Por
Lic. Fernán Camilo
Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN
ACCIÓN
http://publicacionaccion.blogspot.com
San Salvador, 16 de
noviembre de 2014.
Dos causas explican con
precisión, el abstencionismo político: primero, la corrupción en la clase
política y, segundo, los entendimientos de dicha clase para la “gobernabilidad”. Es lo más peligroso,
el abstencionismo que como consecuencia, se da en el joven y que es promovido
por algunos sectores de la Izquierda radical hacia otros que tradicionalmente, sí han votado. Aquí me referiré al que exclusivamente a la
corrupción, podemos calificar de “cáncer político”.
El ciudadano común
percibe la corrupción, con el sólo hecho de conocer al funcionario público en
su localidad: en que en breve tiempo, el dicho sujeto, ha obtenido una fortuna tal, de la que no puede determinarse fuente
legítima de origen; más, las acusaciones sobre tal hecho son imposibles, “meras
especulaciones sin fundamento probatorio”; es encubridor, el mismo sistema de contraloría pública: ¿Qué
puede hacerse si el Gobernante y el corrupto son la misma persona natural?
El soborno de cincuenta
mil dólares, admitido por el actual Alcalde de Guacotecti, Cabañas para cambiar
de partido (noticia difundida los periódicos digitales El Blog y Diario 1), del
CN a GANA, durante esta pre-campaña, aporta elementos que no sólo son de una “robusta
convicción moral” sino de una “plena prueba testimonial”; más, ni uno sólo de
los partidos involucrados, o ni el Tribunal Supremo Electoral ni el Fiscal
General de la República, han dicho ni comentado el caso, el cual es sin especulación
alguna, un claro transfuguismo político, mediando el cohecho, podría constituir
un delito electoral. La indignación
mostrada en las redes sociales, por la ciudadanía es la única condena que se
hace a tal visible hecho de corrupción política.
¿Pero, por qué se
callan tales sucesos? Es voz populi y de algunos entendidos en las intimidades
de los partidos políticos, que GANA es manejado y financiado actualmente por Mauricio
Funes, mientras el CN es, feudo real de
Tony Saca, motivo por el que, se procura callar tales sucesos;
esta práctica, según se dice, ha sido habitual en los Gobiernos de estos dos ex
Presidentes antes mencionados.
Las recientes
revelaciones de Luis Verdi de que en el Gobierno de Funes, él y otros asesores
del Presidente en coordinación con publicistas brasileños, recibieron treinta
millones de dólares, en pago de la publicidad y de que Nayib Bukele, en una
agencia por él controlada, recibió otro tanto igual, implica un gasto combinado
de sesenta millones de dólares sólo en publicidad. Si se pregunta a las agencias de publicidad, de
tradición en el país y, a los medios de comunicación, sobre tal
gasto, todos niegan tales cantidades y lo que es más, muy veladamente insinúan
que los “asesores” son los “cerebros de la corrupción política” tanto
del Gobierno de Funes como del FMLN,
porque rompieron con los principios
éticos de la publicidad y el marketing político; cuando los publicistas traspasan el límite,
entre la imagen y las propuestas del
candidato, y, entran a la manipulación de otros actores políticos, cesan sus
simples funciones de asesor y asumen el papel de intermediarios de la corrupción. Recuérdese
que, es afirmación de la oposición venezolana, que el FMLN recibió entre setenta y cien millones de dólares, para
la campaña de Funes, y que nunca, dicho partido, ha dado cuenta de tal dinero.
Son hechos que nos
inducen a preguntarnos: ¿Por qué sólo a ARENA se le acusa de corrupción?, la Izquierda misma, acusa al Gobierno de
Funes de corrupción, como es el caso de El Chaparral? ¿Por qué se calla en los medios la corrupción legislativa? ¿Por
qué El Chaparral es un caso el cual
investiga solamente el Fiscal General y no, una comisión especial
de la Asamblea Legislativa? ¿Por qué se niega sobre tal caso, información al público
cuando por éste se han perdido poco más
de cien millones de dólares?
La oposición tampoco hace eco a esta corrupción gubernamental: ¿Miedo o temor
a represalias políticas? No se sabe oficialmente, pero sí lo sabe la población,
por el más eficaz medio de difusión de noticias: el rumor, el que trasciende a duras
críticas en las redes sociales, fomentando el abstencionismo: en la seguridad de
que no es posible cambiar a los corruptos, el ciudadano opta por no votar. Es
percepción popular que si se es Diputado
o funcionario público de elección popular, se ha ganado el premio gordo de la
lotería por las prebendas que serán ofrecidas al funcionario público.
No ve el joven posibilidades de cambio y es por este
estado de cosas, que la Izquierda radical
(no en el poder), lanza su llamado a la abstención; alega la necesidad de cambio del sistema, en
aras del rompimiento de círculos viciosos; más, si dichos cambios se diesen,
nos llevarían a un destino mucho peor que el de la corrupción: al de la
tiranía. La única verdadera salida a
este estado de cosas, es la denuncia pública de la corrupción, directa e
indirectamente por parte de los afectados, para mostrar a la ciudadanía, que un
cambio sí es posible. Si no lo hicieren así, volveríanse parte o colaboradores de
la corrupción.
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