Por
Lic. Fernán Camilo
Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN
ACCIÓN
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San Salvador, 4 de
noviembre de 2014.
La versión de los
hechos del Mozote, contada por Rufina Amaya, es sólo el final de una trama que
la protagonista misma desconocía y, de la cual, fue víctima. Los hechos del
Mozote, diéronse dentro del contexto de
un Conflicto Armado Interno Internacionalizado, del cual, muy necesario es, deducir
responsabilidades, a partir de la estrategia insurreccional de quienes la
implementaron, siguiendo los principios de “la responsabilidad del mando”,
exponiendo deliberadamente al peligro, como combatientes regulares, a personas
sin capacidad para el combate,
frente a las acciones del poder legítimo
interno, el cual actuó conforme a su doctrina militar y, de acuerdo a la
normativa constitucional vigente, dentro de un contexto de guerra mundial.
El Secretario de
Defensa de los Estados Unidos, Harold Brown y el Consejero de Seguridad para
América Latina, Zbigniew Brzezinski, alertaron al Presidente Carter, sobre la
inminente caída de El Salvador, dentro de la esfera Soviética, más Carter, aumento
el aislamiento de El Salvador, favoreciendo así, la etapa de Guerra de
Guerrillas, hasta la llegada del Gobierno Reagan; el cual, dentro de un marco
mayor de operaciones centroamericanas, realizó acciones tendientes a limitar el
abastecimiento desde Nicaragua de pertrechos de guerra a la guerrilla
salvadoreña. Por lo tanto, es absurdo atribuir a funcionarios salvadoreños, poder
de decisión, sobre circunstancias relativas al desenvolvimiento militar de la
Guerra Fría, en el área centroamericana.
Los hechos del Mozote, se dieron en el Frente de Guerra
Nororiental “Francisco Sánchez”, el cual
abarcaba los departamentos de Morazán, San Miguel y la Unión, conforme la
estrategia militar del FMLN y, de acuerdo a los planes generales de la
Dirección Revolucionaria Unificada (DRU, creada en 1980 en Cuba y, cuyo centro
de operaciones, en ese momento, Managua, Nicaragua). En este contexto de guerra
y, habiéndose reconocido por México y Francia, la beligerancia del FMLN; la
zona del norte de Morazán era ocupada
por el ERP, como tierra ya liberada, o “zona
de persistencia terrorista”, como la calificó el Estado Mayor Conjunto de la
Fuerza Armada (EMCFA); de este modo, los habitantes de dicha zona, fueron “incorporados
al movimiento insurreccional”, sin que éstos tuviesen conocimiento de la dimensión
de esta acción, por la que servirían de escudo a los combatientes armados y
milicianos ( según la estrategia de Cayetano Carpio: substituir el ocultamiento
en las montañas, por el ocultamiento en la población), y que según reportes
internacionales, “reclamaron el territorio como liberado”, además de que era en
Morazán, uno de los dos puntos de abastecimiento logístico, y uno de los
veintidós existentes, a nivel nacional.
Todo conflicto interno,
puede internacionalizarse bajo tres hipótesis: a) el Estado víctima de una
insurrección, reconoce a los insurgentes como beligerantes o, dichos rebeldes,
son reconocidos por otros Estados; b) uno o varios Estados extranjeros,
intervienen con sus propias fuerzas armadas, en favor de una de las Partes; c)
dos Estados extranjeros intervienen con sus fuerzas armadas respectivas, cada
uno, en favor de una de las Partes. En el caso de El Salvador, se cumplieron
las tres hipótesis: El Estado de El Salvador, reconoció en sus acciones, la amenaza
interna del FMLN, aunque no la reconoció internacionalmente, y se le dio el status
de beligerante, gracias a México y Francia. La ayuda logística y diseño de las
operaciones, fueron dados en un campo por militares norteamericanos, y en el
otro, por nicaragüenses, cubanos y soviéticos. La guerra hubiese sido
insostenible sin los aportes de los Estados Unidos y la Unión soviética, que
alimentaban un teatro de operaciones centroamericano, dentro de la Guerra
Fría.
El Ejército Revolucionario
del Pueblo (ERP), que sufrió las bajas
en el Mozote, fue fundado en 1972 por Alejandro Rivas Mira, Rafael Arce Zablah,
Joaquín Villalobos y Ana Guadalupe Martínez. Desde sus orígenes, nueve años
antes de los hechos del Mozote, su
concepción de lucha fue “inmediatista e insurreccionalista”, por lo cual,
durante la fase de las operaciones militares de la organización, sus acciones
fueron tendientes a “vaciar la retaguardia”,
según su concepto, lo que quiere decir que no creían en la Guerra Popular
Prolongada y, esperaban, mediante movilizaciones de masas, que incluían a
personas que se encontraban en sus zonas de aseguramiento logístico, crear un ambiente
insurreccional proclive a una rápida
toma del poder. Fidel Castro, se oponía a esta estrategia, por considerarla inútil,
si no se hubiesen creado previamente, “cinturones insurreccionales en derredor
de las ciudades”.
En términos ´prácticos,
la estrategia del ERP consistió en, la unificación de personal no combatiente, con
combatientes, creando de este modo, una masa de combatientes indefinible para
la Fuerza Armada, y obligando a esta, a un choque directo e inevitable. En el
caso de que la Fuerza Armada no reaccionase a la persistencia guerrillera,
proclamar formalmente tierra liberada, secesiónada
del Estado de El Salvador y reclamar, con justo derecho, reconocimiento
internacional, de acuerdo a su status de beligerancia.
Las operaciones del ERP
en el Mozote, corresponden a una etapa intermedia entre la Guerra de Guerrillas
y la de Guerra Móvil. Lo que exigía una
estructura militar de que el ERP carecía y debido a lo cual expuso innecesariamente,
a su personal, a los rigores de la guerra. La misma Rufina Amaya reconoce que concentraron
bajo engaños, personal no beligerante, en
un solo punto, argumentando “que allí no serán atacados por el Ejercito”, pero
que los juntaban a personal de apoyo del
ERP; así también desconocía Rufina Amaya, las acciones militares previas y la
estrategia general del ERP para la zona, lo cual es de capital importancia, al
momento de la deducción de responsabilidades por hechos de guerra.
Siguiendo los conceptos
del General vietnamita Võ Nguyên Giáp,
el ERP, al igual que el FMLN, sostenían que “la etapa del terror en un
movimiento revolucionario era necesario, imprescindible e inseparable”,
a lo cual la Fuerza Armada respondió como era necesario, de acuerdo a las
circunstancias, y fue razón para que se identificase dicha zona como de
“persistencia terrorista”.
Reflexionando sobre
estos sucesos, se concluye que la responsabilidad de los hechos del Mozote, no recaen
sólo sobre quienes lo la ejecutaron, sino también y principalmente, en quienes
los provocaron intencionalmente, exponiendo a menores de edad, mujeres y no
combatientes, forzando el desplazamiento de personas, todo conforme con lo sancionable
por los principios del Estatuto de Roma, que aunque no ratificado por El
Salvador, sí nos da parámetros jurídicos para crearnos, dentro de la esfera del
Derecho, la idea verdadera de quienes son los responsables de tales hechos, juicio
que debe de hacerse más allá de la mera propaganda política y de ánimos de
venganza.
Nota: Agradezco al
General de División Juan Orlando Zepeda, autor de la obra intitulada PERFILES
DE LA GUERRA EN EL SALVADOR y al General de División Humberto Corado Figueróa,
autor de la obra intitulada EN DEFENSA
DE LA PATRIA, Historia del Conflicto Armado en El Salvador 1980-1992, que me
hayan facilitado, un ejemplar de sus obras pues sin ellas, me habría sido imposible el
análisis de tales hechos, y la elaboración de este artículo; además de mi
gratitud por la paciente colaboración
recibida de otros Jefes militares, hoy en situación de Retiro, sin lo cual me
hubiese sido imposible comprender, desde la esfera del Derecho, la dimensión
del pasado conflicto armado.
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