Por
Lic. Fernán Camilo
Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN
ACCIÓN
http://publicacionaccion.blogspot.com
San Salvador, 21 de
noviembre de 2014.
La actual polémica
sobre la distribución y utilización del espectro radio eléctrico, es un reflejo
de lo que sucedido en Venezuela, durante la consolidación del chavismo. La
utilización de las frases “democratizar las comunicaciones” y “destruir el
control oligárquico de las mismas”, fueron caballos de batalla del Gobierno de Chávez,
y hoy aquí en El Salvador, se están empleando estas mismas razones.
En pláticas sobre este
tema con algunos empresarios de rubros
diferentes, al de las comunicaciones, estos afirman que los cambios que se están
dando, implican un acomodo empresarial de coexistencia con el socialismo, pero
que da espacio suficiente de maniobra para hacer negocios, afirmando al final, que
dan un respiro, las buenas relaciones Sandino-empresariales, como sucede en
Nicaragua, con las empresas que llegan a acuerdos con el régimen. Hay que dejar
en claro, sin embargo, que existe diferencia entre el modelo nicaragüense y el
que se está implementando en nuestro país: se sigue el modelo chino en
Nicaragua y, el venezolano, en El Salvador.
¿Cuál es la diferencia?
El modelo chino parte de la estimulación de la empresa privada, a partir de la
micro – empresa, hasta llegar a la gran empresa, que sí es controlada por el
Estado, pero que excluye la participación política de quienes desarrollan esta
actividad y el crecimiento empresarial, es consecuencia de su afinidad con el
régimen y no, por los méritos propios desarrollados en el libre mercado. El
modelo venezolano, por el contrario, se basa en la restricción, desde la gran
empresa hasta la micro- empresa, empleando en este proceso, muy convenientemente,
las cadenas normales de distribución de bienes y servicios ya establecidas: se
restringe la gran empresa proveedora, que afecta toda la cadena, lo cual va
siempre en dos vías, y de este modo si se corta la cadena de productos hacia el
consumidor, se corta el flujo de efectivo que alimenta la importación y
transformación local y por último, el Estado controla las divisas (lo cual ya
es inminente en nuestro país, a un mediano plazo).
El modelo chino
pretende salvar la economía estatal de su colapso, sin perder el control
político; el venezolano, pretende destruir la fuerza política de la empresa privada,
hasta el punto de que el control económico, quede en manos del partido de
Gobierno. Aunque el modelo chino parezca ser más beneficioso, a la postre,
ambos modelos concluyen en lo mismo: restricción política y dominio de la
economía por parte del Estado, ya sea de manera directa o de manera indirecta,
por medio del partido de Gobierno.
En términos prácticos,
el Gobierno pretende, manipulando la opinión pública, que se acepte que las
telecomunicaciones constituyen pequeños monopolios, los que hay que destruir,
para dar espacio a expresiones comunitarias, espacio que se extendería hacia
las televisoras, por hoy y, muy pronto, a las comunicaciones telefónicas. Dentro
de este proceso, el Gobierno ofrecerá “no tocar” ciertos operadores del espectro
radio eléctrico, a cambio de su “neutralidad” en el proceso, lo que dividirá,
la posible oposición a las pretensiones gubernamentales.
El paso siguiente, será
crear “espacios comunitarios y gubernamentales”, que deberán ser transmitidos gratuitamente,
aumentando de este modo, los costos de operación del medio, para que éste se
vea en la necesidad de buscar un punto de equilibrio con las tarifas
comerciales, las que serán “sancionadas por excesivas” posteriormente. Para
esto, se dará un equivalente a Ley de Responsabilidad Social en Radio y
Televisión (Ley RESORTE). Esta ley entró en vigencia en Venezuela, el 8 de marzo de 2005, y su objetivo es el de
establecer la responsabilidad social de las empresas que usan el espectro radio
eléctrico de Venezuela. Y regula servicios de radio, servicios de televisión,
tanto abierta como por suscripción y demás medios electrónicos.
El objetivo de este proceso,
es el control total de las comunicaciones, que suprimiría en gran medida, la
difusión libre del pensamiento y sobre todo, evitaría la crítica contra el
Gobierno. Paralelamente en El Salvador, también hay intentos por controlar el
contenido de las redes sociales utilizadas por los jóvenes, lo que se lograría
mediante el control sobre la internet y la legislación ya existente, con
algunas modificaciones, que regula las franjas de contenido, por el Ministerio
de Gobernación y Desarrollo Territorial.
Muchos políticos afirman
aún, “no se atreverán”: el Gobierno no es tan tonto de apretar tanto, en tiempo
electoral. Pues están muy equivocados; todo se puede hacer con habilidad, con tiempo
y por sobre todo, con la indiferencia sobre temas que creemos que no nos
afectan directamente. Como ejemplo veamos: para poder instalar el SITRAMSS, y excluir
del mercado a casi doscientos buses, se ofrece el servicio gratuito hasta que “la
competencia” sea eliminada, y luego, una vez creado el monopolio, poder cobrar
lo que se desee, precisamente en acuerdo con la Superintendencia de
Competencia, la misma que ahora proclama
para las comunicaciones los valores de equidad y libre mercado.
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