues la influencia jesuítica en
España, es hacia la derecha, contraria al separatismo vasco, a sus relaciones
con ETA, al terrorismo Latinoamericano y a los principios revolucionarios; se
colige así, de las investigaciones de
Don Ricardo de la Cierva, sobre la evolución de la Iglesia Católica en
Latinoamérica, durante el período de la Guerra Fría.
José Luís Merino (Comandante Ramiro) cuenta que, durante la
ofensiva de 1989, esperaban que ciertas unidades militares se abstuvieran de
operar, lo que era una sublevación contra el Presidente Cristiani, en repetición de los hechos de 1979 y que, sólo
la UCA, manejaba esa trama dentro de los
planes generales de la ofensiva. De haberse concretado tal situación, el
triunfo guerrillero del FMLN hubiese sido inevitable y los Acuerdos de Paz, no se hubiesen dado. Lo cual lanza una duda:
¿estuvo la UCA dentro, o fuera de la trama de las operaciones bélicas? Incluso
los querellantes han presentado algunos indicios de esta situación, que
aparecen relacionados en el Auto emitido por el Juez Eloy Velazco Núñez.
Los dirigentes de la Fuerza Armada en los aciagos días de
1989, fueron los mismos que iniciaron la democratización del país, después de
1979. Los altos mando militares, mantuvieron la institucionalidad, permitiendo
la existencia de una constituyente, de dos elecciones presidenciales, de varias
legislativas y pleno sometimiento al poder civil, aún antes, de los Acuerdos de
Paz. La Fuerza Armada es sólo el instrumento coactivo del Estado sin que
importe el lineamiento ideológico de éste. José M. Tojeira utiliza los Derechos Humanos, como arma política.
Es el momento de finalizar este caso, para bienestar de la
nación: los Derechos Humanos como arma política, es hoz que cortaría también a
la insurgencia, pues sus acciones bélicas fueron, en su mayoría, Crímenes de
Lesa Humanidad contra el civil, lo cual es fácil de probar. Preguntémonos ¿Pretende
la UCA suprimir a la cúpula del FMLN del escenario político? ¿Acaso los
considera desviacionistas de los principios revolucionarios? Por ahora no se
puede contestar. Pero sí podemos afirmar que la UCA utiliza como arma política,
los Derechos Humanos.
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